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Relaciones amorosas en el trabajo
El deseo y el amor surgen cuando uno está cerca.
La cercanía en el trabajo es además especialmente atractiva, porque la gente está en actitudes activas y la gente activa es más linda.
El trabajo no es sólo el trabajo, es la aventura de hacer lo que uno quiere, de inventar, de luchar, de competir, de trabajar en equipos.
El trabajo tiene mala prensa pero bien pensado es una actividad que tiene mucho de erotismo, es un juego de creatividad y ambición, de defensa y ataque, de esmero y de logros.
El método de la conquista consiste en la cercanía, hay que acercarse y las cosas pasan.
En el trabajo uno muestra lo mejor de sí, las capacidades de esfuerzo, de concentración, el esmero en las tareas, el cuidado. El trabajo en sí mismo es una especie de amor.
Sé que a muchos esta descripción del trabajo les puede parecer demasiado positiva, pero es que el trabajo valioso, el trabajo bien hecho, siempre tiene estas características de esmero, atención, cuidado, que son las características principales del amor.
Hay amor en el trabajo porque el trabajo mismo es, cuando está bien encarado, una realización amorosa. Las personas que hacen su trabajo con amor lógicamente también generan relaciones amorosas con sus compañeros de trabajo, aunque la mayor parte de las veces no se llegue al sexo o a hacer el amor con el cuerpo del otro.
Nota del día después: no usaron el material, ¿les habrá resultado poco afín al tono del programa?Paper presented at the US Institute of Peace, June 24, 2005
Columbia University Press,349 pp., $29.50
Harvard University Press,327 pp., $23.95
University of Pennsylvania Press, 220 pp., $29.95
Cornell University Press,240 pp., $25.00
New Delhi: Penguin India, 400 pp., RS395.00
En los 7 años que Hugo Chávez lleva en el poder en Venezuela, desde 1999, ingresaron a ese país por el petróleo 350.000 millones de dólares. Sin embargo, el «índice de pobreza» ya elevado de 43% subió a 54% (cifras del Instituto Nacional de Estadísticas INE). En el mismo lapso, la indigencia subió de 20% a 28% (misma fuente venezolana). La deuda externa subió de
Caracas - Me dedico a la venta ambulante porque en Venezuela sólo hay empleo en la economía informal», comenta Juan Liaño, un químico que hace dos años se quedó sin trabajo al cerrar su empresa. Vende ropa íntima femenina en un pequeño puesto que ha montado en Sabana Grande, un paseo señorial de Caracas que el presidente Hugo Chávez promovió que degenerara en un zoco invadido por buhoneros (vendedores ambulantes).
Las calles de Venezuela están atestadas de vendedores ambulantes. Al igual que Juan, otros cinco millones de personas, más de la mitad de la masa laboral del país, han recurrido al sector informal para subsistir. A Luis Fernández le bastó una pequeña cartulina en la que escribió la palabra taxi para transformar su coche en un vehículo pirata de servicio público. «Soy ingeniero, y desde que hace dos años quebró la empresa en la que trabajaba no he podido encontrar trabajo. Es humillante manejar un taxi pirata, pero de algo hay que comer», explica con pesar.
En Venezuela aumentó la pobreza en los siete años que Chávez lleva en la presidencia, aunque en ese tiempo ingresaron unos 350.000 millones de petrodólares. Hay más pobres, pese a que el presidente ha hecho de sus programas sociales una piedra angular de lo que llama «revolución bolivariana». Es una verdad que Chávez no puede tapar y que le duele. Le resulta difícil explicar que un gobierno con abundantes recursos, que fundamenta su legitimidad en la dedicación a los pobres, haya incrementado la depauperación social. Ello explicaría en parte la alta abstención que se registró en las últimas elecciones (más de 75%). Los venezolanos empiezan a estar cansados de que por causa de la corrupción -más abundante que nunca al manejarse altos presupuestos sin ninguna fiscalización- y por la acusada ineficacia de los altos funcionarios, los recursos millonarios que se destinan a programas sociales no se traducen en mejora de la calidad de vida de la población. Alivian la pobreza, pero nadie sale de pobre, excepto los que se disfrazan con el ropaje de la revolución bolivariana.
Las cifras del oficial Instituto Nacional de Estadística (INE) son contundentes: en el primer semestre de 1999, cuando Chávez asumió el poder, el índice de pobreza era de 43%; a principios de 2005 ya subió a 54%. Elías Eljuri, presidente del INE, dijo que en 1999 la pobreza extrema alcanzaba a 19,9% de los venezolanos, pero ahora ya afecta a 28,1% de la población, que no tiene ingresos ni para atender sus gastos de alimentación. Como las estadísticas del INE no le gustaban, Chávez hizo cambiar su metodología. De esta forma, por decreto, disminuyó la pobreza.
A la gente le irrita que mientras la tasa de mortalidad infantil aumentó en Venezuela en los dos últimos años, con los recursos del petróleo Chávez financie políticos populistas de media América y subsidie a algunos pobres de EE.UU.
«Hugo Chávez financia a los venezolanos pobres para que todos dependan de él», nos dice Gustavo Nahmens, un empresario de origen asturiano. «La pobreza se traga a Chávez; pensó que la pobreza se reduce con subsidios y regalando dinero. Pero la pobreza sólo se la puede combatir creando riqueza. Y Chávez parece empeñado en destruir la riqueza. No le preocupa generar crecimiento. Como considera que la riqueza está mal repartida, busca eliminar las desigualdades empobreciendo a todos, como en Cuba», dice Nahmens.
Con los enormes aportes del petróleo que puede manejar a su antojo, Chávez creó un verdadero Estado dentro del Estado, suyo, personalísimo, sin ningún límite ni control. Financiar la pobreza le cuesta caro al erario: en seis años no sólo se han gastado los 350.000 millones de dólares del petróleo, sino que, además, aumentó la deuda externa (de 22.000 millones de dólares se pasó a 27.000) y se multiplicó la deuda pública interna (en seis años, de 1.069 millones de dólares se pasó a 13.500 millones). Hay que añadir 1.000 millones de bonos en euros y una nueva emisión de otros 1.500 millones. Pero Chávez se permite comprar 1.000 millones de dólares de la deuda argentina. Crear riqueza no es prioridad para Chávez. En vez de apoyar al empresario, lo hostiga por considerarlo enemigo de clase, sobre todo si no es incondicional. La política populista del gobierno, unida a la falta de confianza en el futuro y a una política tributaria que obliga a las empresas a pagar el IVA por adelantado -sobre la base de baremos que fija el Estado-, provocó la caída de la inversión y la quiebra de muchas firmas. Según datos de Fedecámaras (organismo que agrupa a los empresarios venezolanos), en los últimos siete años ha cerrado la mitad de las empresas privadas, con el subsiguiente aumento del desempleo. Chávez maquilla las cifras, al no considerar como desempleados a quienes reciben subsidios económicos del gobierno.
Dos organismos multilaterales poco sospechosos como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) confirman la formidable paradoja: Chávez, que ha basado su discurso en la defensa de los desposeídos, no logra reducir el número de pobres pese a disfrutar de la mayor y más prolongada bonanza petrolera en toda la historia de Venezuela.
Con un precio promedio de 50 dólares el barril de crudo y exportaciones anuales de casi 1.000 millones de barriles, Venezuela descendió este año al puesto 75 en el Indice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD; en el gobierno de Rafael Caldera, cuando el petróleo se vendía a 9 dólares, Venezuela estaba en el número 46. Según el PNUD, 47% de los venezolanos sobrevive con 2 dólares diarios o menos, lo que provoca que 22% sufra desnutrición.
No existe investigación que no arroje un balance similar. El informe de la CEPAL de 2005 dice que Venezuela y la Argentina son los dos únicos países de la región que retrocedieron en la reducción de la pobreza extrema; naciones con menos recursos, como El Salvador y Bolivia, registran avances. El Banco Mundial y la CEPAL coinciden al mostrar el fracaso de Chávez en la atención a los sectores más pobres.
El analista Manuel Felipe Sierra declara que, en la medida en que se dispara el ingreso fiscal por el alza del petróleo, «en la misma proporción se deteriora la calidad de vida del venezolano».
«¿Cómo se explica que un régimen ahíto de recursos fracase en su estrategia social, si no es por el empeño de exportar un modelo revolucionario que implica la distracción de enormes recursos en una empresa incierta de colonización política en América, al alimón con Fidel Castro?», se pregunta Sierra. No es que Chávez no haya hecho nada. Ha hecho mucho, en especial en salud, educación y ayuda alimentaria. En los dos últimos años ha dedicado al menos 4.000 millones de petrodólares a programas sociales. Ha lanzado planes ambiciosos, conocidos como misiones, que facilitan de todo: educación, alimentos, viviendas subsidiadas y cuidados básicos de salud con 17.000 médicos cubanos. Las misiones de educación dan estipendios mensuales a los que asisten a programas de alfabetización o quieren estudiar enseñanza secundaria. El mayor logro de Chávez es Mercal, cadena de tiendas populares que venden alimentos a precios muy subsidiados, que ya benefician a 46,9% de la población, un vasto segmento de consumidores que nunca había sido tomado en cuenta por las empresas de alimentos tradicionales y las cadenas minoristas. Con 14.164 puntos de ventas, los largos brazos de Mercal alcanzan a más de 10 millones de venezolanos.
• Misiones
La pobreza no disminuye pese a las ayudas, lo que indica que las misiones son sólo asistenciales, sin crear empleos estables. «Es posible que las fuerzas que producen la pobreza se hayan activado brutalmente y las misiones contengan la avalancha, moderando lo que de otro modo serían cifras aún más escandalosas; también es factible que la actividad estatal esté fabricando pobres», señala el economista Carlos Blanco, profesor en Harvard. Las familias de escasos recursos se organizan para que cada miembro se conecte con el canal asistencial construido por el régimen. El aumento del asistencialismo retrae la capacidad de iniciativa. Vivir conectado a las misiones sociales anula los impulsos productivos de la ciudadanía.
Sierra explica que, hasta la llegada de Chávez al poder, el Estado redistribuía los ingresos petroleros a través del aparato productivo. «Chávez ha confiscado el ingreso petrolero para colocarlo directamente en los sectores sociales, subsidiando alimentos y servicios. En vez de generar una intermediación productiva, que daba empleo y estabilidad económica, lo traslada a la gente, estableciendo un vínculo directo entre el Estado y el beneficiario», señala Sierra.
Chávez es consciente del problema, al menos en parte. El pasado 20 de marzo reconoció que «hay que apurar el paso y ser más eficientes en la lucha contra la pobreza». No tiene empacho en decir que seguirá indefinidamente en el poder hasta acabar con la pobreza: «En 2021, cueste lo que nos cueste, habrá pobreza cero en Venezuela, sólo que debemos apurar el paso y afinar la puntería en esta batalla. Faltan apenas 16 años para 2021 y ya tenemos casi siete años aquí».
Por: Carlos Pagni
Columnista de Ambito Financiero
Los errores de un presidente solitario, que trabaja en beneficio de Lavagna y Scioli
Tal vez Néstor Kirchner deba considerar seriamente la posibilidad de contar con un gabinete de gobierno. O, por lo menos, convocar a un par de colaboradores de confianza pero con capacidad para debatir algunas ideas y controlar la calidad de ciertas decisiones. No se necesita tanta gente, acaso alcance con atender algunos consejos de su esposa. Es evidente que no lo hace y que ha convertido a su gobierno en una usina de argumentos disparatados para justificar escenas desopilantes. Sólo una muestra: decir que se designaba a Rafael Bielsa en París para mejorar las relaciones con Francia que él mismo había deteriorado y cuando, es sabido, lo que importa de ese vínculo lo tramita Julio De Vido, como casi todo, ahora, en el gobierno. Durante el último mes, Kirchner ha llevado adelante una serie de iniciativas objetivamente equivocadas. Dicho de otro modo, acciones que conspiran contra las metas que el propio gobierno pretende alcanzar. Todas están calcadas sobre un mismo molde. Es lógico: nacen de la misma cabeza, la del Presidente, quien ha decidido escuchar sólo su propia voz. Nadie debería, mucho menos un cronista, arrebatarle a Kirchner el derecho a descuidar sus propios intereses. Pero un repaso de su «modus operandi» permite descubrir algunos inconvenientes en el tratamiento de problemas que serán más notorios el próximo año:
EL CONTROL DE LA INFLACION
Tal como De Vido le confesó a la cúpula de la CGT hace dos semanas, la dinámica inflacionaria se ha convertido en la principal preocupación del gobierno. Tanto, que el ministro, insensato, reclamó a Hugo Moyano: «Tráiganme una solución por lo menos por un mes». Es curioso desde esta perspectiva que Kirchner haya resuelto abrazarse a ese problema, cayendo en la trampa que le tendió Roberto Lavagna al enfurecerlo con una denuncia velada de corrupción.
Los expertos saben que el gobierno deberá salir de la inflación por la vía de un ajuste pero, para cuando sea inevitable hacerlo, la memoria colectiva habrá olvidado que fue el ex ministro quien mantuvo, más allá de lo que recomendaba el ciclo económico, una arquitectura monetaria cambiaria que se fue volviendo por sí inflacionaria.
Como aquel Eduardo Duhalde que anunció, sobre el cadáver de José Luis Cabezas, que «yo me pondré al frente de la investigación», Kirchner ha decidido convertirse en el responsable del flagelo y también del ajuste inevitable, más agudo cuanto más tardío.
Lavagna ganó el duelo con sólo retirarsea tiempo. Mientras riega las plantas en Saavedra, en pocos meses podrá decir: «Este que se ha iniciado es el ajuste ortodoxo, el programa del Fondo, al que yo no me quería prestar». Un crack. Las estrategias que el Presidente ha expuesto para combatir el problema inflacionario también dan cuenta de que no hay nadie tomando cuidado de su política. Acudir al control de precios y, sobre todo, delegarlo en los intendentes del conurbano a los que el propio gobierno estigmatizó en su campaña contra Duhalde es buscar deliberadamente el escándalo.
Entregar el «inflation targeting» a los punteros asegura que no bajarán los precios pero que subirá el nivel de corrupción que contamina a estructuras administrativas desvencijadas y opacas. ¿O no son los mismos municipios un factor inflacionario? Desde el mismo oficialismo (proyecto de la senadora María Laura Leguizamón) se pretende derogar las «tasas de abasto», que cobran las comunas por el solo hecho de dejar pasar cargas de mercaderías por sus jurisdicciones, aumentando artificialmente los costos. Algo que también se reproduce en el canon municipal que se aplica sobre el tendido de varios servicios públicos.
Como en el caso de Lavagna, desde el punto de vista político y discursivo, o de los intendentes, desde el punto de vista operativo, Kirchner resolvió buscar la solución en factores que son parte del problema.
EL MANEJO DEL CONGRESO
Gran parte de la estrategia que llevó adelante la Casa Rosada desde comienzos de año estuvo destinada, según las declaraciones de los propios gerentes del oficialismo, a conquistar el Poder Legislativo para el Presidente. A ese objetivo se habrían dirigido las negociaciones con los gobernadores. También los conflictos. ¿O no fue para controlar más bancas en Diputados que Kirchner embistió contra Duhalde? ¿No fue también pensando en eso que en varios distritos se habilitaron listas del Frente para la Victoria que debían competir con las del PJ del gobernador del lugar? Hasta el lanzamiento electoral de varios ministros obedecía, en las explicaciones previas, a que el Presidente quería garantizarse el trámite de sus proyectos en el Congreso.
Sin embargo, el estado actual de la Cámara baja es de un descontrol que ya mortifica a Alberto Balestrini, el nuevo presidente del cuerpo. Las razones de la indisciplina son varias. Por un lado, que la infinidad de listas oficialistas, competitivas entre sí como en una especie de ley de lemas, garantiza ahora la fragmentación de los bloques. El mosaico es tan variado que lo único que luce como homogéneo es el minoritario bloque duhaldista, cohesionado por la sencilla razón de que nadie provoca allí tentaciones que provoquen la discordia.
Esta dispersión se agudiza por un motivo adicional: Kirchner ha decidido modificar las jerarquías de su propio grupo, sobre todo al instalar en la conducción del bloque al ex concejal rosarino Agustín Rossi. Por un lado, este encumbramiento resintió a los cuatro diputados que ejercieron la conducción hasta ahora. Dos de ellos, Osvaldo Nemirovsci y Jorge Argüello, se lanzaron además a una pelea encarnizada. Por otro, el Presidente decidió marginar allí a dirigentes con gran peso en su propio campo, que ahora quedaron convertidos en « viudas». Es el caso de Carlos «Cuto» Moreno, Carlos Kunkel o Dante Dovena. Este último ya comenzó a exhibir conductas típicas de «viuda»: cuando Rossi dijo, en la primera reunión de la bancada, que «el Presidente me pidió» tal cosa, Dovena retrucó: «Yo hablo con el Presidente y no me pidió lo mismo». Hizo recordar a César Arias, el fallecido Roby Fernández o Erman González, grandes «viudas» de los malditos '90. En definitiva, las tácticas de Kirchner parecen alcanzar aquí el objetivo opuesto al que se había propuesto cuando comenzó la saga electoral de este año.
LA SEDUCCION DE LA CLASE MEDIA
En este campo se han dado las máximas demostraciones de autoflagelación del Presidente en estos días.
Llama la atención que un gobierno tan complaciente con las audiencias realice una y otra vez gestos de desprecio manifiesto a la voluntad popular. En 48 horas el caso de Rafael Bielsa se ha convertido en un lugar común, que ubica al canciller en la fila de «Borocotó», de Luis D'Elía, el piquetero al que escondieron durante la campaña electoral para poder darle ahora un cargo público y, por la negativa, de Luis Patti, a quien no se impugnó en la Justicia electoral cuando se postuló pero se lo pretende expulsar ahora de la Cámara a la que el electorado lo llevó como diputado.
Tal vez haya que detenerse más en Patti que en los demás ejemplos. En ese proceso el gobierno comete un error político más evidente: pretende anular el pronunciamiento popular por el veredicto de la «corporación política» ( Cristina Kirchner), tan denostada por el discurso oficial. El Presidente echa a perder dos años y medio del marketing destinado a aplacar al rottweiler enfurecido de la clase media urbana, la de la abstención, el «cacerolazo» y el «que se vayan todos», con tres piruetas innecesarias. En el actual ciclo de desprestigio que atraviesa la política en la Argentina es jugar con fuego. Hay maneras más inteligentes para desmentir que uno es demagogo.
Esa cadena de desaciertos de la que Borocotó y Bielsa son dos eslabones, comporta un masoquismo adicional: maltrata la imagen del gobierno en especial en el distrito al que Kirchner más pretende halagar, la Ciudad de Buenos Aires. A Alberto Fernández, el jefe del oficialismo porteño, ya debería resultarle sospechoso que le encarguen sistemáticamente formar parte de la escena del crimen (es decir, de las conferencias de prensa en las que se anuncian los disparates).
Paradojas de la política, sobre todo cuando ésta es hija de la falta de reflexión y el solipsismo. Si en la lucha contra la inflación Kirchner trabaja involuntariamente en favor de Lavagna, en el desarrollo de su política metropolitana alimenta, sin que sea su propósito, los deseos de Daniel Scioli, el principal adversario político de Fernández en la Capital. Es raro: las cabezas de estos dos dirigentes eran las que estaban destinadas a rodar por haber acompañado clandestinamente a Duhalde en lo peor de la contienda. Ahora Lavagna y Scioli agigantan sus fantasías de progreso gracias a Kirchner, su jefe de campaña.
Hoy leí por ahí la palabra Gmail y capté lo valioso del servicio. E imaginé que sería porque Gmail lanza un 2.0, ¿cómo sería? ¿Archivos de fotos, para? ¿Sistema de voz facilitado? ¿Más espacio? ¿Baño? ¿Interfases para medir el colesterol? (Registros de control de variables fisiológicas que se puedan usar para hacer un inmediato control diagnóstico independiente? ¿Interlocutor? ¿Coaching standarizado? ¿bibliografía automática? ¿Detector de patologías de la personalidad (que capta recurrencias en los temas tratados en los mails, modelos actitudinales) y sugerencia de tips de mejoramiento?
Si no están en la librería a la que acuden los pueden encargar, porque hay existencia en las editoriales. O si no pueden llamar a la librería Capítulo Dos, que incluso los envía en capital sin cargo. Teléfono: 5777 8009.
Y también: “Hoy disponemos de nuevas maneras de leer, y tal vez de escribir… Las buenas maneras de leer hoy consisten en llegar a tratar un libro como se escucha un disco, como se mira una película o un programa de televisión, como se recibe una canción: todo tratamiento del libro que reclamara para él un respeto especial, una atención de otro tipo, viene de otra edad y condena definitivamente al libro. No hay ninguna cuestión de dificultad ni de comprensión: los conceptos son exactamente como sonidos, colores o imágenes, son intensidades que te convienen o no, que pasan o no pasan. Filosofía Pop. No hay nada que entender, nada que interpretar”
Charla Nietzsche y nosotros
(El mundo visto de frente)
El título propone una perspectiva: vamos a leer a Nietzsche buscando un interlocutor, no un objeto de estudio, la cual es una diferencia básica. E implica una visión del pensamiento: nosotros –el plural alude a los aquí presentes, pero también a algunas cosas de nuestra perspectiva que son comunes y determinan una interpretación del autor- nosotros, decía, creemos que pensar es parte de nuestra vida, un comportamiento corporal, una función de nuestra experiencia. Pensamos para crecer, para estar mejor, para poder más, pensamos para nosotros. Esta visión es también la de Nietzsche, en gran medida, y tiene importantes argumentos para que podamos desplegar esta perspectiva.
Nietzsche además, se mete mucho con nosotros. Es un autor al que es difícil leer con distancia. Podemos transformarlo en un autor académico, pero es desnaturalizarlo. Muchas veces se lo academiza precisamente para protegerse de su fuerza, o de su bestialidad.
Nietzsche es un poco bestial. Dice cosas a las que uno se resiste, que suenan mal. Ejemplo del Anticristo: “Los débiles y los malogrados deben perecer: artículo primero de mi amor a los hombres”. No suena Ibarrista.
Solución para poder tratar con él, para darle un sentido a su carácter tremendo: decirnos que Nietzsche nos confronta con nuestras creencias.
Les cuento qué me pasó a mí: empeceé a leerlo sintiendo que era un flor de hijo de puta y que no podía ser tomado en serio. Además, pedante, como resulta claro al leer el índice del Ecce Homo (Por qué soy tan inteligente, Por qué escribo tan buenos libros, Por qué soy tan sabio, etc). Pero al mismo tiempo que se ecuentran esas barreras, esas diferencias, uno empieza –a mi me pasó- a picotear una idea aquí y otra por allí, y a ver que detrás de esa aparente incivilización hay una visión del mundo compleja, rica, valiente, exigente, estimulante.
Uno se engancha, mi caso, por el lado de algunas afirmaciones que dan la sensación de una ventana abierta, se respura mejor. Nietzsche nos reconcilia con nosotros mismos, claro, dependiendo de quién seamos. Pero es posible que en muchos sentidos Nietzsche nos enseñe a pensar a favor nuestro, a favor de una fuerza de la vida que nos atraviesa y que a veces resulta incómoda pero que al mismo tiempo es nuestra única oportunidad.
Lo planee así: voy a ofrecerles una especie de salpicón de Nietzsche, es decir, una serie de ideas surtidas que a mi me han resultado orientadoras e interesantes, y voy a ofrecerles mis comentarios sobre ellas. El juego es el de una charla: uds me pueden interrumpir, pueden opinar y preguntar, aportar, y yo me reservo el derecho de conducir el diálogo, es decir, tratar de que las intervenciones sean breves, de ayudar a que lo sean, a conservar cierto equilibrio entre las intervenciones (que nadie acapare el diálogo) y etc.