Apunte sobre artes, artesanos, épocas y personas
Hay algo que siempre me llamó la atención. Hace unos cuantos años (pero no demasiados, digamos 100) incluso el trabajador medio que se hacía una casa en un barrio la hacía con molduras y espacios amplios. Los frentes eran diseñados con esmero, con arte, con amor, con talento.
Hoy en día ni el más rico tiene la posibilidad de disfrutar del trabajo de artesanos hiper artistas como los que había entonces. Las casas de los ricos son hoy funcionales, tecnológicas, eficientes, increíbles, pero carecen del esplendor artístico que era habitual en otras épocas.
No quiero incentivar la visión desencantada o crítica de esta diferencia. Creo que tenemos que entender -pese a que lamentemos cuando observamos un mueble hecho por maestros de años atrás, que hoy sólo puede comprarse en el mercado de antigüedades- como cada época expresa su capacidad propia, en qué tipo de arte invierte su energía.
Puesto a elegir, probablemente también yo elegiría tener una súper computadora como las que son comunes hoy, y conexión de banda ancha. Pero es conmovedor e impresionante ver el nivel de capacidad sensible y de complejidad que era antes frecuente y hoy imposible.
Otro tema, implícito en este apunte, es el del lugar que ocupa la estética en cada época y el tipo de estética del que se trata. Lo increíble de todas formas es vivir en un tiempo en el que todo puede conocerse, y en el que coexiste, digamos, la posibilidad de disfrutar de Tapiés y la de disfrutar de Durero. Ese es nuestro universo estético actual, hiper amplio, dotado de refinamientos de sensibilidades extremadamente distantes, que sin embargo son capaces de coincidir en nuestros cuerpos.
Ah, me olvidaba de mencionarlo: ¿no es INCREIBLE, ese mueble?
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