La mala conciencia ve al mundo de una forma impura, distorsionada y logra que el mundo le responda con esas características. Nietzsche usa la palabra “afear” para describir esta acción propia de los espíritus incapaces de grandeza: afean el mundo, es decir, lo describen y sienten con actitud miserable. La buena conciencia, por el contrario, es una apertura a las cosas.
Foto de Luciano Menardo: link.
Y la bella conciencia es recibir lo que hemos adquirido gracias a nuestra apertura.
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