domingo, julio 08, 2007

La Patria hoy

Mandé este artículo a Diario Ciudadano, de Mendoza, en ocasión del 9 de Julio y las cosas que se dicen sobre la fecha patria.

La patria hoy

Existe la posibilidad de desencantarse, una vez más, y se la recibe con gusto, porque no es del todo elegante ni correcto perder una ocasión de drenar frustración, de lucir desencanto y de ponerse un poco triste. Me refiero al planteo según el cual las fechas patrias se han transformado en fechas insignificantes o a las que se percibe como valiosas sólo en sentidos a los que correspondería llamar “profanos”: un día libre para el descanso o el turismo.

El argumento se expresa así: no tenemos conciencia de nada, no apreciamos la historia, nos hemos desgajado del importante sentido presente en la celebración del día de nuestra independencia, somos unos frívolos que prefieren un día libre a la conexión intensa con la voz de la patria. Si, hay algo de énfasis verbal, hasta una cierta intención de poesía, pero reconoceremos que esa característica es habitual en el pensamiento sobre lo nacional, cosa que también es perceptible en la repercusión anímica de la palabra “patria”. La “patria”, palabra y concepto, es una exageración.

¿Quiero decir que no tiene que importarnos la Argentina? De ninguna manera, quiero decir que es importante que ese interés no sea fingido, que sea auténtico, y que probablemente se exprese más y mejor en otras formas que en los festejos de las fechas históricas. ¿No es importante la historia? Claro que lo es, pero más importante somos nosotros. Y en cierto sentido hay oposición entre el pasado y el presente, entre las figuras históricas y nosotros, de manera tal que si los índices de sentido son tomados de las referencias propias de épocas lejanas no se logra construir una versión eficaz del mundo. No somos un sujeto histórico, somos nosotros, con nombre y apellido, con amigos y parientes, trabajos y placeres.

Por ejemplo: la valoración de la independencia. Es justa, evaluada como momento histórico la independencia fue un momento crucial, un paso hacia la constitución del espacio humano que hoy llamamos Argentina. Pero tal valor no puede ser trasplantado sencillamente como valor a nuestra realidad actual, en la que sería mucho más adecuado lograr entender los modos y necesidades de la interdependencia. Hoy en día buscar independencia es equivalente a desconocer la realidad. ¿Y existe realmente esa valoración descaminada de la independencia en nuestro presente? La hay: el gobierno constantemente plantea escenarios en donde las relaciones con los otros (países, entidades administrativas, empresas, líderes) son planteadas apelando a ese sentido caduco y contraproducente. Sus actitudes, compartidas por muchos, hacen gala de un desplante ilógico, como si se tratara de ponerle límite a algo y no de hacer crecer nuestra sociedad.

Pero también cuenta el modo auténtico de nuestros sentimientos, de manera que más que lamentar la ausencia de la noción de patria en nosotros haríamos mejor en tratar de entender de qué manera el país se nos vuelve significativo y necesario, para dar una versión realista y productiva, que represente nuestra realidad y nuestras necesidades actuales. ¿Por qué no pensar que la patria es precisamente aquello de lo que se disfruta en un día libre? ¿Por qué creer que es el semblante grave y el gesto adusto el que corresponde, por qué acudir a lo solemne, como si la emoción real no fuera suficiente o verdadera? ¿Qué necesidad hay de forzar las cosas, en vez de entenderlas y potenciarlas?

Decir que la patria es una exageración es decir que la misma palabra con la que intentamos designar nuestra aventura nacional (y es bueno llamarla aventura, porque es un paso de acción y de búsqueda, un afán de logro) plantea las cosas en un nivel al cual no podemos sentir como propio. La única manera de ser patriota es representar un papel, fingir un rol. ¿No podemos querer a la Argentina, entonces? Claro que sí, podemos, pero probablemente esto se de en situaciones muy distintas que la del recuerdo de su historia. Uno quiere a su país, a su comunidad, cuando expresa su deseo personal, su aventura propia, en la realidad. Cuando juega su energía a la creación de riqueza y bienestar, en esa escena aparentemente más sencilla y despojada que es la vida social inmediata.

Entonces tal vez no necesitamos ser patriotas, sino usar nuestro mundo, vivirlo, paladearlo, transformarlo, desplegarlo. O bien: ser patriota es eso, no tanto cosa de escarapelas y vivas simbólicos sino algo que tiene que ver con la asunción cierta y decidida de un mundo dado. El amor al país está en el amor por la vida propia y compartida y no en un nivel de representación cultural o político.

Sí, claro, hay otros países, Estados Unidos, o Brasil, que muestran el amor por sí mismos de maneras más decididas y más claras. Es verdad. Pero es que nosotros no tenemos esa capacidad de querer, tenemos una tendencia a atragantarnos con nuestro deseo, de manera de tomar en cuenta muchas posibles formas de frustrarlo. Y nos gusta sentir que la frustración es un mérito, que no es culpa nuestra sino de ellos, de los cuales debemos liberarnos. Que retrocedan los godos. Si algo hay que entender en una fecha patria es precisamente esto: que el país no es el pasado sino el presente, que no se trata de gestos vacíos sino de vida concreta querida y bien jugada.


La imagen es de Nenad Stankovic.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, buenas. Simplemente felicitarte por el blog. Me encontré con textos muy bien escritos.
Un saludo!

AOF dijo...

Interesante artículo, justamente el otro día estaba reafirmando mi rebelión contra la exaltación esagerada del nacionalismo, en lo personal (no digo que sea bueno o malo). siento a la identidad nacional como una especie de orden artificial impuesto desde ciertos dogmas, un conceptohipotético, la realidad es que no comparto demasiado con habitantes de otras comunidades del territorio nacional, tengo costumbres distintas, y mis afectos y emociones naturales apuntan en otra dirección, los símbolos, los héroes y próceres y los hitos históricos me interesan desde el punto de vista intelectual y por su influencia en cosas que pueden ser consideradas más triviales como las costumbres heredadas y el impacto sobre las circunstancias presentes, quizá también como punto de comparación. Pero en realidad si alguna vez sentí alguna emocion considero que estuve condicionado por la "obligación de querer a la patria". Por otro lado veo las exhortaciones nacionalistas de los políticos como herramientas de control sobre la población, sobre un llamado a colaborar con la construcción de un poder de dudosa legitimidad sobre ciertos aspectos, no me gusta el nacionalismo, además fué un rasgo característico de gobiernos totalitarios (recordemos lo que pasaba mientras se festejaba el mundial 78). Si comparto el interés por una administración más transparente y eficiente de la cosa pública, porque con mi trabajo ayudo a financiarla y intentar que sea un instrumento de justicia social y distributiva.

Anónimo dijo...

Hola Alejandro:
Me gustó eso que escribiste sobre la interdependencia: “... sería mucho más adecuado lograr entender los modos y necesidades de la interdependencia. Hoy en día buscar independencia es equivalente a desconocer la realidad”.
Sería bueno que tuviéramos un poco de humildad y sabiduría para comprender que a los desastres naturales (ej. el último tsunami) y a los accidentes humanos (ej. Chernobyl) no les importa las fronteras nacionales. No podemos ser tan miopes. Cada cosa que hacemos (o no hacemos) tiene consecuencias sobre el ambiente que nos rodea. Y tenemos que recordar que cada uno de nosotros forma parte del ambiente del otro. Nosotros también podemos trabajar y actuar de forma interdependiente si ampliamos nuestra consciencia.
Existen varios grupos, académicos y universidades que están trabajando sobre el tema y han propuesto un día de la interdependencia para comenzar a canalizar este deseo:
http://www.civworld.org/
http://www.open.ac.uk/socialsciences/interdependenceday/index.html
Sobre quienes lo han estado proponiendo:
http://www.co-intelligence.org/interdependenceday.html
Hay mucho más material en google.
Es un tema para seguir investigando (y aplicarlo).
Hasta luego.

Anónimo dijo...

Una idea más.
Algo que me pareció interesante es que también se vienen generando movimientos refundacionales con respecto a los días de la independencia. Por ejemplo, en una nota que le realizara Miguel Grinberg a Ludovica Squirru,
Ludovica ha iniciado un fundación para refundar la fecha fundacional del país. Es muy interesante que el ex-presiente de Uruguay, Dr. Julio Ma. Sanguinetti, esté promoviendo una refundación similar para Uruguay. Ambos textos fueron publicados en el blog Neuro-Salvaje:
http://neurona-salvaje.blogspot.com/2006/11/entrevista-ludovica-squirru.html
Hasta luego.

Anónimo dijo...

No estoy para nada de acuerdo.
El patriotismo es, a mi entender, esencial en la vida colectiva y en la individual de una sociedad.
Sin patriotismo, ¿que seria de EEUU, Japón o Inglaterra?

Ser argentino es decir "vos" en lugar de "tu", es el tango, es la comida, es el clima, el paisaje, el carácter, es sentirse hermano y compatriota tanto de alguien apellidado Nahuelpan o Fernandez, o Paterson o Rozitchner.
Ser argentino es ser calentón, contradictorio, caprichoso, egoísta, izquierdista de derecha y un millar de cosas más, algunas buenas y otras pésimas.
Pero de todas ellas, yo me hago cargo.

Por el contrario, creo que decirse "no-patriota" es un frustrado intento de despegarse de todas esas cosas arriba enumeradas.
Por ej, vos Alejandro, sos recontra argentino.
Y, para mi, este texto solo te hace aún "más" argentino.

lo digo con respeto y con admiración...espero que no lo tomes a mal.

saludos.

Federico Burundarena.

Unknown dijo...

Jamas comprendi el sentimiento del patriotismo.

Y menos cuando leo a gente como "anonimo" que plantea comportamientos que son claramente estereotipos de propaganda de mundial de futbol como carceles de las cuales nadie puede zafar.

Anónimo dijo...

Quizá haya sido la influencia de la escuela que hizo mella en mí:una especie de culpa, que en una etapa de mi vida, me hacía sentir mal poque no le daba mucha bola a las fechas patrias y a usar escarapela. Luego con el paso del tiempo, y ahora leyendo este artículo, me doy cuento de algo: yo quiero al país muy íntimamente, no necesito ponerle una banderita al auto y salir a tocar bocina fingiendo algo que no siento.

Saludos

Sal dijo...

Que facil es hablar quando se tiene un estado y sobretodo un ejercito para defender lo de uno aunque sea para imponerlo en tierra ajena.

Esto es lo mismo de aquel que decia que era del mundo, internacional- pero siempre concibia el mundo en castellano!

Anónimo dijo...

Me extraña que un judío, cuya identidad como tal existe solo y nada mas por que se negaron a olvidar su tradición y su historia, llegando incluso a no casarse con otro que no sea judío para conservar esa identidad(por eso no desaparecieron de la faz de la tierra al no tener un país donde vivir) nos induzca a olvidar nuestra historia y nuestras fechas fundamentales que nos reafirman como nación.
.Justamente necesitamos de eso por que este es un país generoso,lleno de gente que añora otras geografías, algunas que ni siquiera conocen.
Chile, Uruguay, Brasil, USA, Méjico, son super nacionalistas, y no veo que les vaya mal por eso.
Ud. mismo es muy judío, religión que a veces es una patria.Déjenos tener la nuestra, aunque ud. no la quiera.
Va con onda...

Alejandro Rozitchner dijo...

No soy judio ni me interesa el judaísmo. Qué manera de suponer cosas sin fundamento...

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