El sentido de la vida
Preparando el curso llamado ¿Cuál es el sentido de la vida?, que empiezo a dictar este martes 15 de Noviembre, se me ocurren algunas cosas interesantes:
1. Que la pregunta por el sentido suele ser una manifestación de su ausencia, o al menos de cierto grado de angustia. Quien está bien atado a la vida, bien metido en un sentido pleno, no se pregunta por el sentido, opera desde él.
2. Que hay dos dimensiones de la pregunta: una la que refiere al sentido de la vida en general (LA vida) y otra la que señala el problema de la vida personal. La primera dimensión da lugar a las preguntas: ¿por qué existe todo esto?, ¿para qué fue creada la vida?, ¿qué resultado busca toda esta gigantesca experiencia?. La segunda dimensión da lugar, en cambio, a estas otras preguntas: ¿cuál es mi verdad?, ¿para qué vivo?, ¿qué tengo que hacer?
3. La pregunta por el sentido de la vida puede ser interpretada como una especie de síntoma neurótico (el sano anda haciendo sus cosas en vez de dar tantas vueltas con las ideas), pero también es la oportunidad de una salud superior, la vía de acceso para una fuerza mayor. Es posible que seamos los angustiados (o los que alguna vez estuvimos muy angustiados) los que sintamos que estos problemas son relevantes, pero en el trabajo de resolverlos, de dar alguna respuesta a estas preguntas, generamos una capacidad de vivir incrementada y muy valiosa. La claridad respecto de estas cuestiones aporta mucha libertad, mucha soltura y bienestar.
Y también, en momentos de juego y fantasía pre-curso, imaginé posibles publicidades para el curso: ¡Empiece el 2006 sabiendo cuál es el sentido de la vida! ¡Hágase a ud mismo el regalo más útil que una persona puede hacerse! Más allá del chiste, creo que tener cierta claridad respecto de esta cuestión es fuente de innumerables bienestares.
Información sobre el curso.
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