Límites de nuestro pensamiento
Estas fueron mis conclusiones indefinidas en Hora Clave de ayer, una reflexión apenas esbozada:
Hoy en día no sabemos pensar la guerra, la violencia. Son temas difíciles, o imposibles, para nosotros, para este sentido común que encarnamos.
Por un lado representamos una sensibilidad pacifista (estamos “en contra” de las guerras, las sentimos como nefastas o negativas, inhumanas), pero por otro:
a) las guerras siguen existiendo y parecen imposibles de erradicar (parte esencial de lo humano real)
b) festejamos a los guerreros que hicieron posible la fundación de nuestra comunidad nacional en la lucha por la independencia: nuestro padre de la patria es un militar victorioso.
También hay formas violentas de participación social que a muchos les parecen legítimas: cortes de calle, boicot, expropiaciones, robos, etc. (sin hablar de la romantización de la lucha armada).
Un rasgo central es que estas violencias admitidas son siempre violencias justificadas como violencias de respuesta: empezó el otro y uno se ve forzado a ser violento en contra de su propia voluntad.
Nuestra capacidad de pensar estos temas se expresa a través de contradicciones, o bien es una facultad indecisa, o es un tema en tránsito: ¿estaremos yendo hacia una comprensión más lograda?
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