Memoria
Si no recordamos vamos a repetir, suelen decir quienes están encallados en la experiencia pasada, pero es falso: repetir o no repetir no depende del recuerdo sino de otra cosa, de una capacidad de asimilar la experiencia vivida. Y además, si hoy no se repite la violencia política es porque hay memoria inconsciente, asimilada, que es la más valiosa. Esta otra cosa a la que se llama “memoria” es un desmedido amor por el pasado, un deseo de que no pase el tiempo, un amor triste por el ideal perdido. Hay que sacar las consecuencias de lo vivido: ese ideal no era tan valioso. Las realidades florecen cuando están bañadas de deseo y de ganas de vivir, y los ideales trabajan con otro material, con la ignorancia y la infantilidad de una fantasía que no quiere tratar con las cosas reales de este mundo.
Dicen: estamos así porque pasaron las cosas que pasaron. ¿Así cómo? ¿Pobres por falta de resistencia? A mi me parece que estamos así por exceso de resistencia y falta de trabajo, alegría y creatividad, por falta de invención, no por falta de memoria. Memoria tenemos de sobra, faltan otras cosas.
Ese horror hizo posible que hoy disfrutemos de una democracia más libre y asentada de la que nunca tuvimos.
No faltan los mejores de la generación: los desaparecidos no son héroes son víctimas.
No es lo mismo quien murió haciendo la lucha armada que quien murió por la locura represiva de los militares. Pero si buscamos la verdad hay que decir que quienes mataban policías y murieron violentamente habían elegido ese camino de lucha armada. Hacer de Rodolfo Walsh alguien que sólo usaba una máquina de escribir es tener poca memoria, falsear las cosas.
En Argentina tenemos tendencia a los valores tristes, valores impotentes, valores del resentimiento: memoria, justicia, homenajes…
Otros valores merecen más estímulo, y son en algún sentido, opuestos: creatividad, osadía, innovación, ganas de vivir, producción, bienestar, alegría, sensualidad, encuentro, renovación, experimentación, búsqueda de lo nuevo.
Llamamos memoria a algo que tiene mucho de olvido, verdad a una versión llena de mentiras. Y no me refiero a lo que se llaman las muertes del otro lado, sino a cómo la violencia nació dentro del peronismo, a cómo hubo miles de personas que tomaron las armas con ganas de morir y matar. En nuestro pasado hubo una insana voluntad de muerte que no merece homenaje.
Es una memoria, además, que se hace la valiente contra un enemigo que ya no existe. Y descuida enemigos que existen hoy, mucho más graves en nuestro presente: la pobreza, el hambre, la falta de educación. Hasta en los accidentes de tránsito mueren (desaparecen) por año (9 mil víctimas fatales y 100 mil lesionados, según la OIE) muchos argentinos que deberían vivir. En estos 30 años, si extrapolamos la cifra, serían 270 mil personas.
No abogar por la memoria no quiere decir promover el olvido ni el desconocimiento.
La pobreza que hoy padecemos no es resultado de que aquella lucha de los setenta se haya perdido, como dicen los que miraban con buenos ojos a aquellos luchadores idealistas, sino de transformaciones del mercado del trabajo y la producción que hoy existen en todas partes. Tal vez, si en vez de usar los ojos de la nuca y estar tan asustados hiciéramos uso de la creatividad y fuéramos capaces de mayor inteligencia hoy tendríamos una argentina mejor
Lo que usamos para pensar en el pasado no lo usamos para pensar en el futuro. Sabemos mucho más tratar con el pasado que con el futuro. Siempre nos preguntamos: ¿cómo llegamos hasta aquí?, pero la pregunta fundamental, es ¿cómo salimos? ¿Cómo mejoramos la situación, qué inventamos? Y el pasado no tiene las claves del presente, como suponen quienes enfatizan más la memoria que el deseo.
El deseo es la energía del presente, qué queremos es la pregunta, no para donde vamos.
Una cosa es no olvidar y otra es querer que las realidades viejas tengan más importancia que las realidades nuevas. La calidad de la democracia actual no depende de este tema.
Nuevas generaciones: no le tiremos una palada de bosta a los que pueden querer algo distinto. El valor de la memoria hace primar de manera excesiva la experiencia vivida sobre la experiencia posible.
Tema agua
No sé si el gobierno hizo bien o no, ni si va a saber o no qué hacer con el agua. Espero que sí. Pero quiero señalar tres cosas que tienen que ver con el fondo del tema:
1) la ideología de la nacionalización parece irrelevante –cuando no contradictoria, dada la experiencia- en cuanto a la finalidad buscada, que es la eficiencia.
2) La ideología de considerar enemigas a las empresas está basada en la más llana ignorancia y en falsedades que ocultan la responsabilidad política y la responsabilidad y la incapacidad de la población misma.
3) Se dice, con bella emoción y profundo sentido de la justicia, que el agua es un derecho. Estamos todos de acuerdo, pero eso es lo mismo que decir nada, o que expresar el mero deseo de que todos los argentinos tengan agua. El tema es cómo lo logramos, cómo llega el país a ser capaz de darse agua. La moral de los derechos es declamatoria y quietista, hacen falta acciones.
Kirchner y la izquierda
Kirchner coquetea con la izquierda y no se da cuenta de que la izquierda es inseducible: su idiosincrasia es estar en contra. Como aliada político al peronismo no le conviene porque, para decirlo en términos sencillos, es “mal agradecida”, nada le basta, es incapaz de estar contenta, siempre quiere más, siempre quiere otra cosa. Por un rato puede parecer que está contenta, pero se le pasa pronto.