Horowitz tocando Liszt: Deuxieme Annee V; Sonetto 104 del Petrarca
Horowitz en cambio tiene un rostro (ni siquiera me animo a llamarlo "cara") increíble, de aristócrata refinado, cosa que queda claro que era. Liszt tiene momentos imbancables, de densidad y pretencioso dolor, pero esta partitura es maravillosa. La grandiosidad de su emoción es la de la vida, una intensidad gigantesca y hermosa.
Como ven, me estoy dando una panzada de pianistas clásicos, y sintiendo que You Tube! es algo que aporta a nuestras vidas mucho más de lo que todavía podemos entender.
4 comentarios:
Totalmente, un aristócrata de pies a cabeza, especialmente se nota en sus manos y en el acto de sacarse la traspiración con el pañuelo.
Lizt, me gusta, me parece muy brillante, aunque es cierto, a veces se hace insoportable.
Saludos
Hola Ale
Muy buena idea mandar musica que te guste y compartirla.
Una pregunta: Vos crees que si tenes que ir a un concierto clasico que nunca escuchaste, deberias antes escucharlo varias veces y aprenderlo antes de verlo en vivo?
Saludos
Alejandro:
Disculpá mi atrevimiento, pero Liszt no es clásico, es romántico. Por eso tiene esa densidad a la que hacés referencia, esos momentos como de emoción desbordada, de cierta tensión que a veces puede cansar un poco (según cómo nos agarre). Lo mismo pasa a veces con Beethoven o con Chopin. Si comparás, por caso, la sonata 8 de Beethoven con alguna de Haydn, vas a ver qué gran diferencia hay entre un clásico y un romántico.
Los clásicos buscaban la armonía absoluta, la belleza en el sentido clásico (grecolatino).
Por eso yo prefiero a los clásicos, si bien hay muchas cosas del romanticismo que me parecen geniales (de Beethoven, Chopin, Liszt, etc.).
Un abrazo,
Julián.
Alejandro:
Coincido con lo que decís de Youtube. Es un canal de comunicación increíble. Hay tantas cosas y de gente de todo el mundo.
Tenés razón. Todavía no se ha dimensionado lo que significa esta revolución de las comunicaciones que es Internet. Tal vez porque es muy reciente y estamos en medio de la ola. Como los renacentistas, que no sabían que eran renacentistas. Así estamos nosotros. Ya los historiadores, dentro de un siglo, nos pondrán quizás alguna de esas etiquetas.
Un abrazo,
Julián.
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