Feriado (segunda parte)
Hace unos días hice ya un post sobre este tema (link), pero ahora quiero seguir:
Hacer que el 24 de Marzo sea feriado parece un hecho positivo y se le quiere dar el carácter de ser un acto de justicia, pero ese tipo de efemérides nos anclan a lo peor, hacen primar pesados sentidos del pasado y de fracasos anteriores por sobre la experiencia de vida y libertad posible.
Creo que el feriado del 24 expresa una especie de enamoramiento por el horror, una celebración de la muerte. Con caras compungidas –ya mayormente actuadas-, el feriado convoca a la inautenticidad moral, a la falsedad ideológica. Es la expresión de una incapacidad de vivir.
Hacer del 24 de Marzo un feriado nacional parece una idea del Proceso, más que de sus víctimas. ¿O será que las víctimas terminan atadas a su padecimiento con un perverso cariño? ¿No hay acaso muchos que encuentran sentido en una lucha ya inexistente?
Por otra parte es un hecho gracioso: necesitamos trabajar y producir, no feriados. Es trabajo y producción lo que puede producir justicia social y mejorar la vida de los argentinos, no perdernos en rememoraciones simbólicas enamoradas de un horror pasado.
Y no son estos argumentos procesistas, que valoren el gobierno militar. Simplemente creo que no tenemos que seguir actuando como personajes de una historia que ya no es. No creo en el valor de la memoria, creo en los valores vitales del deseo, las ganas, el entusiasmo, la libertad, la invención, la sensualidad, la osadía, la alegría y el encuentro. Lo que se promociona virtuosamente como “la necesidad de la memoria” es en realidad una incapacidad de ir más allá de lo ya vivido, una actitud de respeto y apocamiento emocional, una necesidad de rendir tributo al fracaso.
Lo que debe ser recordado está presente de manera inmediata en nuestro deseo y no hay que ir a buscarlo lejos. La memoria que vale es la memoria inconsciente que está presente en la forma actual de nuestra sensibilidad. Es la que hace que hoy seamos democráticos, que no haya violencia política, que la enferma y espantosa Argentina de los 70 sea por suerte un pasado superado.
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