jueves, noviembre 06, 2008

Jimi Hendrix - Biografía 5



Jimi le contó después a un amigo que en su primer viaje en ácido “se miró al espejo y pensó que era Marilyn Monroe”. Después de mayo de 1966, Jimi decidió mirarse en ese espejo a menudo. La dietilamida del ácido lisérgico se convirtió en una lente que filtraría gran parte de la música que Jimi creó durante el restote su vida. Con ello no quiero decir que compusiera toda su obra colocado; sin embargo, una vez que ingresó en el mundo del ácido, el pensamiento psicodélico formó parte de lo que interpretaba, de las canciones que compuso y de las letras que escribió. Jimi insistía ante sus íntimos en que él no tocaba notas, sino colores, y que “veía” la música en su cabeza a medida que la interpretaba. Su descripción del proceso creativo guarda un misterioso parecido con lo que el Dr. Hoffman escribió de su primer viaje en ácido: “Toda percepción acústica (…) llegaba a transformarse en percepciones ópticas”. Las drogas no fueron lo único que transformó Jimi aquélla noche. Blonde on Blonde, de Bob Dylan, se había editado dos semanas antes y Linda Keith tenía un ejemplar. Además de la virginidad con el ácido, Jimi tampoco había oído el último disco de Dylan. Seguramente, Jimi todavía estaba en pleno viaje cuando Dylan cantó a voz en grito: “Todo el mundo tiene que estar colocado” en la primera canción del álbum, “Rainy Day Women #12 y 35”. Más tarde, Jimi citaría Blonde on Blonde como su álbum dylaniano preferido; escuchar “I want you”, “Stuck Inside of Mobile with the Memphis Blues Again”, y la lúgubre “Sad Eyed Lady Of Lowlands” por vez primera –en pleno viaje ácido- hubiera dejado una impresión perenne en cualquiera.

Más tarde, Linda describiría aquella velada como una “noche mágica”, aunque los reportajes publicados años después, según los cuales la relación de Linda con Jimi fue sexual, no son ciertos. “Yo salía con Keith [Richards] –declaró ella-. Y era una chica de clase media con principios de clase media. Con todo, la velada fue íntima para Jimi de una manera que para él era nueva. La conversación de esa noche –sobre los temas que más apasionaban a Jimi: la música y la guitarra- no era de las que solía mantener con una mujer. A la larga, los amigos de Linda quedaron agotados por el diálogo sobre si era mejor el blues del Delta o el de Chicago, y se fueron a la cama, en la habitación de al lado. Jimi y Linda permanecieron despiertos toda la noche en el salón, castamente, según insistió ella.

Del libro: "Jimi Hendrix, la biografía. A Room Full of Mirrors", de Charles R. Cross

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