lunes, octubre 01, 2007

Los Pumas y las actitudes

Hoy Ari me propuso abordar este tema. Yo no sigo mucho el deporte (digamos que nada, aunque a veces miro un rato) pero estaba al tanto de lo que había en juego y dije algunas cosas que ahora escribí más claramente en este artículo:

Los Pumas y las actitudes

Para muchos el fenómeno de Los Pumas -y sobre todo la actitud del equipo, que mantiene una visible nobleza deportiva (sí, en un deporte brutal) y una posición entusiasta- resulta ejemplar. Incluso se ha oído mucho últimamente la comparación de esta situación con la que se da en el fútbol nacional, en la que se tiende más bien a una versión deteriorada de la competencia.

Alrededor de este tema de la comparación entre Los Pumas y el fútbol es posible observar la exposición de dos facetas del espíritu nacional, dos aspectos de la Argentina, dos modos de vivir, dos tendencias que también están en nuestras personalidades.

Entre estas caras de la Argentina hay una tensión de fondo, tal vez más fundamental y orientadora de la que se arma alrededor de los temas ficcionales de “la izquierda y la derecha”. Si observamos de cerca lo que hay detrás de cada uno de los factores vamos a poder también pensar nuestra realidad con perspectivas interesantes (y que pueden permitir también ayudar por la vía de la conciencia a la producción de una evolución necesaria en nuestra mentalidad).

Una de las facetas es la que vemos en el fútbol es la más abundante y tradicional: el factor ventajita, el objetivo de ganar de cualquier modo –lo que incluye también a algunos para los que ganar mal es aun mejor que ganar bien: moral de presos, el que labura es un gil, el que hace las cosas bien es un estúpido-).

La otra faceta: para ganar bien hay que merecerlo, ganar de manera noble es ser el mejor, no parecerlo. O aun mejor: la victoria no habla de quien es cada uno (en esencia) sino de lo que pasó (del momento, la experiencia, la realidad). Pero en todo caso, si no hay satisfacción de la percepción propia del merecimiento en la victoria ésta no sabe bien. Para esto hay que ser de otra forma.

Hay que observar los mini hechos: cuando uno lleva adelante su vida, ¿cómo lo hace? Los mini hechos no son tan mini, es el lugar de la realidad. La diferencia entre evitar la trampa y a aceptar la realidad o rechazarla e inventar un subterfugio es visible en todos los campos de experiencia que podamos pensar.

Ejemplos políticos: hay una política que quiere el poder a cualquier precio, en la que hacer las cosas bien no es tan importante. De cualquier modo. Las instituciones son una mariconada burguesa, no vamos a detenernos por tan poco, además, no hay que preocuparse mucho, la gente dice muchas cosas pero no hace nada. Alguno irá preso, que se joda, se hubiera cuidado más. Si te cuidás la podés hacer bien.

Hay otra política más volcada al logro, al servicio, a la que le gusta enfrentar los problemas y resolverlos, que se sentiría más satisfecha con poder dar lugar a una mejora en la calidad de vida que con ser vulgarmente preponderante. ¿Tener el poder? Sí, pero porque puedo hacer mucho, y lindo (la estética, la belleza, tiene un lugar en este esquema, en el otro se reduce a una gracia o picardía muchas veces atractiva y hasta valiosa, pero de todas maneras de una vitalidad más limitada).

Hay que ganar bien, la competencia es necesaria, valiosa, lo es también socialmente. Hay que prepararse y hacer lo mejor posible. Muchos justifican la trampa diciendo que es la única manera de hacer las cosas. Es una visión que proyecta una visión miserable del mundo como si fuera la verdad. Se opta por la mediocridad pretextando que es la única posibilidad, ¿lo será para muchos?

En la actitud de Los Pumas se ha intuído otra cosa: una mirada entusiasta de la realidad, en la que uno puede esmerarse y lograr cosas importantes si se hace merecedor de ellas. En este esquema hay que vencer no sólo al adversario sino también cada uno a sí mismo, superar los propios límites. Es un camino de crecimiento, de logro, de disciplina y movimiento, de acción, de búsqueda, de autoconocimiento, de responsabilidad. Ganar bien es un buen concepto: ganar es un desafío, a la conquista hay que merecerla.

En el fondo la cosa es qué se hace con un problema, con un obstáculo: ¿lo aceptamos o lo negamos, le ponemos el pecho (o los), nos hacemos cargo de encontrarle la vuelta, de superarlo, o hacemos la trampa de decir que no se puede, o simulamos estar dando batalla cuando en realidad todos nuestros pasos evitan la confrontación con el esfuerzo y el trabajo, necesaria para producir resultados? Si uno lo acepta puede superarlo. Si lo niega va por mal camino: no, no hay inflación, no llueve, no empieza octubre...

10 comentarios:

Sine Metu dijo...

Alejandro: te copio aquí unos comentarios que escribí sobre el basket argentino ganador del oro olimpico y que se puede aplicar. Los pumas son un equipo globalizado pero el torneo local no lo es aún.

El primero es un post:

Sean eternos los olivos

Los juegos de Atenas nos dieron dos medallas doradas. Hace 52 años que ningún atleta argentino lograba el lugar más alto del podio.
¿Por qué ganamos en 2004?

Basket:
Porque es un equipo globalizado. La liga nacional dio difusión local al deporte y logró generar las instituciones necesarias para el despegue. Los jugadores triunfaron acá, emigraron y triunfaron en el exterior. Tres NBA (uno con anillo), dos ex-NBA, seis en la liga española, uno en la liga italiana y uno en la liga nacional. Subcampeones mundiales, eran un equipo temible y temido, candidatos a una medalla. Sólo los argentinos somos capaces de subestimarlos y de creernos que no fue un triunfo lógico. Nos gusta todo el folklore de la hazaña, de que éramos el patito feo que le ganó a los grandes.

Futbol:
Aún más candidatos. Era imposible no ganar el oro. No le ganamos a nadie. Los rivales no estaban a la altura de nuestros atletas. Veamos nuestro equipo integrado por:
Varias veces campeones de la AFA, finalistas de la Champions League, campeones de la Copa Libertadores e intercontinental, figuras de las ligas europeas y mexicana, campeones mundiales sub-20.
Y encima dudábamos.
Una satisfacción personal: El cuerpo técnico (Bielsa) no recibe medalla en los juegos.

Hockey:
Las leonas también eran candidatas al oro, pero sufrieron dos traspiés y se tuvieron que contentar con el bronce. Igual que los "monstruos" de la NBA.

Tenis:
Paola Suarez es la número uno del mundo en dobles. También era una candidata lógica.

Yachting:
Camau espínola ganó su tercera medalla olímpica con el experimentado Santiago Lange. Tampoco hay sorpresas.

Natación:
A Georgina Bardach no la conocía. Me pregunto si sus rivales se sorprendieron por su tercer puesto.
Meolans, el rey del marketing, no figuró.

¿Serán eternos los olivos? ¿Seremos capaces los argentinos de seguir generando campeones olímpicos? El secreto está en contar con una infraestructura local que permita desarrollar nuevos atletas, competir con el resto del mundo y volcar ese aprendizaje de nuevo en nuestro país.

Y el segundo una carta de lectores

Fuego griego (Enviada a La Nación el 13/8/2004, no publicada)

Señor Director:

En Atenas comenzaron los juegos olímpicos. Las naciones reunidas en busca de la gloria. Seleccionados por el mérito, los atletas se disponen a representar a sus países y competir en sus respectivas disciplinas cumpliendo las reglas.
Arbitros imparciales evitarán que los participantes violen las normas. Un control permitirá alejar y despojar de sus logros a quienes hayan cometido el fraude del dopping. Después de una vida de preparación todo será esfuerzo, talento y coordinación. Veremos sonrisas, lágrimas y sobre todo mucha emoción.
Luego terminarán los juegos y volveremos a la vida real, cada uno a su país. En algunos existen reglas claras y fáciles de cumplir. En otros no. En algunos existen jueces imparciales. En otros no. En algunos existen controles para evitar el fraude. En otros no. También allí hay medallero.
Ojalá que aprendamos de estos juegos para que nos vaya mejor en la vida real. Para que los talentosos, los que se prepararon, los que se esforzaron y cumplieron las reglas puedan triunfar, y para que todos reconozcamos sus triunfos.

Guillermo Fajardo

FV dijo...

Alejandro: genial posteo. Es verdad que lo que subyace en las posiciones que planteas son dos facetas de nuestro espíritu. Y por cierto coincido en que estas facetas son mucho más orientadoras que las de la izquierda y la derecha.
Lo que no veo es como pueda primar la primera visión por sobre la segunda, en términos de que pueda esperarse una evolución de nuestra mentalidad. (En realidad tengo la certeza de que no debería esperarse esto, no al menos si suponemos un alcance en el marco de la idea de nación).
Creo que esta es la causa más profunda que determina la fragmentación de nuestra sociedad, y me parece que son dos modos de vivir irreconciliables en el plano social.
De hecho podríamos pensar que la primera forma de vivir es la de los argentinos (creativos, apasionados, ambiciosos) que encuentran ambientes culturales favorables para su expresión. Espacios que no parecen ser muy extensibles.
De otro lado, la modalidad de vida se ajusta a una versión que no pondera la creatividad y la ambición. Y en la que la pasión se muestra como un síntoma obsesivo ligado al resentimiento y la impotencia.

También está bueno librarse de la presión de tener que sostener con el pensamiento una idea de nación que generacionalmente no nos pertenece y que es desafiada diariamente por la realidad.

Anónimo dijo...

Che tampoco hay que hacer tanto bardo Es un deporte me parece que hablar de derecha e izquierda las actitudes mini es demasiado loco Ganamos cuatro partidos de rugby porque tenemos un equipazo como en futbol como en basquet o los tenistas En criquet seguro perdemos pero no hay que hacer una disertacion filosofica VAMOS LOS PUMAS!!!!!!!!!!!

Nacho Márquez dijo...

Ale:
¿No es evidente que el fútbol argentino -no me refiero al deporte en sí, por supuesto, sino a las instituciones y personas que lo manejan y a todos los "fanáticos" y periodistas que son cómplices de esas estructuras- se parece cada vez más a aquellas costras jurásicas y atrasantes típicamente argentinas: el sindicalismo berreta y patotero, los populismos de cualquier vertiente, los centros de estudiantes "combativos" e "intransigentes"...?
Patoterismo, conrrupción, malos manejos, incompetencia, mediocridad, cerrazón, me parecen todos adjetivos que cualquiera de las actividades que mencioné merecen portar.
Fui durante años -y todavía lo soy, supongo- un entusiasta seguidor de fútbol. Sin embargo, llegué a un punto en que me cansé. De mil cosas: de que ir a la cancha sea un ejercicio temeroso de cautela y precaución, de que reine el patoterismo y la mediocridad, de que esté plagado de dirigentes corruptos e incompetentes que sumergen a los clubes en la ruina (material y moral), y por último, aunque no menos importante, de la gente, de los "fanáticos", de esa especie de seguidor desbocado y descerebrado que va a la cancha a putear al árbitro, a los jugadores, al técnico y al tipo de al lado, de esos ezquizofrénicos que un momento insultan y a los cinco minutos aplauden, de esos "vivos" que se las saben todas y que van a ver un partido casi exclusivamente para hacerse mala sangre.
Nunca me interesó el rugby -de hecho, lo odiaba cuando tenía que practicarlo en el colegio- y siempre tuve todos los prejuicios atados a ese deporte. Pero lo que pasa con los Pumas y lo que veo en cada vez más partidos po TV me ha abierto los ojos. Es esperanzador advertir que hay otros ámbitos en los que las cosas se hacen de otra forma, al menos en lo que respecta al juego y sus simpatizantes.

Mastrocuervo dijo...

Alejandro:

Se me ocurre que, además de las dos facetas que vos apuntás y que comparto, hay una coincidencia.

Durante años (mundiales del 50 y 54) el fútbol argentino no compitió en el ámbito internacional porque "éramos los mejores" y no necesitábamos demostrar nada.

Cuando por fin accedimos a confrontar, en 1958, nos echaron del mundial de Suecia con seis pepas propinadas por la selección de un incógnito país centroeuropeo, de cuyos habitantes (con buena fe) hubiéramos dudado que practicaran "nuestro" deporte.

Del 62 al 74 dimos lástima en distintas proporciones, hasta que comprendimos que el sendero del progreso estaba marcado por la competencia internacional, y salimos del cascarón.

A partir de allí mejoramos de manera constante y terminamos alcanzando el nivel necesario para jugar de igual a igual (sin "colgarnos del travesaño") con los europeos, y ganarles. Desde entonces, con los altibajos normales, estamos entre los equipos más respetados y fuertes del mundo (ganar o perder es un accidente).

El rugby, por su parte, empezó a trepar en la medida en que se animó a confrontar con las potencias y, también, cuando superó la absurda limitación del "ultra-amateurismo" que lo maniataba.

En síntesis, me parece que los dos deportes progresaron cuando abandonaron el "proteccionismo" y confrontaron con el mundo.

Lisandro FT dijo...

Comentario al comentario de Nacho:

Impresionante! Amén! Realmente creo que no podría decirse mejor lo que dijiste. No sé si el mundo del rugby es tan "idílico" pero ciertamente está a años luz de lo que describís y que te hincha las pelotas a como miles de personas como vos. El cuento es hacer algo para que eso cambie, no hay ninguna necesidad para que eso sea así. Habrá que ver qué hacer...

Saludos!

Lisandro (7 años de rugby y sólo 2 meñiques quebrados, ahora muy cómodo de este lado del touch. En fin...)

PD. Algunos hechos que pueden servir para explicar el fenómeno y aplicarlo a otros ámbitos:
1. Los Pumas prácticamente no tienen relación con dirigentes de ningún tipo. En el mundial del ´99, el de la primera hazaña, el equipo se quedó solo y siguió solo, con un entrenador neocelandés.
2. Son un grupo muy cohesionado, una familia (como dice el hooker Ledesma) o una mafia, como quieran llamarlo, pero funcionan bien así. Tienen un entrenador que es excelente y que ellos (sbore todo los llamados "líderes" o "referentes) respetan. Si no fuera así, lo rajarían y se conseguirían otro, pero no usan al entrenador para echarle la culpa de lo que ellos no son capaces de conseguir.
3. Son muy conscientes de lo que son y de lo que pueden hacer. De sus fortalezas y de sus limitaciones (será por eso que se habla tanto de su "madurez"? podríamos decir que eso precisamente es la madurez?).

4. Son (y esto sería un orgullo si pudiéramos decir que es una característica "argentina") hombres completos, ponen en juego absolutamente todo lo que un hombre puede poner y las emociones no son algo secundario. Realmente es lindísimo ver cómo, por ejemplo en la ceremonia del himno antes del partido con Francia, disfrutan y sienten plenamente un momento culminante para un deportista y permiten que la emoción se despliegue hasta las lágrimas. Otra muestra de lo completos que son (otra forma de verlo sería que como no sobresalen todos en lo físico o técnico, tienen que echar mano de todos los recursos posibles) es el partido con Irlanda, realmente un ajedrez, donde la diferencia la marcó el que hizo el planteo más inteligente.

No sé si tiene mucho que ver con esto, pero me pareció bastante miserable lo que publicaron algunos diarios irlandeses sobre su equipo nacional, que según ellos mismos, es el mejor que han logrado juntar en toda su historia. Me hizo pensar en la función del deporte profesional y del espectáculo deportivo como canalizador de las ansias de triunfo y exultación del hombre común de la sociedad de consumo. Qué triste, no? Si hay algo que está claro con los pumas, es que juegan por y para ellos. Lo del público será muy lindo y gratificante, pero es secundario. Será por eso también que nos gustan tanto?

Anónimo dijo...

Hola Gente:

Ale, hace semanas que esperaba unas palabras tuyas sobre el tema... bue, se dio. Genial. Por favor, corríjanme si me equivoco. ¿No es casi graciosa la habilidad de polarizarnos que supimos conseguir? Somos una cosa o exactamente lo contrario, si algo hay en medio es deleznable, digo: Boca – River, Futbol – Rugby, Derecha – izquierda, Rico –pobre. No se como se logra enseñarle eso a una sociedad pero que fácil seria revertirlo si apareciera alguien (gobernante, por supuesto) que no usara esto en beneficio propio.

Por otro lado, no es casual que por acá tengamos mas cultura “futbolera” que cultura “Rugbier” (fíjate que ni tenemos un argentinismo para los fanáticos del rugby, o al menos no lo conozco). En términos de rentabilidad pura, ¿Cuanto me sale generar un jugador de Futbol y cuanto uno de Rugby? ¿Cuanto tengo que invertir en la salud y el cuidado de uno y otro? y fundamentalmente… ¿Con cuanto de las ganancias de un futbolista me puedo quedar y con cuanto de un Rugbier? ¿Cual de los dos aceptara más fácilmente contratos con cifras astronómicas de las que le toca solo una porción? Entonces, Alejandro, casi sin darme cuenta, caigo en tu teoría del pobrismo. Y siento bronca porque de alguna forma me metieron en la cabeza la formula Rugby/Norte/Ricos/Garcas/Derecha = Malos contra Futbol/Sur/Pobres/Victimas/Izquierda = Buenos. Nuestro país es como es y nos pasa lo que nos pasa porque alguien mas, sino las mismas personas (gobernantes, por supuesto), se encargaron de quitarle a la gente la capacidad de rechazar los pensamientos anteriores y dejarlos jugar al deportes que mas les guste y juzgar por si mismas, sin permitir que les dirijan el pensamiento.

Mas allá de todo, el Rugby y su gente tiene muchas cosas buenas que se pueden adoptar para si, y hay gente noble y hay escoria como en todos, depende de cada uno lo que tiene ganas de rescatar.

Un Abrazo.
Ale: un gustazo escucharte x radio.

Anónimo dijo...

Señor Alejandro Rozichner:

Habitualmente abro su página y siempre me resulta muy interesante e inteligente.

Con respecto a la fiesta que estamos viviendo por estos días con el rugby, los que jugamos y los que no, deben destacarse algunas cosas que se ven por TV y que antipáticamente se tiende a compararlas con el fútbol. Ëste da tela para cortar a gusto, pero no es el tema de ahora. En los partidos que se transmiten, en todos, se observa un estricto y respetuso cumplimiento de las reglas de juego. Hay una autoridad en el campo y se acatan sus fallos sin gestos, ni bracitos en alto, ni manitos en la cabeza. Las reglas son por demás sutiles y hasta llegan a sancionar intenciones. Todos las aplican, las aceptan y las cumplen. Todos. Las tribunas están llenas de gente con distintas divisas pero nadie corre a nadie. Los jugadores, después de haber barrido literalmente a un rival lo ayudan a levantarse y al final se saludan cordialmente. Un deporte por su naturaleza fuerte y agresivo sería imposible sin la aceptación general de sus normas y limitaciones y sin el acuerdo de 15 animales con corazón de caballeros que saben que hay cosas que "no se hacen" en la cancha.

Lo saludo atentamente

Max Velarde

Diego dijo...

Alejandro

Como estas….estoy en deuda con vos por que quede en contarte como me fue con los textos con los adolescentes….pero no quería dejar pasar el tema de los pumas y las actitudes
Soy una persona muy vinculada al deporte me parece muy bueno el posteo…….y me hace pensar y recordar a alguien que intento desde su lugar transmitir esta idea de ganar bien. Y me refiero a Marcelo Bielsa en su paso por la selección….
Hay un frase que dice “se juega como se vive” y me parece que si los argentinos viviéramos como jugaba esa selección tendríamos un país un poco mejor…por que era protagonista…no existían diferencias todos tenían el mismo trato…era directa en su juego (en el fútbol se suele jugar mucho a aprovechar el error del rival)...tenia espíritu amateur…y trabajaba para lograr lo que quería.
Pero bueno preferíamos discutir si jugaba tal o cual….si jugaba con tres o con cuatro…y el tipo nos quería mostrar una manera de ser en la cual nos podíamos reflejar.
Celebro que los pumas puedan transmitir esto mismo

Anónimo dijo...

che, yo tampoco miro rugby ni nada, pero apoyo como genial todo análisis filosófico asentado en la ignorancia del tema. Por principios.

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