Yo lo ví en el Parakultural, en los años 80. Por entonces no existía el genero bizarro como tal, así que era muy novedoso ver a estos locos, hacer una mezcla casi surreralista de la cultura popular, el chabacanerismo y el caricaturismo. A muchos les chocaba la onda, estábamos lejos de imaginar, que estos eran los primeros indicios de un genero que se ganaría su espacio a nivel mundial. Es gracioso, pero a la vez completamente cierto, que sus personajes se han encarnado en la vida real, pero con la lamentable consecuencia de que son así, las 24 horas del día. Para nuestras mentes aun algo duras en esos años, donde el concepto de libertad era muy nuevo, verlos, significaba reflexionar sobre el ridículo. Sentir el frió terror de que todo ese absurdo, en definitiva, estaba representando una burla al concepto del yo. Quizás por eso, verlos era algo incomodo. Nunca se sabía hacía donde iban a terminar.
para poder ver hay que sentirse menos visto / las sociedades no están enfermas, son así / el pensamiento atrasa / hay que volver a mirarlo todo / no hay que buscar originalidad sino autenticidad / no respeto, historia, seriedad sino osadía, deseo, informalidad / el melodrama puede ser superado / no existe el pueblo, somos nosotros / hay ideas que seguimos usando sin darnos cuenta de que ya vencieron
5 comentarios:
me encanta♥
Leí la nota. Un capo Juan Acosta!
Saludos!
R.P.
Es multifacético, sensible, accesible.
Un artista adorable.
Un placer charlar con él.
Lindo lindo!
Juan es brillante. Recuerdo una nota en la que decía algo así como: soy un intelectual pero no ejerzo.
Yo lo ví en el Parakultural, en los años 80. Por entonces no existía el genero bizarro como tal, así que era muy novedoso ver a estos locos, hacer una mezcla casi surreralista de la cultura popular, el chabacanerismo y el caricaturismo. A muchos les chocaba la onda, estábamos lejos de imaginar, que estos eran los primeros indicios de un genero que se ganaría su espacio a nivel mundial.
Es gracioso, pero a la vez completamente cierto, que sus personajes se han encarnado en la vida real, pero con la lamentable consecuencia de que son así, las 24 horas del día.
Para nuestras mentes aun algo duras en esos años, donde el concepto de libertad era muy nuevo, verlos, significaba reflexionar sobre el ridículo. Sentir el frió terror de que todo ese absurdo, en definitiva, estaba representando una burla al concepto del yo. Quizás por eso, verlos era algo incomodo. Nunca se sabía hacía donde iban a terminar.
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