Cambio, de Watzlawick, Weakland y Fisch
Este es el libro sobre el que vamos a trabajar en el curso de Abril. Quiero poner aquí algunos párrafos porque me parece que son ideas muy aprovechables en muchos contextos. Cuando uno encuentra un planteo tan fértil se siente feliz, un núcleo de ideas poderoso hace que uno también pueda ver y hacer más.
Es característico del síndrome de utopía el que las premisas sobre las que se basa sean consideradas como más reales que la realidad. Lo que queremos significar con esto es que el individuo (o bien un grupo o una sociedad entera), cuando intenta ordenar su mundo de acuerdo con tales premisas y ve fracasar su intento, no examinará, de modo típico, si la premisa contiene eventuales elementos absurdos o irreales, sino que, como hemos visto, le echa la culpa a factores exteriores (por ejemplo, a la sociedad) o a su propia ineptitud. La idea de que la equivocación puede residir en las premisas mismas es intolerable e inadmisible, ya que las premisas son la verdad, son la realidad.
Las paradojas del tipo "¡sé espontáneo!" adquieren también un relieve en el modo como determinadas personas intentan superar sus dificultades sexuales. Una erección o un orgasmo son fenómenos espontáneos: cuanto más intensamente se desea que sucedan, cuanto más se esperan y se quiere forzar su aparición, tanto menos probable es su ocurrencia. Un modo seguro de convertir un encuentro sexual en un fracaso es proyectarlo y premeditarlo previamente con lujo de detalles.
Existe, sin embargo, el hecho innegable de que, muy lejos de ser imposible, el cambio constituye un fenómeno que se da cotidianamente: la gente encuentra nuevas soluciones, los organismos sociales son capaces de auto rectificación, la naturaleza encuentra siempre nuevas adaptaciones, etc. ... Pero la aparición del cambio es considerada corrientemente como algo incontrolable e incluso incomprensible, como un salto cuántico, una súbita iluminación que sobreviene de modo impredecible al final de un prolongado parto mental y emocional, con frecuencia frustrante, a veces durante un sueño, o casi como un acto de gracia en el sentido teológico.