Intimidad 2
En su libro “El don de la terapia” el psicoterapeuta Irvin Yalom explica que el punto de partida en su trabajo en terapia grupal es la suposición de que “los pacientes caen en la desesperación debido a su incapacidad para desarrollar y mantener relaciones interpersonales gratificantes”, es decir, debido a sus problemas en la posibilidad de vivir intimidad con otros seres.
Imagino que habrá quien diga que eso prueba que la nuestra no es una época de intimidad, y que esa es la razón de que haya tanta angustia y ataques de pánico. Pero tal vez podríamos considerarlo al revés: ¿no será que la angustia (el ataque de pánico no es más que un nuevo nombre para el viejo fenómeno) sobreviene con más crudeza en un mundo más volcado al contacto y la intimidad, haciendo más patente el fracaso de quienes tienen dificultades para lograrla?
En otra época había más palabras para mostrar a la soledad y al sufrimiento del aislamiento y el desamor como situaciones meritorias: sacrificio, destino, decencia. Hoy en día, caídos esos pretextos, la soledad es simple soledad, incapacidad personal de establecer vínculos satisfactorios.
No es posible adjudicarle al momento social (con lugares comunes del tipo “el aislamiento de nuestra sociedad individualista contemporánea”) la responsabilidad por nuestras incapacidades. Falta en nuestro pensamiento el lugar de la responsabilidad personal, todo solemos pensarlo como si fuera producido por el sistema, pero no es así, miremos las cosas como son.
1 comentario:
Se angustia quien tiene dificultad para intimar, es un hecho. El principal problema a vencer es la responsabilidad personal que implica asumir esto. Muy pocos deciden hacerse cargo.
Gracias por tanta verdad.
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