
La lección parece clara: Kirchner pudo construir una presidencia cuasi hegemónica con los despojos de la vieja política y un discurso de confrontación con el pasado que le fue temporalmente funcional. Pero esa estrategia parece haberse agotado. Más aún, sus costos han comenzado a aflorar justamente ahora que necesita mostrarle a la sociedad que puede seguir gobernando otros cuatro años, y sobre todo mostrarle al mundo que la Argentina es un país donde pueden realizarse inversiones sin riesgo de ser (otra vez) expropiado.
El peronismo sobrevivió situaciones mucho más complejas –también sobrevivirá esta. Pero es probable que algunos sectores importantes de la sociedad reaccionen del mismo modo que cuando Herminio Iglesias quemó el féretro (¿casualidad? Los féretros tienen su lugar en la política nacional) o incluso con los episodios de Ezeiza en 1973: con pavor, espanto y la sensación que de esta manera el país puede entrar en otra escalada de violencia.
La gran pregunta es si el Presidente Kirchner pagará algún costo por estos incidentes.
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Link: Berensztein en Duke
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