jueves, enero 31, 2008

Música de Callejón, de George Pelecanos

Si las vacaciones fueran como deben ser, para mi patología específica, los ratos de lectura serían más abundantes en conjunto que los dedicados al resto de las actividades del día sumados. Habría otras cosas que tener en cuenta, claro, comidas, siestas, pileta, encuentros...

Terminé esta excelente novela policial. Su virtud: la forma en la que uno se sumerge en el ambiente de guerra de pandillas negras en un suburbio de Washington. Está todo bien, en la novela, pero sobre todo me pareció valiosa esa descripción, que no es tanto una descripción como una visión del mundo contagiada al leerla: la violencia como prueba de valor personal, la importancia de la música, detalles de la jerarquía vivida en esos grupos, etc.

Muy recomendable. Parece que hay otras del autor con el mismo personaje: Strange. La compré en alguno de los supermercados a los que fui en estos días, a 9 pesos.

miércoles, enero 30, 2008

Lindo Dubuffet, ¿no?



lunes, enero 28, 2008

Entrevista radial

Aquí se puede escuchar el audio de una entrevista que me hicieron la semana pasada en el programa "Uno entre mil" de Cristal FM.

en La Nación

Pero la probabilidad de que a una persona le caiga un satélite fuera de órbita sobre la cabeza es mínima, según los datos existentes. Sólo existe un caso registrado, de hecho: el de una mujer de Oklahoma a la que, en 1997, le cayó en el hombro un objeto de 10 por 13 cm., que resultó ser parte del tanque de combustible de un cohete lanzado por la Fuerza Aérea de EE.UU. en 1996.

jueves, enero 24, 2008

Apuntes desde cierto alivio

Este es el artículo que escribí para DIARIO CIUDADANO, de Mendoza, esta semana:

La alternancia de los días apabullantes con los días respirables hace que miremos las cosas desde dos puntos de vista muy diferentes. Pasar por esas perspectivas sucesivamente nos hace captar matices y entender más. Nietzsche creía que esa era su cualidad principal, la capacidad de entender sedimentada por esa alternancia de estados, el haber considerado el mundo tanto desde la debilidad de la enfermedad como desde la plenitud de la fuerza.

Ir y venir muchas veces de una perspectiva a otra es lo que arma la sabiduría personal, el arte de la mirada propia se despliega en esa diversidad de posiciones y observaciones. A todos nos pasa, todo el tiempo, aunque también sucede que ese vaivén vital puede ser asumido o combatido. Nietzsche dramatizaba mucho, tal vez, al decir que esa era su peculiaridad, cuando en realidad hamacarse entre mundos es una experiencia constante y compartida.

Es cierto que uno no es el mismo, que pasan los años y aquel que uno era en 1984 no tiene nada que ver con el que es en el 2008. En cualquier lapso de diez años es posible detectar transformaciones profundas, cambios que muchas veces uno no era siquiera capaz de imaginar. Es bueno pensar que ese que uno era antes era en realidad otro. Creer que hay que restablecer siempre la continuidad (la descaminada insistencia en la identidad) es una forma de coartarse las metamorfosis necesarias. No es fácil abrir espacio al cambio, al pensarse o saberse uno siempre se congela un poco, pero ¿cómo vivir sin conocerse?

Hay formas de pensar que promueven el cambio, no valorándolo en abstracto, sino abriéndole espacio al mundo que en cada momento uno quiere, a la novedad expresada desde su lugar legítimo y específico: el deseo personal.

En la serie "Justicia Ciega" (Boston Legal), que estuvimos alquilando estos días con mi mujer, había un personaje que se quería congelar, para descongelarse dentro de cien años, poder curarse de sus enfermedades y seguir viviendo. Tal vez uno intenta esa operación a veces, y se dice: voy a quedarme quieto por ahora, me conviene moverme más adelante, cuando pueda más. ¿Es un cálculo de conveniencia o es una disculpa, un movimiento de temor?

No está mal preservarse, aunque no hay donde esconderse. Mi refugio: lindo nombre para una casita en el Tigre, pero la corriente vital llega a todas partes. Y si no hay corriente el agua se empantana, se pudre, hay más mosquitos y huele mal.

Podríamos jugar a hacer un decálogo moral de cambio y vitalidad:

1. No hay que quedarse quieto

2. No hay que preocuparse por nada

3. Que el movimiento responda al deseo

4. Es mejor pasarse de osado que de conservador

5. La identidad no es el pasado sino el entusiasmo

6. Nos define el movimiento

7. El tiempo que acepta forma es el presente

8. El miedo es generalmente un freno excesivo

9. Hay vida en todas partes, creciendo, todo el tiempo

10. Se hace lo que se puede

¿Cómo, después de todo llegamos a un final descreído? ¿O realista? "Hizo lo que pudo" me parece el epitafio universal, una especie de aprobación de lo vivido, aceptado al máximo, en su movimiento y despliegue, en lo que hubo y en lo que faltó. Puede servir tener un recurso de paz, en medio de las guerras propias. Las guerras médicas: no las del imperio persa contra las ciudades estado de Grecia durante el siglo V (gracias, Wikipedia), sino las que se viven en hospitales y consultorios. ¿Se pueden ganar?

Algunas siempre se ganan: sobre todo las pediátricas, digamos, las oncológicas suelen ser más difíciles. ¿Y las psíquicas, las del sentido? Son precisamente esas las que uno lleva a los consultorios, aunque se hable de órganos y de huesos y no de emociones o de ideas.

En todo caso: qué alivio que el verano, dentro de su crueldad, nos haya dejado respirar unos días.

lunes, enero 21, 2008

Gracias

Muchas gracias a todos los que, leyendo el posteo anterior, conectaron emocionalmente conmigo y me hicieron llegar su apoyo. Mi mamá está un poco mejor.

domingo, enero 20, 2008

Lo que dije cuando tuve que presentar a Gianni Vattimo (texto completo)

Vattimo

¿Qué es ser filósofo?

El filósofo, como tantas cosas valiosas, surge de una patología básica. Su incapacidad de abordar directamente las cosas, por falta de fuerza o de confianza o de seguridad, le hace dar un rodeo antes de llegar a ellas. El rodeo es la característica de la neurosis y el filósofo al enfrentarse a algo inicia el más largo de los rodeos: se pregunta por la posibilidad de la existencia de lo que está mirando, de lo que podría abordar directamente si no tuviera tantos problemas.

El filósofo se va al carajo, o dicho con más poesía, inicia con suerte el viaje de un alejamiento heroico y trae, en el retorno, un bien precioso, para sí mismo y para la comunidad: el sentido. El filósofo no es tan sonso tampoco: se va pero después vuelve, si puede volver, si dio su batalla por el sentido, que es una batalla que se da no sólo bajo la forma de pensamiento consciente sino también viviendo las emociones, sintiendo, probando.

El sentido es una de esas palabras difíciles que viven en el mundo de la especulación, pero es una buena palabra. Alude a la fuerza que está en la base de algo. A su dirección, a su para qué. A su desde dónde.

El filósofo se va lejos para indagar fundamentos y cuando vuelve puede desplegar una visión del mundo. Otros, los sanos, los inmediatos, cuando la ven, dicen: ah, mirá qué interesante. Tiene razón, eh. Y siguen sirviéndose grandes platos de pasta chorreantes de salsa en los que los filósofos quieren ahora meter el tenedor. ¡Como no, dr!, ¿quiere otro poquito?

Todos pensamos todo el tiempo, pero el filósofo se encarga de un tipo de pensamiento especial. Responde por el todo. Las ciencias particulares, los saberes específicos, indagan experiencias determinadas. El filósofo se interesa por todo y extrae de sus intereses una visión del conjunto. Define su conjunto. También el religioso hace eso, pero con otros recursos, es otro género de visiones, podríamos decir. Son maneras distintas, pero familiares.

La filosofía, además, no es una disciplina, es una indisciplina. Es rebelarse frente a cualquier parcialización del objeto a considerar, liberar la mirada para poder decir cualquier cosa de cualquier manera. En realidad no es cualquier cosa, es una cosa que sacó del caldo de cocción de su experiencia de vida, que integra su deseo, sus azares y sus representaciones concientes, sus predilecciones, etc. Es la menos cualquiera de las cosas, ese magma de visión.

Crea objetos, crea mundos, delimita problemas y responde como le parece que tiene que responder. Por eso la filosofía académica es difícil, porque prescribe reglas y al mismo tiempo respeta y estudia a los que no necesariamente las cumplen.

La filosofía es una fatalidad, uno la tiene en su mirada o no la tiene. Todos usamos visiones del mundo, pero el filósofo es el mecánico al que uno lleva su visión del mundo cuando no anda, cuando lo deja en la calle.

El tipo, el filósofo, tiene muchos problemas, pero también sabe que tener muchos problemas puede ser bueno. O sea: problemas no se puede no tener, pero se puede diferenciar entre problemas y problemas. Una cosa son los problemas de la debilidad, de la huída, o problemas toscos. Y otra es tener problemas de crecimiento, de esclarecimiento, de aventura, de parto. ¿De cuáles tiene el filósofo? De ambos, claro, como todo el mundo. Pero los buenos problemas le generan cosas lindas, útiles: ideas, posiciones, propuestas.

El filósofo, como todos, transforma su síntoma en campo de experiencia y producción. Y así se cura. Y entonces escribe muchos libros, habla con todo el mundo, se mete en mil temas. Es una aventura sensacional. Si termina bien, si el filósofo no queda aplastado por sus impotencias, resulta muy valioso e interesante. El filósofo es alguien muy vital en un campo importantísimo pero generalmente no cultivado como el arte que es: el pensamiento.

En un libro reciente de Gianni Vattimo, uno tiene la oportunidad de asomarse a su vida personal, y resulta muy interesante ver el escenario real de donde surge la filosofía. Una persona, con sus cosas, sus vaivenes, sus procesos, sus idas y vueltas, sus trabajos…

Lo que más me gustó a mí fue ver que es una persona dispuesta a la vida, que no se toma tan en serio las cuestiones que más le interesan, al punto de disfrutar de la vida social intelectual, algo que resulta muy difícil, al menos en la Argentina en donde todos somos muy celosos e inseguros.

A lo largo de la lectura uno ya lo va queriendo un poco, porque está abierto además al mundo de la sensibildad, porque se mete en cosas políticas sin dudarlo demasiado, porque vive su vida amorosa con ánimo de encontrarle la vuelta.

Quiero agradecerle que esté con nosotros hoy y aprovecho este prolegómeno un poco juguetón para hacerle tres preguntas y después propongo leer las que quieran hacernos llegar desde el público.

/Vattimo, por ejemplo, volvió ahora a la religión, ¿nos podría explicar ese movimiento?

/Un universo intelectual muy fluído, todos medio amigos aunque hubiera diferencias importantes? O es que así queda leído? ¿sería deseable además?

/¿Qué tema lo excita hoy?

miércoles, enero 16, 2008

Apuntes desde terapia intensiva

Una especie de purgatorio. Un espacio pulcro, en el que las personas están en veremos, al borde de la nada, exhaustas, débiles, asistidas y controladas en todas sus funciones más elementales.


Una de ellas es la propia, la persona querida, aquella por la cual uno se interna en ese mundo que es casi ya una ausencia de mundo, en donde los que están es casi como si no estuvieran. (Y sin embargo uno mira por la ventana y ve árboles y personas, inocentes, no enteradas, que hacen su vida como si todo fuera para siempre).

La persona querida está pero no está, está en lucha o abandono, enchufada en un aparato que respira por ella, que la hace respirar, en el que se delega algo que ella supo hacer siempre, la base de su vida, la toma de aire, el ingreso del alimento constante, el intercambio sostenido con la atmósfera.

La persona querida está tal vez por irse, y uno se asoma a su cuerpo tirado en una cama articulada, que se mueve porque ella no puede, atada por cables y sondas, por su propia ausencia de animación.

Es su cuerpo, pero está invadido por un monstruo, por unas células que enloquecieron y decidieron un plan propio, insensatas que no saben que asi también ellas van a terminar mal, porque están matando el cuerpo del que ellas viven, locas que pretenden todo y trabajan decididas para lograr la nada. Van por un lado, por otro, son foquistas, quieren una revolución completa, lograrán que nada viva, que todo vuelva a nivel de átomo, de sustancias químicas recombinables.

Es una tragedia atenuada, es la tragedia de la vida, la inevitable, la de todos, porque el cuerpo que está por irse tiene ya ochenta y cuatro años. Si él o la postrada fuera joven (ni hablar de si fueran niños) terapia intensiva no sería un purgatorio sino la peor de las pesadillas. Pero esta vez es una pesadilla menor, porque ya se vivió, ya se hizo (lo que se pudo, como siempre), ya se sintió, se buscó, se encontró, se dio vida, se cuidó, se miró todo lo que pudo verse.

Los aparatos hacen ruidos, intervienen en el silencio que queda abierto en la inmovilidad de la persona. Se oye una respiración, medio persona medio máquina, y hay bips y vibraciones tecnológicas. Hay una boca abierta, como tirada, hay pelo sobre la almohada, tubos, sondas, líquidos que gotean para adentro y líquidos que gotean para afuera.

Si uno creció e hizo su vida, descubre que sobrevive perfectamente. Triste, sí; angustiado, a veces; pero instalado en una cotidianidad consolidada, fuerte, llena de afectos y de potencias, cargada de deseos, de felices contratiempos, de proyectos y de posibilidades. Uno no puede menos que sentirse traidor: ella tirada, yéndose, y uno con hambre o inquietudes, con amigos y con vidas nuevas. Pero, ¿qué sería no traicionar, irse también con el otro, abrirle todo el terreno a la muerte, dejarla hacer, extenderla, entregarle todo? Es una traición necesaria, o no es una traición, es precisamente la dificultad que hace arduo al momento, que impide que las cosas sean abordables con sencillez o con lógica.

Son momentos complejos, festival de emociones y pensamientos, de recuerdos y de consideraciones, de diálogos interrumpidos y de límites insoportables que tienen de todas maneras que ser soportados, porque no queda otra y porque es así.

Pongo mi mano sobre su mano y ella no la abre para recibirme. Cuando estuvo despierta me dijo andá, andá. Me duele más. ¿Si estoy te duele más? Sí. Me voy y vuelvo. Hablamos, como si nada, o sabiendo, como si todo. La quiero, pero la quise mucho más, cuando yo era apenas y ella era todo. Ahora yo soy tanto y ella tan poco; vidas cruzadas, una que viene y pasa y otra que se queda haciendo, una que te trae y te pone, que te habilita y te deja, otra que continua y sigue, no para siempre, para después dejar paso.

Es increíble todo lo que se aprende, todo lo que se ve, todo lo que se enciende cuando tanto se apaga. Era querida, criticada, cuidada, buscada, soportada, estimulada, sostenida, combatida y aceptada. ¿Qué se lleva? Mucho, pero tiene que irse. ¿Adónde? A ningún lado. No es un ir, es un terminar. Las vidas se cierran, no se van. El que se queda siente que se fue, porque no ve más al que estaba, pero el que estaba ya no está, en ninguna parte.

La tristeza no es la palabra final, ni tampoco la trascendencia impostada. Está todo muy mezclado, es trivial y gigantesco. Es amor, es alivio, es nuevo mundo, es como tiene que ser todo. Es una despedida imposible, al menos para mí, que no toleraría decir chau sabiendo que el otro termina. Sí, viven en nosotros, aunque de ellos no quede nada. Es uno que se acuerda y que los quiere, que los lleva y que los trae, aunque cada vez vayan apagándose más, y por suerte, porque es nueva vida la que surge en las ganas de los que quedan y miran para otro lado.

Si, me doy cuenta de que puede quitársele a la muerte una capa de tragedia que no es suya sino nuestra, que aparece cuando otras cosas no fueron bien vividas o no están pudiendo serlo. No es frivolidad ser capaz de no perderse, es haber logrado consistencia. No puede no haber dolor, pero no tiene porque inundarlo todo. El amor transita más estos caminos de aceptación compleja y exigente que los de un desconsuelo abismado.

Podría hacer un final grandilocuente, el tema lo sugiere. Es mejor terminar sobrios, eludir los efectos, quedarnos con lo nuestro. Vamos viendo.

martes, enero 15, 2008

Días difíciles

Empecé posteando poco porque es Enero y estoy medio de vacaciones. Estos días estoy casi retirado del blog porque tengo a mi mamá en terapia intensiva.

domingo, enero 06, 2008

Apuntes desde el calor

El calor licúa las células blandas del cuerpo: del cerebro no queda nada, sólo los huesos resisten, exigidos. El calor desalienta el movimiento. Las ideas son torpes, como los brazos y las piernas, el aire se hace pesado y concreto, aplasta. Después todo termina, con suerte, siendo agua que cae desde el cielo, enloquecida y furiosa.

Enero es un mes tan raro, como en suspenso, un mes especial. Es un tiempo nuevo, flamante, tenemos el año entero por delante, recién empezado, dan ganas de portarse bien, de usarlo mejor, a fondo. Es una época metodológica, en la que uno intenta armar nuevas estrategias, dar con organizaciones que permitan exprimir del todo el paquete de meses que nos acaban de entregar. Es el mes en el que se piensa el funcionamiento del año, aunque esa reflexión no siempre de lugar a hallazgos importantes.

Wayne Dyer propone reemplazar la pregunta acerca de cual es el camino hacia la felicidad por la idea de que la felicidad es el camino. ¿Hacia donde? Hacia donde ella lleve, la felicidad es más una opción inmediata que el resultado de una extenso camino de construcción. Es buena la idea y es bueno sobre todo el cambio de ángulo, el señalamiento de la disponibilidad de aquello que gustamos pensar y lamentar como remoto o inaccesible. La felicidad es algo que tiene que ver con el gusto, con las pequeñas cosas que pueblan esa inmediatez desatendida, y no a las gigantescas mutaciones tan dificultosas. Lo que sucede a largo plazo, el gran dibujo de la felicidad, se arma de a pedazos, y esos pedazos están alrededor nuestro todo el tiempo. La infelicidad es una especie de frigidez, una sensibilidad inmediata que no se toma en serio, que no se entrega a sus modos y contenidos, que no despega. La infelicidad es una resistencia frente a las posibilidades dadas, una militancia en el rechazo del mundo, la negación a dejarse llevar e inventar algo.

sábado, enero 05, 2008

A los amigos del blog (del blog este, digo...)

Hago un comentario sobre Macri y caen dos o tres bombas medio idiotas, que no publico porque no voy a dar espacio a la idiotez humana (que tiene todo su derecho a existir, claro está, e incluso cumple su rol, pero a la que no quiero en este espacio) y también aparecen muchos comentarios de personas que están como enganchadas en este diálogo, que me tiran muy buena onda y en los que percibo perspectivas interesantes. Gracias. Sigamos. Pregunto otra vez, ¿qué están escuchando AHORA? (A mí las últimas cosas que me pegaron fueron -o son-: Andrew hill, otra vez; Metheny, siempre un poco, mostrando cosas nuevas -o mejor dicho, yo pudiendo verlas-; Art Blakey, creciendo para mí,... y ahora no me acuerdo más).

viernes, enero 04, 2008

Led Zeppelin otra vez


Algunos grupos envejecen con el paso del tiempo y otros se mantienen, o incluso se hacen más grandes. Zeppelin es de los segundos. Es lindo verlo a Page con una Telecaster, la que no parece ser una guitarra para bandas duras pero lo es.

Premiata Forneria Marconi


No sé de qué submundo de mi mente el otro día, dormido, me acordé de este grupo, tal vez el único grupo italiano en la historia del rock internacional, al que escuché en vivo en Barcelona alrededor de 1982, y que me causó una gran impresión. Tenía un par de discos suyos, de los que tampoco me acuerdo nada.

Contento

Muchos estamos muy contentos de ver que el nuevo gobierno de la ciudad está dando la batalla correcta: en contra de las mafias "populares" y a favor de la gente.

"Ideas Falsas" en México

Mi libro "Ideas Falsas" fue publicado en México, y esta es una reseña del periódico Reforma que me envió su autor, Guillermo Vega Z. Ojalá me escriban algunos lectores mexicanos...

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