Este es el principio de mi recientemente aparecido libro "Ganas de vivir". Espero que les guste:
Prólogo
Yo creo en los libros que te dejan entrar rápido, que se leen con gusto, que te llevan y te hablan claramente. Creo en las escrituras íntimas, sencillas, capaces de producir cercanía. Escribir y leer son formas de contacto, y la autenticidad es un requisito imprescindible. Si uno deja aparecer su personalidad en el libro, mejor, de eso se trata. Como lector, disfruto mucho más cuando el que escribe, sea cual sea su tema, habla un poco de sí mismo y se muestra. Y cuando lo hace sin pretensiones, cuando abre el juego de su vida e incluye en él al lector tranquilamente.
Este libro está estructurado a partir de una serie de formulaciones o premisas que tratan de asuntos básicos de la existencia, que intentan esclarecer algunas de esas preguntas elementales que compartimos como personas que existen en el mundo. Estas premisas han sido útiles para mí, me sirvieron para lograr orientación, y por eso las propongo a ustedes. ¿De qué otra manera podría saber que sirven si no me hubieran sido útiles, en principio, a mí mismo? También fueron probadas con otros: amigos, alumnos, lectores de mi blog, de mis artículos, colaboradores en distintos trabajos, compañeros de aventuras. No sirven a todos, porque nada puede hacerlo, pero han servido a muchos. ¿Tal vez también a vos? Ojalá…
Sí, hay algunas cosas que se repiten, o se dicen en distintos contextos con diferencias leves, pero como aprendí de otros autores, hay que entender que esa repetición es un modo de insistir en algunas perspectivas que se consideran fundamentales, un modo de volverlas asimilables.
La filosofía del entusiasmo es un grupo de ideas que tienen como centro de la actitud personal al entusiasmo y como visión de fondo de la realidad la afirmación total. No se habla todo el tiempo de entusiasmo, pero el entusiasmo es el producto de esta visión, su centro anímico personal. Estas ideas producen entusiasmo, porque lo valoran como la mejor posición posible en la existencia. La vida, aun la generalizada vida humana, se vive siempre desde la perspectiva del individuo, y a ella hay que atender de manera especial para producir cualquier tipo de evolución cultural.
Implícita está también la idea, básica, de que uno es responsable de su propia vida. No se trata de negar la existencia del azar, o de la fatalidad, pero sí de marcar que, aun así, hay un gran espacio para la acción posible. Uno tiene mucho que ver con la manera en la que está viviendo, con la manera en la que va a seguir haciéndolo.
Primer Capítulo
La observación de la vida real es la materia privilegiada del pensamiento
“¿A quién mata, siempre, uno?”, se preguntaba Alberto Ure, con su estilo brillante y sacado, unos cuantos años atrás. “¡A alguien de su familia!”, se respondía luego, señalando una evidencia. Así explicaba el sentido de la tragedia. No tiene nada que ver con lo que iba a decir, pero ligué las frases por el tipo de entonación con la que sentía empezar este apartado: “¿Sobre qué piensa uno siempre?”.
Piensa sobre la vida real. ¿Acaso hay otra? Podríamos postular que sí, que hay otra, la vida irreal, es decir, la vida que fracasa al ser pensada, que no se realiza al ser vivida, la vida que uno se representa erróneamente, perdiendo pie para la elaboración del pensamiento consciente. (Qué es limitadísimo, como veremos, pero que también tiene su onda…) Perdiendo pie para eso y para todo lo demás también…
¿Sobre qué es este libro? Son ideas que tratan de abordar la vida real. Esas ideas surgen siempre con una orientación, uno está buscando algo en ellas. ¿Qué? Formas de crecer, formas de más. Este libro trata sobre principios existenciales orientadores. Sobre formulaciones que ayudan a vivir, que resuelven problemas, cosas básicas que hay que entender y solucionar para poder avanzar. Respuestas a dificultades que cualquier persona enfrenta en su proceso de vida. Este pozo de sabiduría personal (¿qué?: no, no me volví loco, es un chiste con algo que dice Nietzsche describiendo su Zaratustra: “un pozo inagotable al que ningún cubo desciende sin subir lleno de oro y de bondad”, un poquito excesivo pero lindísimo, ¿qué nos hace pensar que no se divertía al escribir, cuando todo indica lo contrario?)… Retomo: este pozo de sabiduría personal, decía, lo obtuve de mi propia experiencia. O más crudamente, y sin tanto orgullo: son huellas de mi proceso de curación. Que continúa, claro, pero al que podría considerarse ya muy avanzado, sobre todo si recuerdo de donde venía, o por lo que pasé. ¿No es así la vida de todos?
Estas frases, las que hacen de eje del libro, son mis principios. Muchos de ellos los voy encontrando mientras expongo los que encontré antes, quiero decir: es un proceso constante. No lo hagamos más de lo que es: son maneras de decir, formulaciones, frases, que producen un efecto positivo en la vida corriente. Lo han producido en la mía, pretendo que repitan el efecto en el potencial lector.
Es pensamiento puesto a rendir, utilizado, trabajado para que resulte útil con la mayor utilidad que un pensamiento puede lograr: dar vuelo a una existencia concreta. Lograr que una persona se despliegue, genere, se muestre y comparta la riqueza de la que es capaz. El escenario de la vida concreta es el primer escenario, el más básico, el que permite todo tipo de desarrollo posterior.
Segundo Capítulo
Un libro te puede cambiar la vida
Un libro puede tener mucha influencia en la vida de una persona. En distintos momentos de su historia uno se encuentra con ideas y planteos que lo involucran de una manera especial. Todos tenemos dos, cuatro o cinco, o diez o veinte, libros que nos han marcado. Bien entendido creo que lo que pasa cuando un libro cala hondo es que ese libro, esa visión del mundo (ese aire, esas ideas), caen en uno como una ficha que encaja con precisión en un espacio libre que, tal vez, uno ni sabía que tenía libre. Andábamos buscando un libro, y encontramos. A los libros los usamos como ayudas para elaborar ciertas coyunturas.
Pero al sumergirnos, el libro nos trastornó. O nos acomodó. Nos hizo dar un salto. Se podría pensar también, como lo harían Irvin Yalom o Carl Rogers, que se trató de un encuentro con otra persona. Cuando en el planeta uno se conecta con otra sensibilidad que lo comprende, uno se siente real. Al tener esa entidad, crece.
Quiero aclarar que escribo este libro bajo la influencia total de, o mejor dicho, sometido a, un enamoramiento por Rogers. Hacia tiempo que no me pasaba de encontrar un autor del que sintiera que tenía tanto para aprender. O será que me calza el planteo para mis temas de ahora. Tengo que leerlo mucho, pensarlo, incorporarlo, me entusiasma y me mejora. Me llama a desarrollar lo que tengo que desarrollar, crecer lo que me toca ahora.
Ese es el eje de toda mirada y de toda intención, para Rogers: el crecimiento. Así mira también el psicoanalista inglés Donald Winnicott. La primera vez que leí las formulaciones de estos autores diciendo que el individuo era un sujeto de crecimiento, me pareció una obviedad decepcionante. Como cuando, puteando yo a alguien –contándole algún problema, supongo- en sesión obtenía como respuesta de mi analista el comentario “parece que estás enojado”. No me digas, ¿te parece? Se te va a reventar el marote a vos, de tan inteligente, eh… Esa última frase es transcripción de Tarufeti o Tangalanga, ese argentino malévolo que todos llevamos dentro.
Esas obviedades, la de que yo estaba enojado y la de que el individuo, la persona, es un crecimiento, y que el crecimiento y sus obstáculos son el eje para entender en general todo lo que le sucede a esa persona, es una verdad genial. Sencilla, la podés llevar en el bolsillo. Así hablaba Nietzsche de la verdad, jodiendo. ( En el Zaratustra la viejecilla del genial capítulo “de las mujeres viejas y jóvenes” entrega al personaje “una pequeña y revoltosa verdad”, algo así, que “grita a voz en cuello”).
Lo de ser cooptado por un libro me pasó a mí, entre otras veces, cuando leí “El erotismo”, de Georges Bataille. Un libro confuso, escrito con torpeza pero con lucidez. Sentí que pasaba de no entender nada a poder organizar una comprensión del mundo en unas líneas explicativas sencillas y abarcativas. Empezaba a entender el mundo, tenía 20 años, estudiaba Filosofía en la Universidad Central de Venezuela, era un argentino en el exilio.
El libro de Bataille tenía muchas virtudes, pero tal vez para mí había una que resultaba fundamental, la de incorporar al pensamiento filosófico la dimensión básica de la existencia: la mirada desde adentro. Hablaba de la realidad observada y vivida desde la posición de ser una persona. ¿Hay otra manera? No, pero suele pasarse por alto, sobre todo en los siempre enrarecidos ambientes de la filosofía, tal vez porque de tanta racionalidad se termina por no entender nada.
A Bataille no le parecía que se pudiese “reflexionar sobre el ser” sin tener en cuenta “las pasiones que lo animan”, y sobre todo, pasiones que son vividas siempre como expresión de una experiencia interior. Aire fresco para mi mente entonces perdida. Evolución en un estudiante que busca entender.