En este blog publiqué, hace unos cuantos días, el texto llamado 10 razones por las que voy a votar a Macri, que levantó tanto revuelo y tuvo tanta difusión (interesante fenómeno: un artículo en un blog termina siendo reseñado por Clarín y demás medios). Pero la semana pasada saqué en Noticias un artículo con un nombre parecido, Algunas razones para votar a Macri, que a continuación reproduzco aquí. La revista lo tituló como "Por qué elijo a Macri" y en la página siguiente había uno de Torcuato di Tella llamado "Por qué elijo a Filmus". Va este artículo como festejo de nuestro triunfo.
Algunas razones para votar a Macri
Una de las cosas más interesantes que le escuché decir a un candidato en campaña la dijo Mauricio Macri hace un par de semanas: no voy a evitar el conflicto. ¿A qué se refería? A que está dispuesto a tratar de hacer lo que considera necesario pese a que esas acciones vayan a despertar resistencia u oposición. En su visión de lo necesario muchos coincidimos, como se ve en el resultado de la primera vuelta: que el servicio público deje de tomar de rehenes a los ciudadanos y empiece realmente a ser un servicio, que el dinero del presupuesto se vuelque en obras que mejoren la calidad de vida de la ciudad de manera efectiva, que en vez de discutir inexistentes cuestiones ideológicas se trabaje con capacidad para darle al ciudadano lo mejor que se le pueda dar. En vez de proceder según el estilo demagógico intentando congraciarse con sectores “populares”, es decir, mafiosos y generadores de pobreza pero capaces de apretar al gobierno mejor intencionado hasta hacerlo ceder, su intención es trabajar la gestión de manera tal de neutralizar en lo posible tal efecto dañino y generar una cultura de trabajo y desarrollo. Sí, el escepticismo o la sospecha es correcta: ¿puede un estilo de vida que adora eludir su propia responsabilidad y recostarse en la culpabilización de otros, malos imaginarios, -estilo tan difundido entre nosotros- hacer ese movimiento y enfrentarse con el hecho objetivo de que tenemos que aprender a trabajar y a inventar, porque es nuestra responsabilidad producir una sociedad mejor? ¿Pueden las buenas intenciones de Macri aspirar a semejantes logros?
La respuesta es no, y es la respuesta que también da el mismo Macri frente a esa pregunta. ¿Quiere decir que sabe que no va a poder torcerle el brazo a la mafia populista? No, quiere decir que los ciudadanos tenemos que dejar de pensar que se trata de una acción que otros deben hacer, y que el éxito del intento está en realidad en manos de todos. ¿Qué tenemos que hacer nosotros, los que creemos que no tenemos poder? Tenemos varias tareas: para empezar votarlo, votar a Mauricio y a la gente de calidad que lo rodea: Gabriela Michetti, Horacio Rodriguez Larreta, Mariano Narodoski y tantos otros. Una de las características más auspiciosas de Macri es que haya sabido (podido, logrado) rodearse de gente de tanta calidad, que sepa que su rol no es poderlo todo sino armar juego. Son personas sensatas, preparadas, que no caben ni remotamente en la imagen infantil que el gobierno propone para ellas: no son monstruos de la derecha sino personas sencillas y capaces que quieren tratar de hacer las cosas bien, superando la hipocresía progre peronista que intenta el engaño de decirse defensores de lo popular y nacional para ocultar corrupción e incapacidad, pecados entre los cuales no sería lindo tener que elegir. Segunda tarea, sin la cual el voto queda corto: acompañar la gestión que se inicia. Es decir, dejar de sentir que somos espectadores de la escena política y de la gestión para entender que sin el uso de la oportunidad que aparece, sin nuestra acción concreta y decidida -cada uno en el espacio en el que se encuentre-, el intento no va a verse coronado por el éxito. ¿Vas a poder?, le preguntan a Macri. Y él responde: Voy a poder si lo hacemos entre todos, yo solo no, no soy mago.
Otra tarea, apasionante: desmontar el ideario progresista, la cosa ignorante y siniestra de la buena conciencia, el fascismo de lo popular, la incapacidad vestida de mérito, el amor por la pobreza y el desprecio de toda buena situación. El progresismo es uno de nuestros principales obstáculos para el mejoramiento de la sociedad. El presidente lo cultiva, porque su inestabilidad emocional lo catapulta a hacerlo aun cuando podría darse cuenta de que el recurso empieza a fallar: es un juego de fantasmas. Frente a todo problema de la realidad diaria y concreta se pretende descubrir un sentido que se remonta a pasados también ineficaces pero a los que se supone, con cretinismo enceguecido, dotados de gloria, (como cuando se dice, con pasión negativa, que los mejores han muerto). Los trenes fallan y el progresismo habla del fracaso de neoliberal, ¿no hace ya cuatro años que reina la justicia social? ¿No era el gobierno neoliberal también peronista? La ciudadanía elige a un candidato y el presidente, con el profundo desprecio que siente el progresismo por la realidad que no verifica sus hipótesis miserables, se exaspera y alude a él como si se tratara de un usurpador y no de alguien que ha ganado unas elecciones democráticas. ¿Hasta cuando vamos a padecer esta enfermedad mental, la oligofrenia de los buenos para nada? El presidente espera que la gente vote con memoria: eso es exactamente lo que ha sucedido, ¿será capaz de respetarlo?
El resultado de la segunda vuelta va a darle un golpe consistente a esta moral equívoca. Pero no empecemos ya, inconscientemente, a preparar el paso siguiente de fracaso. No armemos la escena que nos va a permitir decir después: yo voté a Macri y nuevamente me estafaron, otro político que nos engaña. En vez de permanecer en la quietud expectante del ciudadano que actúa una buena fe que no pone en obras, esta vez tenemos que ser conscientes de que el cambio se arma aportando apoyo e iniciativa. Si pensamos que todo está en manos del líder estamos armando un líder al que después poder inmolar en nuestros altares de fracaso (cosa que sabemos hacer y nos gusta). Si en cambio aprovechamos la ola de renovación para meter en ella nuestras ganas de hacer y de vivir, es posible que demos pasos importantes en el camino de la mejoría posible. No se va a solucionar todo (no es una opción real), ni va a ser un cambio veloz. Pero lo posible es una instancia plástica y gratificante. No se trata de Macri, se trata de nosotros. En estas elecciones del 24, el voto al PRO significa elegir un paso hacia la madurez.
La imagen es de Joseph Cornell.