El paro del campo
Estos fueron algunos de los comentarios que hice ayer en Hora Clave sobre el tema del paro del campo:
Sacarle plata a los que producen: eso no es gobernar, eso es administrar pobreza, generar nuevas pobrezas, el estilo resentido del rosquero político, que no sabe gestionar pero sí sabe poner límites y aparecer como rudo defensor de ideas que en verdad carecen de contenido y utilidad.
Moreno es un guapo, hace gala de las actitudes por las que el mundo nos desprecia. Como K: argentinos cancheros, sobradores, prepotentes, pseudo machos. Boxeadores de la política. Creen que solucionar las cosas es poner una buena piña. Que armar juego de producción en un país es ponerse duro e impedir ser avasallado. Lo que correspondería es hacer exactamente lo contrario: ponerse blando, inventar, ser creativo, tener virtudes más femeninas de acuerdo, arte, arreglo, invención, cuidados y detalles. Hacen gala de erecciones en público, pero el país necesita amor, no bronca y sordidez. Hay otra sexualidad política que resultaría mucho más beneficiosa. Tenemos que aprender a votar.
Creen que la política es como el rugby, tienen actitudes de gallitos.
“En el paro hay un componente político”: no sirve como argumento. Porque o bien todas las posiciones del debate son políticas, y por lo tanto el argumento se anula, o bien hay que entender que sí, que es político, que precisamente eso es la política, tratar de que el país funcione mejor. Lo que pasa es que quien suele esgrimir este argumento piensa que hacer política es buscar el poder por el poder mismo y cree que todo el mundo comparte esa actitud.
Moreno es un lindo funcionario para hacer renunciar. Es un buen fusible: destemplado, trata mal a la gente, se cree Gardel. Pero el gobierno no tiene ese estilo de renunciar funcionarios para mejorar su imagen: lo único que sabe es subir la apuesta, ponerse cada vez más arrogante. Me alegra, porque así termina antes. Algunos amigos entendidos dicen que la mejor estrategia para mejorar al gobierno es echarle leña, alentarlo, porque por su propia dinámica va a tender a incendiarse por completo y después se podrá dar el paso siguiente. Este es un gobierno de transición, creo que no hay que olvidarlo. O sea: no tiene las actitudes y las capacidades para hacer remontar a la Argentina de sus discapacidades profundas. Lo que tuvo es suerte, pero no mucho arte. El país crece pese al gobierno, y no gracias a él.
El estilo prepotente del gobierno es el de poner a todo el que disiente en el lugar del enemigo del pueblo (golpista, aristócrata, imperialista, sandeces por el estilo). La verdad es que la verdadera estrategia antipopular es la suya, el conocido fascismo populista, que como no sabe hacer inventa todo el tiempo falsos enfrentamientos. Con Uruguay, con el FMI, con las empresas, con los supermercados, con el campo, con los sojeros. Parece que fueran Cristo y los apóstoles, un grupo de iluminados, y todos nosotros fuéramos delincuentes. Política de historieta, de comic, enervante y limitada, destinada a construir de a poco un nuevo desastre del que se pueda después culpar a otro para realimentar el resentimiento y la pobreza.
1 comentario:
Ale: buscando un viejo post tuyo encontre este.... para poner lo que senti, despues de leerlo, en forma positiva diria que siempre que llovio paro, creo que estamos en el chaparron mas fuerte... ya pasara.... ( pasara? )
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