¿Existe verdadera libertad de prensa en Argentina?
Esa pregunta fue el título de una mesa redonda en la que participé ayer, invitado por la Fundación Naumann Stifung. También formaban parte del panel Roberto García, Claudio Chiaruttini y José Benegas. Aquí va el primer párrafo:
Mi respuesta es sí. La libertad de prensa es verdadera, y muestra el grado de desarrollo que somos capaces de alcanzar. No es total, pero no lo es por causas distintas de las que podrían señalarse en una dictadura.
La libertad nunca es absoluta y sus límites son en realidad los nuestros. Se dice que en Argentina no hay libertad de prensa porque hay presiones del gobierno, o porque la publicidad oficial es discrecional, ¿pero acaso son esos límites tajantes? Pueden ser injustos, estamos de acuerdo, pero ¿acaso un medio o un programa debe aspirar a vivir de la publicidad oficial? El desafío es ser lo suficientemente consistente e interesante como para captar la atención de un grupo suficiente de personas que lo consuman, y hay una cierta mala fe en pretender ser sostenido por la publicidad del gobierno. (Recordar caso El Nacional). Y por otra parte, supongamos que por decir algo que no ha gustado a algún funcionario se recibe una llamada de este: ¿no es la actitud de los periodistas que la reciben la que permite al funcionario construir un poder restrictivo, una censura eficaz? No ha habido, que yo sepa, secuestros ni golpes, a periodistas. ¿Será también que al periodista le gusta sentirse limitado y restringido por un poder superior, porque esa posición de límite le resulta afín con los límites que acepta por su propia idiosincrasia?
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