En 1997 salió esta nota mia en la Revista Viva. La reproduzco hoy aquí porque el tema de alguna manera reapareció en la opinión pública.
El Che, mensajes y preguntas
A 30 años de su muerte se ha convertido en un intocable. Hoy ya no lo discuten ni quienes deberían ser sus adversarios naturales. Pero la forma en que se interpreta el Guevara-símbolo está lejos de ser unívoca. Hay tantas visiones de Guevara como personas. Y algunas de esas visiones tienen poco que ver con lo que el Che fue o quiso ser. El filósofo argentino Alejandro Rozitchner pidió a los oyentes de su programa de radio que opinaran sobre el Che. Y a partir de esas opiniones, se formula aquí preguntas sobre el mito, que ojalá inviten a un debate saludable.
Se parece a Jesús, pero en una versión más perfecta; su justicia no era pasiva sino violenta (como nos gusta verla en las películas); existen cientos de fotos de él; era hermoso; está muerto; era argentino. ¿Qué más se puede pedir? A su alrededor se cruzan muchos temas interesantes. Esta nota no llega a agotarlos, pero remueve un poco las cuestiones que lo rondan. En el programa radial Llegó Saturno pedí a los oyentes que me dieran sus opiniones sobre el Che.
Dijo Quark, de Ramos Mejía: "El Che fue un adelantado a su tiempo. Todo un punk: vivir intensamente, morir joven".
¿Es la muerte entonces el sello y la confirmación de la intensidad? ¿Qué es la muerte en ese caso, el castigo o el premio por la intensidad vivida? ¿Es acaso deseable morir joven? ¿No es posible una intensidad que no lleve a la muerte sino a un disfrute de la vida? ¿Querer vivir es una aspiración burguesa y despreciable?
Dijo Carina, de Floresta: "El Che no se sentó a esperar en una silla, salió a luchar por sus ideales y por ellos peleó y murió"
¿Son las únicas opciones, quedarse en la parálisis o salir a matar y a morir? ¿No será el Che el ideal de los paralizados, el sueño de un movimiento total para quien no puede entendérselas con los movimientos parciales y reales? ¿Es bueno morir por algo? ¿Un ideal que pide la muerte no sería por eso mismo objetable? ¿Por qué resulta tan difícil encontrar el punto de un ideal que quiera la vida, que sepa meterse por sus vericuetos, que acepte la imperfección y pueda trabajarla? ¿Qué de bueno produce la actitud exclusivamente contestataria, el fanatismo de la crítica, la conciencia hiperlúcida, el valor extremo de la violencia? ¿Qué avance social puede atribuírsele a la acción guerrillera del Che? ¿No habría más bien que entender que el Che fue uno de los inspiradores de la aventura guerrillera argentina y, por lo tanto, más una guía hacia la muerte que hacia la vida?
Dijo Juan Carlos, de Morón: "El Che llegó a ser un gran héroe por los medios de comunicación y porque al establishment le convenía convertirlo en héroe. La idea de la revolución está bastardeada porque se pone al Che en un pedestal. Se trata de que nada cambie, que todo el mundo se ría y use su imagen en las remeras"
¿No es mejor verlo en una remera que en el monte tucumano, no es acaso preferible que esté en el póster de la habitación de un adolescente, junto al póster de Madonna, mejorado por esa cercanía que rescata tal vez una virtud de cada uno de ellos, la sensualidad y el arte de ella y el sentido de justicia de él? ¿No sale un Che más interesante al poder integrarlo al sistema que al quererlo como pura intransigencia? ¿No es la intransigencia básicamente un jugar a todo o nada, un idealismo enfermizo, finalmente una voluntad de muerte? ¿Será que el establishment somos todos, que la idea de establishment alude a la comunidad y al necesario conservadurismo que hace posible su existencia? ¿Quién se beneficiaría con un resurgimiento de la lucha armada, con el consecuente recrudecimiento de la represión, con una nueva odisea de la muerte? Si un grupo de adolescente llenos de garbo y de ideales retomara las ideas del Che, ¿a quién le cabe duda de que harían todavía más daño que los funcionarios del gobierno menemista? Además, ¿qué quiere decir "el sistema", qué sentido tiene oponerse "al sistema"? ¿No sería más sabio amar al sistema, serlo, obligarle a tomar las determinaciones que parecen serle necesarias, en vez de estar en su contra? ¿Cómo es, además, estar contra el sistema, salir a matar burgueses, ajusticiar egoístas, mejorar a la humanidad corrigiéndola mediante las armas? Estar contra el sistema, ¿no es una frase vacía que produce una posición bonita pero ninguna realidad positiva?
Dijo Rebeca, de Pilar: "La imagen del Che advierte a la gente: cuidado, si intentan alguna idea revolucionaria van a terminar como él".
Si fuera así, ¿no resulta una muy buena advertencia? ¿Será que las ideas revolucionarias no son tan sabias, que se necesitan ideas aparentemente menos ambiciosas pero útiles? La sociedad es una constante lucha de poderes en pugna, ¿acaso está mal, no es precisamente eso una sociedad, un conglomerado social? ¿No hay más bien que intentar hacer uso de ese poder que recorre la sociedad para que resulte en un movimiento que represente las aspiraciones que uno cree valiosas? El ideal del Che, entendido como ideal que conduce a la lucha armada y a la muerte, rechaza toda adecuación como "reformismo". ¿No estamos acaso viviendo ahora en el más sabio momento de la actitud reformista?
Dijo María Cruz, de Barrio Norte: "No creo que los que admiran al Che lo consideren una figurita decorativa. Hay algo de su heroísmo que hace que su figura sea tan importante. Su estilo de vida jugado es su verdadera belleza".
¿Jugarse es siempre acercarse a la muerte concreta? ¿No hay miles de personas que buscan su vida jugándose en ella sin que esto los lleve a morir? ¿Por qué creer que jugarse es sólo posible rondando la muerte, por qué no valorar el sobrio heroísmo de hacer la propia vida?
Dijo Eduardo, de Temperley: "Los años 80 y los 90 se caracterizaron por su vacío de ideologías. El Che fue un idealista y llevó a cabo sus ideales, murió por ellos, no se quedó en la teoría".
Ojalá los que tienen ideales traten de no morir por ellos para no sembrar muerte a su alrededor. Apreciemos mejor ideales que en vez de pedir la muerte y jugarse en un todo o nada acepten relativizarse, negociar con la realidad, ir consiguiendo lo que se puede. La intransigencia es incapacidad de vivir, no valentía y coherencia sino fanatismo y rigidez mortuoria.
Tal vez esta supuesta parálisis de los ideales actuales no se deba a un defecto de estas décadas sin ideología sino que sea una virtud de nuestros tiempos más realistas. Si queremos algo distinto hay que hacerlo, y probablemente la inteligencia, el deseo personal, la tolerancia frente a las fallas del mundo, sean más valiosas que un novelesco gesto de intransigencia. ¿Qué nos da el Che hoy, qué inspiración, para hacer qué cosa, para dar qué paso? El Che representa el brazo que no se da a torcer, pero el brazo que no se tuerce se quiebra.
En cierto sentido hasta podría decirse que la imagen del Che es reaccionaria y no porque se haya bastardeado su versión original, sino porque su recuerdo recorre la realidad argentina con la carga de una aspiración que conduce a la muerte, que apela más al endurecimiento que a la creatividad. Hay que ver además la facilidad con la que los simples mortales nos ponemos a amar a los ídolos, a los superiores. ¿Una forma de eludir el protagonismo de la propia vida?