Jimi Hendrix - Biografía 14

Con Monika dormida, Jimi seguía despierto en el aeropuerto. A pesar de haberse quejado de agotamiento las dos semanas anteriores –de hecho, ya llevaba dos años quejándose de agotamiento-, Jimi no conseguía conciliar el sueño. Monika dijo que sus pastillas para dormir estaban en el lado de la habitación opuesto a la cama; en algún momento de esa noche, Jimi localizó el Vesparax. Monika tenía una provisión de 50 pastillas, y Jimi tomó nueve comprimidos. Con toda seguridad, Jimi pensó que las píldoras no eran tan potentes como los preparados estadounidenses, y como necesitaba descansar ineludiblemente, tomó un puñado. Si Jimi hubiera intentado suicidarse, no habría dejado más de 40 píldoras en el botiquín, más que suficientes para haber provocado una muerte plácida y prácticamente inmediata.

De hecho, las nueve píldoras que Jimi tragó debían de ser una dosis casi 20 veces mayor que la recomendada para un hombre de la complexión y el peso de Jimi, y le habría hecho perder el conocimiento rápidamente. A primera hora de la mañana, la mezcla del Vesparax, alcohol y las demás drogas consumidas por la noche, hizo que Jimi expulsara lo que tenía en el estómago. Lo que vomitó –sobretodo vino y comida no digerida- fue aspirado luego hacia los pulmones, causándole una parada respiratoria; una persona no embriagada habría sentido una nausea refleja y lo habría expulsado, pero Jimi no estaba en dichas condiciones. Si Monika se hubiera despertado y hubiera oído jadear a Jimi, le podría haber desatascado la columna de respiración. Las drogas y el alcohol que, imprudentemente, mezcló Jimi, se habían convertido en algo tan frecuente el año anterior, que Carmen Borrero se despertaba con frecuencia al oírle jadear y tuvo que aclararle la tráquea varias veces.

Del libro: "Jimi Hendrix, la biografía. A Room Full of Mirrors", de Charles R. Cross