Bill Gates y la ambición
No hay posibilidad de lograr nada sin ambición, pero espontáneamente estamos mucho más inclinados a considerarla negativa que útil. Ser ambicioso, querer algo difícil, bueno para uno, es la clave de cualquier logro o avance, incluso de los que benefician a la sociedad. ¿Por qué estamos siempre más dispuestos a criticarla que a ejercerla? Dos son las cosas básicas que explican el poder y la fortuna de Bill Gates: su mente privilegiada y una ambición feroz, desatada, que no reconoce límites. Eso ha perjudicado a muchos competidores más respetuosos, pero también produjo muchos de los avances que disfrutamos al usar computadoras. Si hiciéramos un balance, ¿no diríamos que habría que dejar más libres las fuerzas de la ambición, que es la de la vida, e incluso entrenarnos en ella, en vez de sentir que debemos domarla o restringirla?
La foto es del "atentado" que le hizo un entortador belga a Bill Gates en Febrero del 98.
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