Es el título de un artículo que sale hoy en "Ambito Financiero", y que proviene originalmente del diario "La Vanguardia" de Barcelona. Reproduzco el comentario de Ambito y luego el artículo:
En los 7 años que Hugo Chávez lleva en el poder en Venezuela, desde 1999, ingresaron a ese país por el petróleo 350.000 millones de dólares. Sin embargo, el «índice de pobreza» ya elevado de 43% subió a 54% (cifras del Instituto Nacional de Estadísticas INE). En el mismo lapso, la indigencia subió de 20% a 28% (misma fuente venezolana). La deuda externa subió de 22.000 a 27.000 millones de dólares. En libertad económica ocupa el puesto 124 sobre un total de 127 medidos mundialmente (supera al africano Zimbabue y a Birmania y comparte el lugar con el Congo). El informe de la CEPAL 2005 dice que sólo Venezuela y la Argentina, en Latinoamérica, aumentaron la pobreza extrema. El país hoy bajo Chávez está en el puesto 75 de desarrollo humano (dato del PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) con el barril de crudo a 50 dólares y estaba en el puesto 46 con el mismo barril a 9 dólares. Según el mismo PNUD, 47% de los venezolanos vive hoy con 2 dólares diarios y 22% de la población sufre desnutrición. El único paliativo que usa el gobierno de Chávez es el conocido de los populismos de izquierda: todo está subsidiado, con lo cual la actividad privada no crea empleo, se pierde la cultura del trabajo en la gente y se cae en la apatía como lo refleja que en la última elección -sin opositores y con sólo los adictos de Chávez- se produjera una abstención de 75% que es engañosa: tanto depende la población de los subsidios del gobierno que con sólo amenazar con suspenderlos el chavismo hubiera logrado taponar de votos las urnas, si hubiera habido amenaza de triunfo de la oposición. Populismo con dinero es difícil de derrotar en comicios. Estos impresionantes datos sobre el nuevo socio de la Argentina y del Mercosur, que tantos admiran en el actual gobierno, están contenidos en una nota del periodista Joaquim Ibarz, para el diario «La Vanguardia» de Barcelona, España, uno de los dos principales de ese país.
Caracas - Me dedico a la venta ambulante porque en Venezuela sólo hay empleo en la economía informal», comenta Juan Liaño, un químico que hace dos años se quedó sin trabajo al cerrar su empresa. Vende ropa íntima femenina en un pequeño puesto que ha montado en Sabana Grande, un paseo señorial de Caracas que el presidente Hugo Chávez promovió que degenerara en un zoco invadido por buhoneros (vendedores ambulantes).
Las calles de Venezuela están atestadas de vendedores ambulantes. Al igual que Juan, otros cinco millones de personas, más de la mitad de la masa laboral del país, han recurrido al sector informal para subsistir. A Luis Fernández le bastó una pequeña cartulina en la que escribió la palabra taxi para transformar su coche en un vehículo pirata de servicio público. «Soy ingeniero, y desde que hace dos años quebró la empresa en la que trabajaba no he podido encontrar trabajo. Es humillante manejar un taxi pirata, pero de algo hay que comer», explica con pesar.
En Venezuela aumentó la pobreza en los siete años que Chávez lleva en la presidencia, aunque en ese tiempo ingresaron unos 350.000 millones de petrodólares. Hay más pobres, pese a que el presidente ha hecho de sus programas sociales una piedra angular de lo que llama «revolución bolivariana». Es una verdad que Chávez no puede tapar y que le duele. Le resulta difícil explicar que un gobierno con abundantes recursos, que fundamenta su legitimidad en la dedicación a los pobres, haya incrementado la depauperación social. Ello explicaría en parte la alta abstención que se registró en las últimas elecciones (más de 75%). Los venezolanos empiezan a estar cansados de que por causa de la corrupción -más abundante que nunca al manejarse altos presupuestos sin ninguna fiscalización- y por la acusada ineficacia de los altos funcionarios, los recursos millonarios que se destinan a programas sociales no se traducen en mejora de la calidad de vida de la población. Alivian la pobreza, pero nadie sale de pobre, excepto los que se disfrazan con el ropaje de la revolución bolivariana.
Las cifras del oficial Instituto Nacional de Estadística (INE) son contundentes: en el primer semestre de 1999, cuando Chávez asumió el poder, el índice de pobreza era de 43%; a principios de 2005 ya subió a 54%. Elías Eljuri, presidente del INE, dijo que en 1999 la pobreza extrema alcanzaba a 19,9% de los venezolanos, pero ahora ya afecta a 28,1% de la población, que no tiene ingresos ni para atender sus gastos de alimentación. Como las estadísticas del INE no le gustaban, Chávez hizo cambiar su metodología. De esta forma, por decreto, disminuyó la pobreza.
A la gente le irrita que mientras la tasa de mortalidad infantil aumentó en Venezuela en los dos últimos años, con los recursos del petróleo Chávez financie políticos populistas de media América y subsidie a algunos pobres de EE.UU.
«Hugo Chávez financia a los venezolanos pobres para que todos dependan de él», nos dice Gustavo Nahmens, un empresario de origen asturiano. «La pobreza se traga a Chávez; pensó que la pobreza se reduce con subsidios y regalando dinero. Pero la pobreza sólo se la puede combatir creando riqueza. Y Chávez parece empeñado en destruir la riqueza. No le preocupa generar crecimiento. Como considera que la riqueza está mal repartida, busca eliminar las desigualdades empobreciendo a todos, como en Cuba», dice Nahmens.
Con los enormes aportes del petróleo que puede manejar a su antojo, Chávez creó un verdadero Estado dentro del Estado, suyo, personalísimo, sin ningún límite ni control. Financiar la pobreza le cuesta caro al erario: en seis años no sólo se han gastado los 350.000 millones de dólares del petróleo, sino que, además, aumentó la deuda externa (de 22.000 millones de dólares se pasó a 27.000) y se multiplicó la deuda pública interna (en seis años, de 1.069 millones de dólares se pasó a 13.500 millones). Hay que añadir 1.000 millones de bonos en euros y una nueva emisión de otros 1.500 millones. Pero Chávez se permite comprar 1.000 millones de dólares de la deuda argentina. Crear riqueza no es prioridad para Chávez. En vez de apoyar al empresario, lo hostiga por considerarlo enemigo de clase, sobre todo si no es incondicional. La política populista del gobierno, unida a la falta de confianza en el futuro y a una política tributaria que obliga a las empresas a pagar el IVA por adelantado -sobre la base de baremos que fija el Estado-, provocó la caída de la inversión y la quiebra de muchas firmas. Según datos de Fedecámaras (organismo que agrupa a los empresarios venezolanos), en los últimos siete años ha cerrado la mitad de las empresas privadas, con el subsiguiente aumento del desempleo. Chávez maquilla las cifras, al no considerar como desempleados a quienes reciben subsidios económicos del gobierno.
Dos organismos multilaterales poco sospechosos como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) confirman la formidable paradoja: Chávez, que ha basado su discurso en la defensa de los desposeídos, no logra reducir el número de pobres pese a disfrutar de la mayor y más prolongada bonanza petrolera en toda la historia de Venezuela.
Con un precio promedio de 50 dólares el barril de crudo y exportaciones anuales de casi 1.000 millones de barriles, Venezuela descendió este año al puesto 75 en el Indice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD; en el gobierno de Rafael Caldera, cuando el petróleo se vendía a 9 dólares, Venezuela estaba en el número 46. Según el PNUD, 47% de los venezolanos sobrevive con 2 dólares diarios o menos, lo que provoca que 22% sufra desnutrición.
No existe investigación que no arroje un balance similar. El informe de la CEPAL de 2005 dice que Venezuela y la Argentina son los dos únicos países de la región que retrocedieron en la reducción de la pobreza extrema; naciones con menos recursos, como El Salvador y Bolivia, registran avances. El Banco Mundial y la CEPAL coinciden al mostrar el fracaso de Chávez en la atención a los sectores más pobres.
El analista Manuel Felipe Sierra declara que, en la medida en que se dispara el ingreso fiscal por el alza del petróleo, «en la misma proporción se deteriora la calidad de vida del venezolano».
«¿Cómo se explica que un régimen ahíto de recursos fracase en su estrategia social, si no es por el empeño de exportar un modelo revolucionario que implica la distracción de enormes recursos en una empresa incierta de colonización política en América, al alimón con Fidel Castro?», se pregunta Sierra. No es que Chávez no haya hecho nada. Ha hecho mucho, en especial en salud, educación y ayuda alimentaria. En los dos últimos años ha dedicado al menos 4.000 millones de petrodólares a programas sociales. Ha lanzado planes ambiciosos, conocidos como misiones, que facilitan de todo: educación, alimentos, viviendas subsidiadas y cuidados básicos de salud con 17.000 médicos cubanos. Las misiones de educación dan estipendios mensuales a los que asisten a programas de alfabetización o quieren estudiar enseñanza secundaria. El mayor logro de Chávez es Mercal, cadena de tiendas populares que venden alimentos a precios muy subsidiados, que ya benefician a 46,9% de la población, un vasto segmento de consumidores que nunca había sido tomado en cuenta por las empresas de alimentos tradicionales y las cadenas minoristas. Con 14.164 puntos de ventas, los largos brazos de Mercal alcanzan a más de 10 millones de venezolanos.
• Misiones
La pobreza no disminuye pese a las ayudas, lo que indica que las misiones son sólo asistenciales, sin crear empleos estables. «Es posible que las fuerzas que producen la pobreza se hayan activado brutalmente y las misiones contengan la avalancha, moderando lo que de otro modo serían cifras aún más escandalosas; también es factible que la actividad estatal esté fabricando pobres», señala el economista Carlos Blanco, profesor en Harvard. Las familias de escasos recursos se organizan para que cada miembro se conecte con el canal asistencial construido por el régimen. El aumento del asistencialismo retrae la capacidad de iniciativa. Vivir conectado a las misiones sociales anula los impulsos productivos de la ciudadanía.
Sierra explica que, hasta la llegada de Chávez al poder, el Estado redistribuía los ingresos petroleros a través del aparato productivo. «Chávez ha confiscado el ingreso petrolero para colocarlo directamente en los sectores sociales, subsidiando alimentos y servicios. En vez de generar una intermediación productiva, que daba empleo y estabilidad económica, lo traslada a la gente, estableciendo un vínculo directo entre el Estado y el beneficiario», señala Sierra.
Chávez es consciente del problema, al menos en parte. El pasado 20 de marzo reconoció que «hay que apurar el paso y ser más eficientes en la lucha contra la pobreza». No tiene empacho en decir que seguirá indefinidamente en el poder hasta acabar con la pobreza: «En 2021, cueste lo que nos cueste, habrá pobreza cero en Venezuela, sólo que debemos apurar el paso y afinar la puntería en esta batalla. Faltan apenas 16 años para 2021 y ya tenemos casi siete años aquí».