El texto que sigue es una co-autoría de Esteban Lijalad y Pedro Pasturenzi y fue publicado como comentario a mi posteo anterior sobre Botnia. Como me gustó tanto entré en contacto con Esteban y me autorizó a ponerlo aquí.. Dice Esteban: “Nos basamos en el material aportado por Luis Anastasía, experto uruguayo en análisis de impacto ecológico, el profesor Mario Féliz, titular de Química Inorgánica en la Universidad Nacional de La Plata, y el profesor Oscar Néstor Ventura, titular de Química Cuántica en la Universidad de la República de Montevideo.” Espero que llame a la sensatez a muchos posesos.
¿Cuántas pasteras y papeleras funcionan en estos momentos en el mundo y en qué países?
Hay 4.500 de tales establecimientos, distribuidos en 55 países, en todos los continentes. Son muy importantes y numerosas en los países escandinavos, en Europa Central, en Rusia, en China, en Canadá, en Estados Unidos. Pero también las hay en otras regiones de Asia y África, y en América Latina. Las más importantes en nuestra región son las del Brasil.
¿Se han comprobado casos de contaminación o pesan denuncias sobre ellas?
Para todas las que emplean tecnologías de última generación, como las que adoptó la planta de Botnia, no se registraron inconvenientes.
¿Sí, en cambio, con las de tecnología anterior?
En algunos casos y con magnitudes variables (el caso extremo fue el de la planta de Pontevedra, instalada hace casi 50 años y ya cerrada), pero quedan muy pocas sin actualizar. Ninguna, por ejemplo, en Europa y en América del Norte.
¿Hay plantas papeleras o pasteras funcionando en la Argentina?
Sí, una docena. Todas con tecnologías rezagadas y algunas muy contaminantes. Sobre todo a orillas del Paraná.
¿Por qué surge el conflicto al anunciarse la futura instalación de pasteras en Uruguay?
Inicialmente por la reacción de pequeños grupos de ambientalistas extremos, que existen actualmente en todos los países del mundo. Tales grupos ven con prevención o condenan genéricamente todas las actividades industriales, al considerar que atentan contra la Naturaleza.
¿A qué obedece esa actitud?
Deriva de la ideología fundamentalista de un seudecologismo que ha reemplazado, en algunas personas, las ideologías políticas que pretendían “salvar” o “reorganizar” las sociedades humanas en el siglo XIX. Y de ellas retoman ciertos principios, junto a una creencia pararreligiosa en la Naturaleza, contraponiéndola de hecho a la Ciencia y a la Técnica, como instrumentos fundamentales de la supervivencia y de la calidad de vida de los hombres.
¿Alguien la alentó?
A esta altura resulta incontestable que hubo manipulaciones políticas, en procura de beneficios electoralistas y con fines clientelares, sin prever muchas de las consecuencias indeseadas que podrían derivarse.
¿Por qué el diferendo diplomático con el Uruguay?
Porque al crecer el movimiento ambientalista, si bien reducido a un pequeño sector de la población de Gualeguaychú, por las razones antedichas no se quiso ponerle límites ni desautorizarlo.
¿Pero incumplió el gobierno uruguayo acuerdos previos y tratados con la Argentina?
Es una disputa bizantina, porque más allá de las controvertidas afirmaciones que se intercambiaron ambos gobiernos, nadie puso en discusión el derecho de ninguno de los dos países al monitoreo conjunto.
¿Por qué se persiste entonces en la actitud inicial?
Por no saber cómo abandonar la misma sin “perder la cara” y por el juego de intereses políticos clientelares en Entre Ríos.
¿La ciudad de Gualeguaychú puede estar expuesta a emanaciones de Botnia?
Dicha ciudad esta situada a casi 30 kilómetros de la planta, por lo cual es imposible ver, oler, escuchar o aspirar nada que provenga de ella. Sería como sentir los efectos de una fábrica del Tigre en la Plaza de los Dos Congresos. Por otra parte, la ciudad entrerriana se levanta a orillas del río Gualeguaychú, que desemboca en el Uruguay a varios kilómetros de distancia, mientras que la planta se ubica sobre este último río, enfrentada a una isla baja cubierta de pastos, que se interpone entre ella y la costa argentina.
¿Pero las aguas del río Uruguay no pueden sí en cambio quedar contaminadas?
Las comprobaciones científicas sobre plantas de tecnología similar han tenido siempre resultado negativo. En Finlandia, país de origen de la empresa Botnia, hay varias plantas similares a orillas de lagos donde se practica el turismo y la pesca, y en cuyos alrededores se practican sin ningún problema la agricultura, la horticultura o la apicultura.
¿Pero no serán falsas afirmaciones de los finlandeses?
Finlandia ocupa el primer lugar mundial en las evaluaciones efectuadas por organismos internacionales respetados por todos en protección del medio ambiente, además de contar también con el primado u ocupar primeros lugares en materias tales como la transparencia institucional, la tasa de corrupción, los derechos humanos y el cuidado de la salud de la población.
¿Pero los uruguayos estarán en condiciones de controlar que no se violen las normas que sí se cumplirían en Finlandia?
La Unión Europea es muy severa en cuanto al cumplimiento de las normas establecidas por su Parlamento en el territorio propio y en el resto del mundo. Pero Uruguay ocupa también uno de los primeros lugares en América Latina en cuanto a protección ambiental. El año pasado Paysandú fue designada como la ciudad más ecológica del Cono Sur, a pesar de contener en su ejido varias plantas industriales.
¿Y la Argentina?
Está considerada como uno de los países más contaminados del continente, y hay casos clamorosos, como el del Riachuelo y cuenca del Río La Matanza, cuyos efectos perjudican también al Río de la Plata, que compartimos con el Uruguay. Y ni siquiera está libre de sospechas la propia Gualeguaychú, cuyo Parque Industrial volcaría al rió homónimo efluentes no controlados.
¿No hubo sin embargo un accidente premonitorio hace pocos días en la planta de Botnia?
En esos momentos trabajaban en la planta cerca de 3.000 personas. Dos obreros de un grupo de doce sufrieron una leve irritación ocular y cutánea, pero todo el grupo fue enviado a control médico en prevención. Pertenecen a una empresa constructora brasileña, subcontratista, y fueron alcanzados por el derrame del polvillo de sulfuro de sodio, una sustancia que se usa en etapas preliminares y que nada tiene que ver con las eventuales contaminaciones anunciadas, que manejaban con la protección debida los obreros especializados de Botnia en el sector debido. Pero no cerraron los ventiletes de su dependencia y un viento fuerte desparramó hacia el sector vecino una limitada porción de tal polvillo. Un accidente sin mucha importancia que seguramente no volverá a ocurrir en lo que se ha convertido de hecho en la planta pastera más observada, vigilada y controlada del mundo. Todo el resto fue “ruido” periodístico, que dejó en muy mal lugar a nuestra prensa, pues un diario llegó a hablar hasta de nueve muertos (sic) y nunca se retractó.
¿Cómo se sale entonces del problema?
Con un cambio drástico de la posición del gobierno argentino. Prohibiendo los cortes de rutas y puentes, que de por sí constituyen un acto de guerra, al impedir el libre tránsito de personas y mercancías, con un país vecino, y estableciendo cuerpos conjuntos de estudio y control con el Uruguay. Y con la contribución esclarecedora de todos los medios de comunicación argentinos.
¿Hay estudios disponibles que contribuyan a la superación de los malos entendidos y disipen los temores de la población?
Muchos y objetivos, tanto de fuentes locales como internacionales. Pero podría servir como primer paso acudir al asesoramiento de dos científicos de nivel mundial, el profesor Mario Féliz, titular de Química Inorgánica en la Universidad Nacional de La Plata, y el profesor Oscar Néstor Ventura, titular de Química Cuántica en la Universidad de la República de Montevideo. Ninguno de los dos era experto en industrias del papel, pero apenas desatado el conflicto realizaron exhaustivas investigaciones, recurrieron a expertos internacionales y visitaron plantas con tecnología similar a la emplearse por Botnia.
¿Cómo se realizaría la acción reparadora?
Convocando a otros expertos y científicos de todo el mundo para que sigan y amplíen sus estudios, y sumando funcionarios y ministros responsables de los dos países hasta que se llegue a una visión compartida y tranquilizadora para todos.
¿Una reflexión final?
Si las plantas con tecnología como la de Botnia no contaminan en ningún país del mundo, ¿por qué la Argentina tendría que ser la primera? ¿También en esto queremos ocupar el primer lugar? ¿O ser los campeones morales?
Más sensatez en
este artículo en un blog de Esteban Lijalad.
Los dibujos son míos.