lunes, febrero 16, 2009

Fantasía infantil


(publicado en la columna Calles de Buenos Aires, Clarín, hace unos cuantos años...)

Es una fantasía infantil, pero un adulto imaginativo puede sacarle jugo. Todos quedan paralizados, como en mancha hielo, excepto uno mismo. El movimiento se detiene como si pusiéramos la pausa en la video, pero uno sigue en play. Entonces vivimos una extraña libertad: podemos agarrar las cosas que queremos sin que nadie diga nada, juntar efectivo con una carretilla, entrar a lugares vedados, desvestir a cualquiera, etc. Sería extraño caminar entre personas congeladas, pero para evitar el ataque de pánico digamos que se puede suspender el juego a voluntad, y también a voluntad reanudarlo. Sería como vivir en una foto, ser el único habitante en movimiento en una ciudad quieta, abierta a la locura del deseo más exótico. Es también un truco para vencer el tiempo, porque en lo que los demás perciben como una fracción de segundo uno podría dejar pasar mucho más. No una eternidad, qué aburrimiento, tal vez el rato suficiente como para dormir una siesta.

Pero un día, maestro ya en el arte de este juego, uno vería a lo lejos algo que también tiene movimiento. ¿Se terminó el poder de esta soledad automática? Nos acercamos y vemos que es una mujer, que posee el mismo don, o padece la misma fantasía. Al final esos dos personajes se unen, porque cada uno es para el otro el único que escapa al poder de controlarlo todo. Moraleja: una fantasía infantil, cuando la retoma un adulto, se transforma en una historia de amor.

2 comentarios:

Sergio Muzzio dijo...

"Moraleja: una fantasía infantil, cuando la retoma un adulto, se transforma en una historia de amor."

Y si quiere, una linda metáfora de la incertidumbre que provoca ese amor. Todo está bajo control, menos...ella.
¿Dice que la tiró hace muchos años? ¿Alguno ya la utilizó? Está buena!

Sergio Muzzio dijo...

Como dice Ianantuoni, es tan tan tan...que se la voy a afanar, Ale.
Queda avisado.

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