
La imagen es un Geoffrey Humphries. ¿Por qué la puse aquí? La calidez y la intimidad que transmite es el campo de la aventura de la que hablamos.
La imagen es un Geoffrey Humphries. ¿Por qué la puse aquí? La calidez y la intimidad que transmite es el campo de la aventura de la que hablamos.
(La genial imágen es del mexicano Posadas).
El protagonista fundamental de tal alquimia es el chico con cara trágica, con aire sufrido, Bob, que no parece en lo más mínimo el marihuanero constante que era sino más bien el santo protagnista de una cantata de Bach. Y es lo que nos hace imaginar que en Jamaica el drama se vive con felicidad, lo que debe ser falso. Bob Marley fue como Caetano, figura angular de una música capaz de hechizarnos, pero con menos protagonismo narcisista, más perdido en la propia gigantesca maraña musical que engendró. Se hizo ciudadano del planeta, fecundó la música del mundo y después se murió. Su música actuó sobre nosotros como si el efecto hipnótico de sus enormes cigarrillos de marihuana lograra emanar por los parlantes. Es la prueba de que el arte es materia cargada de intensidad. Más de un argentino que no ha probado jamás ninguna droga se mambea con esta música como si fuera un alucinógeno. Ese es un logro vital, artístico, hermoso logro humano. Y saludable, además.
Tras las palabras de apertura de Jorge Triaca (h), Director Ejecutivo de PensAR, reflexionaron sobre "Política, Economía e Instituciones", y dialogaron con los asistentes el reconocido periodista político de Ámbito Financiero Carlos Pagni, el economista Carlos Melconián y el filósofo Alejandro Rozitchner; en un panel coordinado por Sergio Berenzstein, titular de Poliarquía Consultores y miembro del Patronato de la Fundación.
Pronto K va a empezar a pedir que termine la pobreza, que haya buenos planes de asistencia social. Va a pedir gasoil, trabajo, seguridad. Es como un alumno que pide que lo eximan cuando tendría que estudiar. O como un adolescente que, tirado en la cama a cuatro metros del baño, pide acceso a la ducha como si algo se interpusiera entre él y el agua.
Política es lucha por el poder, y está bien que lo sea. ¿Cómo se logra que esa lucha sea más refinada, más argumental que patoteril? Logrando elevar el nivel de la sociedad, su capacidad creativa, reflexiva, elaborativa, el estado y tipo de la participación. La pobreza nos golpeó, pero hay que verla también como una consecuencia de nuestras limitaciones, no sólo como un efecto. No es que estemos asi porque somos pobres: estamos pobres porque somos así.
También habló K de una conspiración contra él: ¿todo lo tiene a él como centro, no será mucho? El presidente tiene que hacer terapia. Es necesario, así empiezan a ocurrírsele mejores excusas. No está mal que un presidente de excusas, lo hacen todos. Mi crítica es que necesitamos excusas mejores, y para eso creo que K tiene que hacer análisis. El país avanzaría con el avance de esa terapia. ¿Y por qué no una terapia de grupo, con Anibal, Alberto, Kristina, Kunkel, Parrilli, de Vido, etc?
Alejandro: Mirá, sos tan mentiroso, sos un mistificador total. Yo querría ser un poco más mistificador, pero a mí me sale mucho la cosa de decir la verdad, y mistificar es mentir un poco. ¿Es necesario mistificarse a sí mismo para triunfar? Andrés...
Andrés: Yo creo que no es suficiente.
Alejandro: ¿Pero necesario e imprescindible?
Andrés: No, no es imprescindible. Además, no sé mentir, puedo manipular el diálogo, pero soy un mal mentiroso.
Alejandro: Por ejemplo, los Rolling Stones son terriblemente automistificadores también, ¿no? Casi te diría que ése es su negocio, total. Escuchame, ¿cómo se hará para prender el aire para que dé en el vidrio de adelante?
Andrés: Muy fácil… así, tac.
Alejandro: Bueno, continuemos con este tema que es interesante. La mistificación.
La lección parece clara: Kirchner pudo construir una presidencia cuasi hegemónica con los despojos de la vieja política y un discurso de confrontación con el pasado que le fue temporalmente funcional. Pero esa estrategia parece haberse agotado. Más aún, sus costos han comenzado a aflorar justamente ahora que necesita mostrarle a la sociedad que puede seguir gobernando otros cuatro años, y sobre todo mostrarle al mundo que la Argentina es un país donde pueden realizarse inversiones sin riesgo de ser (otra vez) expropiado.
El peronismo sobrevivió situaciones mucho más complejas –también sobrevivirá esta. Pero es probable que algunos sectores importantes de la sociedad reaccionen del mismo modo que cuando Herminio Iglesias quemó el féretro (¿casualidad? Los féretros tienen su lugar en la política nacional) o incluso con los episodios de Ezeiza en 1973: con pavor, espanto y la sensación que de esta manera el país puede entrar en otra escalada de violencia.
La gran pregunta es si el Presidente Kirchner pagará algún costo por estos incidentes.
Link: Poliarquia (consultoría de Berensztein y socios)
Link: Berensztein en Duke
El talentoso analista político Sergio Berensztein me escribe por otra cosa y al pasar me dice que los hechos de hoy merecen un comentario mio sobre si es el fin del peronismo. Yo siento que el comentario debía ser el de él que entiende más de estas cosas y ya le mandé la pregunta a ver si me la responde para publicarla en el blog.
Me limito a anotar algunas asociaciones:
1. No podemos dejar de pensar en Ezeiza, pese a las distancias. Cuando Perón llega, muerto o un poco menos, a algún lado y tiene que ser recibido por los suyos se arma un quilombo tremendo entre los que reclaman su pertenencia: hermanos que se enfrentan por el amor de un papá que a todos les dijo que eran sus preferidos. Será también porque el peronismo siempre fue una tensión contenida, bandas amuchadas sin una ideología clara que se nuclean para disputar un poder común, unidas por una especie de espíritu, por un estilo y una estética, por una argamasa fascistoide y populachera, prepotente y pragmática. A veces tienen logros, pero la verdad es que sería bueno que pudiéramos dar origen a partidos o movimientos un poco más capaces de darle vuelo a la sociedad, de hecho el peronismo remueve la pobreza pero no nos permite salir de ella. Es lo que se puede llamar “pobrismo”: la pobreza hecha valor y destino nacional meritorio.
2. El otro día en los incidentes del Hospital Francés las cámaras tomaron a varios tipos agrediendo a otros. Uno tenía un arma en la cintura. Hoy otro dispara frente a las cámaras sin ningún problema. ¿Es que no se dan cuenta o que se saben a salvo? ¿O que no les importa nada? ¿Están cumpliendo una especie de “trabajo”, y así se lo comprende en las estructuras que después no van por lo tanto a castigar sino a proteger?
3. Iba a ir Kirchner y ya no va. En el caso del Hospital Francés se sabe que Alberto Fernández anduvo muy metido, complicado, en el tema. Parece que es cierto que se trata de un grupo que da lugar a violencias. No creo que sean hombres de armas tomar (el presidente se dijo mucho últimamente, es más bien de dineros tomar, como el mencionado Alberto, cosa que ya no puede ocultarse en la retórica anti corrupción de la que siempre han hecho gala, con un cinismo gigantesco), pero creo que el tono de exasperación del presidente al final está dando sus frutos. Me parece que estas violencias se lo van a llevar puesto: no porque alguien vaya a hacerle daño, sino porque le restan mucho apoyo.
La prueba de que la naturaleza no posee la maestría que nuestra emoción quiere a veces adjudicarle es la existencia de ese ridículo pedacito colgante, órgano externo y bamboleante, ridiculez paradógica que quiere representar el poder de la virilidad y pone en evidencia en cambio la volubilidad y la fragilidad del macho.
Es que parece absurdo: ¿qué es ese pedacito en vaivén (mal planeado, prueba de la inexistencia de Dios), esa colgadura desasosegada, ese bobezno habitante de calzoncillos, cuando no flotador golpeteante de las carreras en estado de desnudez? Si hasta podría esbozarse una teoría según la cual el paso de la desnudez primaria al estado de cultura hubiera obedecido a la simple compasión por el caidito que causaba gracia y pena. Hemos acentuado el vigor de su erección, y es cosa inobjetable, sensibilidad extrema, fuerza convencida y gozosa de sí, poder procreativo, etc, pero en su existencia corriente el flácido es un poco demasiado vulnerable , digamos la verdad. Ni hablar de las sacudidas que la mayor parte de los hombres le infligen después de orinar para largue la última gotita: si no fuera tan universal ese gesto sería un hallazgo cómico.
Detrás de cada gesto adusto, de cada rostro cargado de importancia, hay un ridículo pedacito de carne desilusionado. Para producir esta imagen de contraste la simbología popular ha hecho mucho hincapié en el culo como cosa abochornante, verdad defecante capaz de contraponerse a la espiritualidad de la personalidad, y de ponerla en evidencia como falsa, movimiento vulgarizador justificado sólo en los casos en los que sirve para denunciar alguna actitud hipócrita. Pero es en el pene en donde la personalidad ofrece un frente distinto. El culo está atrás, es la espalda animal del sujeto organizado, pero el pene está adelante, y es un incongruente pedacito de animalidad desencontrada.
Nada que ver con una extremidad: con un brazo, con una pierna, músculo, tendón, dedos, habilidades infinitas. El dedo único del pubis es un apéndice con un solo movimiento automático. Su obediencia a la voluntad es extremadamente relativa, pudiendo sólo intentarse darle órdenes por vía indirecta o imaginaria. Aun en el caso de la micción, el tipo de órden -o sugerencia- que se le dirige, es indirecta, en este caso a causa de su dependencia de otro órgano guardado en el interior.
Una conversación íntima con Mariana Arias
POLÉMICO, PROVOCADOR, REBELDE,
ALEJANDRO ROZITCHNER EN DÍMELO TÚ
Filósofo de corazón rockero, puede trabajar tanto con Mario Pergolini como con Mariano Grondona. Tuvo un fugaz pasado militante, pero critica al progresismo. Escribió una decena de libros, pero fueron la televisión y la radio las que le dieron popularidad. Es inteligente, polémico y sobre todo un gran refutador de lugares comunes.
Este sábado en Dímelo Tú, Alejandro Rozitchner.
La condición humana, la forma de ser de los argentinos y los temas más candentes de la actualidad, profundizados con el inconfundible sello de este intelectual apasionado y rebelde.
Crece la politización de toma con incidentes en el Hospital Francés, se llama el artículo.
Incómodo debate oficial
Hay un uso medicinal de la marihuana, no hay un uso medicinal del tabaco.
Mueren 40 mil personas en Argentina por año por culpa del tabaco, de las cuales 6000 son fumadores pasivos (estos 6000 representan 30 Cromagnons); no muere una sola persona por consumo de marihuana en el mundo.
La teoría del escalón, que dice que los consumidores de marihuana se pasan luego a la cocaina, es falsa: la mayor parte de los consumidores de cocaina antes fumó mariuhana, pero la enorme mayor parte de los fumadores de mh jamás prueban la cocaína.
La marihuana es, en términos de salud, más benigna que el alcohol y que el tabaco, lo que pasa es que plantea una experiencia intensa que nuestro pensamiento social no sabe entender. El uso recreativo de la marihuana mejora a una sociedad.
De todas maneras mi punto principal en relación con el tabaco no es si hace bien o no a los fumadores seguir con su hábito. Por mi si se quieren matar que lo hagan, lo que no quiero es que me fumen encima.
El fumador molesta, el no fumador no. La ley protege a la mayoría que no fuma, y los fumadores no pueden entender esto por dos motivos:
1. porque no les conviene, porque hasta ahora han disfrutado de un privilegio que no merecen el de joder a todos lo que no fuman
2. porque son como bebes pegados a un chupete venenoso que para defenderlo dejan de pensar: en este momento los fumadores están haciendo un caprichito. Es hora de aceptar la ley y crecer. Aprovechen la oportunidad.
Link: Iñigo Díaz sobre Thelonious Monk Quartet con John Coltrane at Carnegie Hall
No es el oído el órgano que capta la música, es el cuerpo todo, tomado en su nivel de integración más completo: la emocionalidad. La música es cosa de emociones. El oído es el órgano puntual a través del cual se hace más perceptible ese universo emocional nómade. Si la música no encuentra donde anclar, un cuerpo que la concrete, queda cruda, sin ser del todo música.
La música tiene un deseo, seductor, de entrar en nosotros. Esa ondulación de átomos tiene una intención, la de lograr su mayor densidad posible, y eso no pasa tanto por el volumen (con el que lógicamente amplía su campo de acción) como por lograr hacerse cuerpo al ser recibida amorosamente en alguien. Rechazar una música es como rechazar un abrazo. Hay abrazos horribles. Hay seducciones torpes que provocan más rechazo que aceptación.
La relación con la música está determinada por la calidad de las experiencias emocionales que seamos capaces de tener. A una persona podemos interpretarla a partir de saber qué música le gusta. Por eso también uno se define por su música y busca un otro que guste de la música que a uno le gusta. Por eso es tan difícil tolerar las diferencias musicales, como es difícil abrazar a quien no queremos y/o no nos gusta. Hay demasiada intimidad en la música.
La música es intimidad proyectada en forma tajante, tirada al aire.
El tamaño de los volúmenes del heavy metal es lo que hace que los músicos se muevan así, como si tuvieran toneladas de metal sobre sus hombros.
La valoración de la letra es incapacidad de apreciar la música.
La música abstracta, electroacústica, concreta, es hiper racionalización y disimulo de la incapacidad de involucración emotiva.
La música clásica es música de aventuras, narraciones contadas con sonidos que sin embargo no pueden ser transcriptas a hechos concretos y narrados. Las músicas más libres, que aceptan el mayor grado de arbitrariedad.
Todo fumador es un adicto. No sólo un adicto químico, cosa que cualquier estudio puede demostrar, sino un adicto político y social, esto es: un individuo que genera una ideología alrededor de su hábito que le permite violar valores que considera sagrados y que no traicionaría por ningún otro motivo. Una querida amiga, generosa y solidaria hasta decir basta, fuma dos atados diarios (y yo sospecho que no fuma sus cigarros de a cuatro a la vez por simple prurito estético). Abandonada por su marido, educó a sus hijos sola, les dio bastante amor por los dos y gastó hasta el último centavo de sus escasos recursos en garantizarles una educación superior a la suya propia, ya suficientemente elevada. Al mismo tiempo, fue incapaz de evitarles las imborrables consecuencias de una niñez y una adolescencia invadidas por el humo, omnipresente en el departamentito de dos ambientes que habitaron durante veinte años.
En esto del cigarrillo, el del tango es un ambiente peculiar. En él, "fumar es un placer genial, sensual" por decreto. Si cada vez voy menos a las milongas, entre las muchas razones se encuentra el que no me guste tener los ojos permanentemente llorosos ni discutir con guarangos que se ofenden cuando, con un soplido disimulado, intento apartar el humo que me tiran. Es también ligeramente humillante tener que ir a lavarme periódicamente los ojos y las fosas nasales al baño. La gente suele imaginar cosas raras. Al regreso, cuelgo mi ropa del balcón toda la noche con la vana esperanza de quitarle los efluvios. ¿Exagerado? Varios milongueros no fumadores me han confesado, entre guiños propios de una conspiración, que no logran dormirse al regreso si antes no se duchan. Yo, en cambio, me acostumbro al espantoso olor que yo mismo emano después de media hora y hasta me duermo, aunque con un ligero disgusto hacia mí mismo que se transforma en asco cuando me despierto oliendo a pucho por la mañana. En todo caso: ¿quién puede juzgar si mi disgusto es exagerado? ¿Acaso quienes han sacrificado uno de los más delicados órganos del sentido al cigarrillo y están dispuestos a morir de cáncer o enfisema por la patria fumadora?
Nadie va a impedir a nadie entrar a ningún lado. No se discriminará a las personas sino a sus cigarrillos encendidos. Que los fumadores sean incapaces de establecer distinción alguna entre ambos lo dice todo sobre su calamitoso estado de enfermedad y dependencia. Entrar a un lugar sin prender sus apestosos petardos les parece tan innatural como hacerlo desprovistos de cabeza...
En fin, parece ser que la dictadura de la patria fumadora tiene los días contados. ¡Se va a acabar! ¡Se va a acabar!, me dan ganas de salir cantando. Que hayan aprobado el decreto, conjuntamente, el oficialismo y la oposición de derecha y de izquierda no está nada mal, tampoco. Acaso algo esté cambiando para bien, después de todo.
Las tensiones entre Santiago y Buenos Aires no provienen del gas. El gas no es una causa, es una consecuencia: el origen profundo reside en la política. Con visiones políticas incompatibles, los cortocircuitos sur-gen irremediablemente. El gas, las fronteras, las pasteras en Uruguay, las inversiones europeas, Dios sabe qué seguirá.
América del Sur es un escenario en que compiten dos modelos. El que campea en Chile, Uruguay, Brasil, Perú o Colombia. O el del eje Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales. El primero supone concertación inter-na
y pragmatismo externo ante la globalización. El segundo es tan poco institucional, que se lo identifica más con el nombre de sus líderes personalistas que con el de sus países. Se trata, en el mejor de los casos, de regímenes
bonapartistas que desprecian el consenso interno y, ante la globalización, optan por un testimonio ideológico de rechazo in totum antes que una laboriosa negociación que permita aprovechar sus ventajas y minimizar sus efectos negativos.
El gobierno argentino parece navegar entre ambas aguas. Se acerca a Castro-Chávez-Morales, pero no los acompaña hasta el final. No condena, por ejemplo, al capitalismo, pero vive incumpliendo sus reglas de un modo sistemático. Convoca al pluralismo, pero luego aclara que es sólo para quienes coincidan con la facción gobernante. Reclaman a Castro por violaciones comprobadas de derechos humanos a ciudadanos argentinos, pero siguen votando en la ONU contra cualquier inspección a Cuba con los mismos exactos argumentos que usaba La Habana para impedir esas mismas inspecciones a Videla o Pinochet. Y, como suele suceder, esa actitud nos coloca en el peor de los mundos. Es por ello que las políticas externas de Kirchner y Chávez no podían sino confluir: expresan procesos internos en que el proyecto de gobierno aparece difuso mientras crecen el personalismo y la hegemonía presidencial.
El bonapartismo está esencialmente imposibilitado de concertar con sus opositores porque su captación política no pasa por ofrecer soluciones a los problemas, sino el señalamiento acusatorio a supuestos responsables de todo lo que nos pasa. El sistema es atractivo: al poner la culpa siempre en terceros, exime a los votantes de ver si algo hicimos mal y tendríamos que encarar el esfuerzo de corregirlo. Y eso siempre resulta seductor.
Esa política interna se traslada automáticamente a la exterior: la cuestión no pasa más por encarar juntos los problemas que nos afecten; más atractivo es incumplir contratos y compromisos porque, de una u otra forma, el otro país se lo merece, quiso aprovecharse o cualquier otro argumento a la mano.
Lo estamos haciendo con Uruguay, a quien exigimos que desmantele la instalación industrial más importante de toda su historia en lugar de proponerles una asociación de ambos países para encararla juntos, superando el conflicto por arriba, por la cooperación, no la disputa.
No atribuyamos estos conflictos a cuestiones de carácter. Las causas son estructurales: el bonapartismo en lo interno y el chavismo en lo externo son lo mismo, sedicentes progresías que, en nombre de la revolución, nos condenan al atraso.
Ilustra la reproducción de este artículo en 100 Volando un hermoso Dubuffet.Veníamos padeciendo una especie de dictadura de los fumadores, que inundaban los espacios públicos con su humo podrido.
Ayer en Hora Clave hubo una discusión en la que mis compañeros de programa (Mariano y Luis) dejaron a mi juicio de lado sus inteligencias para defender lo indefendible, aludiendo a problemas externos al tema de la ley, tirándole mala onda a la aplicación de la misma (ellos, ambos abogados…) y fueron incapaces de entender que se trata básicamente de algo referido a los no fumadores, a los que desde ahora parece que se nos respetará más.
Respeto a mis compañeros de programa, pero cuando disentimos disentimos. Es la base del respeto, ¿no?, otra cosa sería fingir una relación sin vivirla.
La desaparición de Jorge López no tiene que ver con el pasado, y la verdad del caso no es que el pasado no haya sido vencido, sino que el presente tiene problemas que no sabemos abordar ni resolver.
La responsabilidad de esta supuesta presencia de experiencias del pasado, si se confirma lo peor, tiene que recaer de manera clarísima sobre el mismo presidente, que se ha especializado en vender ideas referidas a un mundo que había sido superado y al que consiguió reinventar.
Es una mentalidad que llega al 2000 y rebota para atrás, no puede pasar del lado de la realidad presente.
La reconciliación entre Montoneros y los militares es un tema metafísico. Es hablar de lo que no existe. Y no existe para casi nadie: solo una minoría nacional está atenta a estas cuestiones ya inexistentes. La gente está pensando en otra cosa: en como lograr su felicidad, en su situación amorosa, en sus hijos, en su trabajo o su falta de trabajo, en la inseguridad, en sus proyectos, en su depresión, en su entusiasmo o su enfermedad. No puede darse una reconciliación cuando los bandos ya no existen. Existen en la mente patológica de los que siguen viviendo en un pasado que ya no es.
¿Por qué plantean algo tan tirado de los pelos? Porque tal vez no saben tratar con el presente. Uno sigue pensando en cuando vivía con sus padres o en la novia o novio de años atrás sólo cuando no fue capaz de generar en los años siguientes situaciones de vida ricas e interesantes. El argumento de la memoria es el argumento con el que se intenta hacer valioso algo que es pura patología. Curémonos. Queramos vivir, Queramos nuestro presente.
Juan Zorraquín es un médico amigo mio, una de las personas más inteligentes que conocí, un hombre antiguo y pleno en su sensibilidad (no por eso de edad avanzada), cristiano de una manera clásica y a la vez moderna. Le plantee la siguiente pregunta para que me ayudara a entender:
¿Cómo analizás las cuestionadísimas declaraciones del Papa sobre el Islam?
El Papa, hablando en forma académica en claustro universitario, recordando sus años de profesor de teología, pronuncia una cita donde un emperador bizantino en el siglo catorce conversa con un gran califa y acusa, en ese contexto, a Mahoma, definiendo al Islam como una religión que no aporta nada bueno al mundo porque extiende su Fe con la espada.
La clase se da en Alemania coronando una gira en la cual ha dado otros discursos previos al anterior.
En ellos advierte al mundo Occidental que para la sensibilidad del mundo islámico es más intolerable e insolente el ateísmo secular que el Cristianismo en sí.
La reacción y el escándalo son inmediatos. En el Islam la furia incendia iglesias, asesina una monja, declama la necesidad del exterminio de Roma y exige un pedido de perdón por la ofensa proferida. En Occidente se lamenta lo inacertado del aserto dada las circunstancias actuales. Todos lamentan la muerte de Juan Pablo.
Benedicto se disculpa por el malentendido y lamenta profundamente que esas palabras, con las cuales personalmente no acuerda, hayan sido tomadas como propias y reclama que se advierta su contexto y el profundo sentido de su mensaje.
Hasta aquí los hechos. La pregunta es ¿que sucedió realmente?
Las interpretaciones son varias. Benedicto se ha asociado a Bush, pretende extender un desafío religioso, se aparta de la política ecuménica de su sucesor. No está aun maduro en su nuevo rol papal. El académico se distrajo y habló con sus antiguos modos reflexivos.
El tema tratado era la relación entre Fe y Razón. Es allí donde debe resonar la pregunta y buscar también la respuesta para esta novedad y desafío
¿Cual es el desafío que esas peligrosas palabras sostienen? La irrupción del siglo XXI trajo con él al 11 de septiembre. Allí, pilotos suicidas, largamente entrenados, asesinaron multitud de personas en nombre de Dios. Bush contraatacó, contra aquello que definió como el Mal, hizo dos guerras en Afganistán una, en Irak la otra, ambas irresueltas. Israel atacó al Líbano y hubo otra guerra, también irresuelta.
La relación entre dogmatismo, fanatismo, irracionalidad y fundamentalismo es largamente atribuida al mundo de la Fe. En cierto sentido lo creen los creyentes y los no creyentes dado el largo historial de guerras religiosas, el peligro de una confrontación entre civilizaciones está a la vuelta de la esquina.
Lo nuevo no es otra cosa que intentar encontrar un fundamento para resolver el conflicto entre una Razón que desconoce la Fe y una Fe que no oye razones, un conflicto que de ahondarse nos empuja lentamente a un abismo.
¿Que fundamento encuentra? El fundamento de un valor: el supremo valor de la vida humana. Los griegos definían a la vida como zoe (simple hecho de vivir común a hombres, animales y dioses) y como bios (forma propia de vivir de un individuo o un grupo). La vida (zoe) no puede ser atacada por ninguna razón y ninguna Fe. La Fe es accesible por la Razón y esta por aquella pues ambas son producto de un mismo Creador. El desencuentro de ambas es un error que debe ser subsanado.
El mundo secular sordo a la sensibilidad religiosa está en peligro porque una gran dimensión del hombre se mueve por Fe y la Fe no puede matar en nombre de Dios pues sería un acto irracional imposible de aceptar para ningún creyente en el decálogo que revela el texto sagrado.
Marca así dos campos de responsabilidades el primero en el Monoteísmo que debe entender que hay una Moral (todas las religiones la predican) que no puede entrar en una contradicción con una Ética de origen Divino, pues Dios no es contradictorio, es innombrabilidad y Misterio pero no contradicción. La otra responsabilidad le cabe a la sensibilidad atea que usufructúa contenidos éticos de origen religioso y que se muestra impotente para plasmarlos desde si misma. Es el grito dostoiewskiano "Si Dios ha muerto todo está permitido”
La Fe no puede matar, la Razón debe Sentir, estas obligaciones existenciales se le presentan a un mundo humano que está globalizado y debe convivir.
No hay convivencia sin diálogo, la enorme mayoría pacifista del Islam estará optimista, pues la principal víctima de la violencia terrorista es el Islam mismo.
Las verdades enunciadas pueden ser hoy dolorosas pero enunciarlas es el único camino para abrir un diálogo que no sea de sordos.
No matarás, el quinto mandamiento, es obligación tanto de la Fe, como de la Razón, si de vivir se trata.
Juan dice que cuando va sentado en el colectivo y su codo toca el de la vecina no lo retira para que la pobre no se sienta despreciada. Ximena flashea cuando camina por Libertador un día de sol, porque siente que sobre ella hay tanto cielo y tanta luz. Luis imaginó tirar bidones de LSD en los depósitos de agua de la ciudad para que la población tuviera una visión de otros mundos posibles. Willie quiere preservar el hall del edificio en el que tiene su oficina, y lamenta que los plomeros hayan destrozado los mármoles del piso original sin valorar que la construcción fuera de 1900. León vive cerca de los lagos de Palermo, y se pasea por ellos como si fuera Luis XIV caminando por sus jardines privados en Versalles. En un viaje de 20 minutos en taxi desde San Telmo hasta Palermo Ralph recibe seis llamadas en su celular, una del extranjero. Cristian vuelve a su casa en tren leyendo "Las aventuras de Gulliver", que rescató de una librería que tira a la calle los libros que no puede o no quiere vender. Corchi y Mishima pasan las tardes acurrucados en el mismo sillón, durmiendo una siesta interminable, y después se lamen las pieles con ardor, hasta que llegan los humanos a la casa y corren a pedirles comida. Luciano vino de Villa María a vivir su vida, y trabaja en una estación de servicio en el turno noche, depurando su talento de escritor y músico aunque él mismo no se de cuenta. La ciudad somos nosotros.
Ya que estoy ilustro con una vieja foto de Luis, a quien quiero tanto.Las dos secretarias hablan entre sí y no me dejan escribir en paz, las perras. Y la mina de la oficina de al lado es una de esas gargantas horribles que suenan a tabaco. Podría cantar tango. Las mujeres no deberían fumar, los hombres problema de ellos.