El filósofo al pensar agarra para el lado equivocado, se va lejos, a la generalidad de los conceptos, a la irrealidad de las purezas . Por lo general esa actitud hace las cosas más dífíciles, no más accesibles. En algunos casos el estilo o la doctrina permite o aconseja el regreso al mundo real de los momentos y las cosas, pero lo más frecuente es que el impulso de conceptualizar equivalga a tirar al chico con el agua sucia. En este caso el chico es el tipo con barba rodeado de libros (su mujer y su trabajo), y no hay nadie que lo arroje a ninguna parte sino sólo él mismo que hace lo que puede, y lo que puede es poco.
Esto no quiere decir que no haya sentido o utilidad en el pensamiento. Hay que aprender a pensar, para adelantar experiencias, para desentrañarlas, para construir frases que estén cargadas de sentido, capaces de aclarar problemas y situaciones, para captar las figuras que unen elementos que nos parecen dispersos sin estarlo tanto.
Pero también hay que aprender a actuar, darse cuenta de que las cosas se elaboran al suceder, en la cadena de hechos productores de consecuencias y no en un espacio previo en el que uno podría salvarse de todo. Hay que aprender a probar, a dejar que la realidad piense y halle su forma en el movimiento. Hay que aceptar que la falla es parte del trabajo de encontrar lo que sirve, y no esperar a situarse en una seguridad perfecta. La seguridad posible es seguridad para actuar y bancarse las consecuencias, no la inalcanzable seguridad de la infalibildad.
El filósofo vive diciendo siempre lo mismo, porque quiere decir el centro de las cosas, y la vida vivida y vivible está más bien en la periferia, en las opciones afirmadas hasta el punto de existencia. Pero también vive lo mismo el que actúa y al actuar repite, porque cree que las cosas son de una forma que no puede ser cambiada, removida, alterada, recreada.
La imagen es un Leger, pintor por el que tengo una debilidad.
4 comentarios:
Ale: tu alegato para pasar del pensamiento al acto, me recordó a Karlitos Marx. ¿Estás bien? :-)
Alejandro: Aunque te admiro, muchas veces me dan ganas de contestarte alguna que otra cosa. Esta vez, te has lucido realmente; tu texto corto, conciso, es una muestra perfecta de lo que querés decir; algo así como "piensen un ratito en profundidas, separen la paja del trigo, resuman, y hagan. Punto".- Creo intuir aparte, que pasamos por lo mismo: familia con hijos chicos, no mucho tiempo para boludear, porque te matan o tu mujer o las circunstancias.- Segúi así. Una pequeña joya lo tuyo de hoy, en serio.-
Javier
Hablando de Filósofos y Medios: Viste el video que anda circulando por la web de Jose Pablo Feinmann hablando de los Blogs?
Los hombres de acción avanzan sin dilaciones pues no prefijan un destino. El intelectual supone haber definido su meta de antemano y por ello evalúa los riesgos de llegar a ella; considera obstáculos para los que el "hacedor" es ciego. De tal modo, evita esos riesgos no poniéndose en acción- "El que no arriesga no pierde", piensa. Pero olvida que tampoco gana.
De algún modo, esta forma de proceder actuaría como un estigma paralizante para evitar el cual habría que emular la metodología de los hombres de acción y hacerlo conforme a esa forma, ya que no por ella. Lanzarse a actuar, olvidando un poco la evaluación de costos y beneficios y en la seguridad de que, como bien vos decís, las consecuencias sólo surgen si se inicia una cadena de hechos productores. Quizás las cosas no se consigan tal cual las pensamos, pero al tiempo aparecerán otras que no hubiéramos imaginado nunca. Como un delantero que lo único que sabe es que quiere meter el gol y se lanza hacia el arco contrario, sin certeza de cómo se dibujará la jugada pero sabiendo que si no consigue meterla en el arco contrario, al menos logrará un córner a su favor.
Como decía el slogan de un famoso café soluble: "One thing links to another".
Walter
wldoti@gmail.com
www.dequesetratatodoesto.blogspot.com
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