Qué es ser buena persona, artículo mio hoy en La Nación On Line
Empieza así:
En la misma línea en la que a tantos argentinos nos parece que abogar por el respeto de las instituciones es cosa de afrancesados, el ser buena persona es una caracterización que resulta poco seductora. ¿Quién quiere ser una buena persona? Sobre todo cuando joven, uno quiere muchas otras cosas antes que esa: prefiere ser exitoso, fuerte, inteligente, poderoso, famoso, tener talento y/o belleza, pero, ¿hay cosa menos atractiva que ser bueno?
La versión clásica de la buena persona es responsable de algunas de estas asociaciones negativas. Para la moral convencional, el bueno es el que renuncia a sí y se entrega. El que hace acciones desinteresadas, el que no se toma en cuenta. Por suerte, en nuestra época psicológicamente más esclarecida, entendemos mejor la vida y el movimiento de las personalidades, y sabemos que el desinterés de una persona por sí misma es una patología y no un valor moral. La buena persona es la que tiene entre sus intereses algo que la liga a otros de una manera profunda y directa, es decir, no quien renuncia a sí, sino la que encuentra en su interés (en su satisfacción y su contento) incluida la plenitud del otro. La quiere, la necesita, le gusta.
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