
El gusto cambia, debe cambiar. Hay que abrirle las puertas a esa mutación de los placeres, para que estos puedan tener lugar. Vale más el desarrollo del gusto, su metamorfosis arbitraria, libre, que la permanencia a una fidelidad a los amores del principio. Para que el amor viva, los amores parciales deben morir. Deben, algunos, dejarle paso a otros.
Es importante que prestemos atención a estos cambios, no para enjuiciarlos, ni para aprender a gustar de “lo bueno”, sino para vivir con la mayor libertad posible las vicisitudes de nuestra percepción estética y emotiva (son lo mismo, observado desde distintos lugares). Sólo así vamos a permitirnos la libertad necesaria para que el proceso se viva de manera que pueda cumplir su función, que no es otra que la de vehiculizar la necesaria mutación individual.
Merveilleuse! Date el gusto de cambiar sería... Abrazo Ale querido!
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