"Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia", de Pseudo Calístenes
La semana pasada leí este libro. Hacía tiempo que no leía nada que tuviera que ver con la antigüedad, pero me volvió a pasar lo de siempre: resulta sorprendente la familiaridad de esa realidad tan lejana con la nuestra.
El texto es de la antigüedad tardía, pero refiere momentos anteriores. Parece que la historia de Alejandro era un best seller de la época, un mito semi histórico de referencia constante en la mentalidad narrativa del momento.
Como bien explican las innumerables (y evitables) notas al pie, esta narración está llena de inexactitudes históricas, pero no tiene mucha importancia. Se respira el aire de la época y resaltan las cualidades de una visión más pura del poder, del mismo poder que hoy sólo toleramos siempre y cuando esté disimulado en toneladas de buena conciencia.
Se lee fácil, como una novela, es llevadero, y está lleno de ideas y de visiones reveladoras. Lo recomiendo a todos los que estén interesados en aprender a pensar más la política y la realidad de la lucha constante que es el eje del mundo.
Podría citar decenas de subrayados, pero quedémonos sólo con este: "Allí donde está el bien, está el mal".
5 comentarios:
Alejandro, fue un líder natural, a los 20 años comandaba un ejército de miles de personas, conquistó casi todo el mundo conocido por occidente en la antigüedad, todos lo respetaban y él también respetaba, no sólo a su gente si no también a sus vencidos.
Aparte tuvo un profesor particular bastante bueno (Aristóteles).
Obviamente, como toda persona en el poder, cometió excesos, pero en general fue una persona que siempre tuvo los dos pies sobre la tierra.
Recomiendo las dos novelas de Gisbert Haefs sobre su vida.
La verdad es que Alejandro fue un personaje verdaderamente interesante.
S.E.
Esa sensación de familiaridad que sentiste me hizo recordar un libro de Robert Kaplan que leí hace un par de años: El retorno de la antiguedad. La Política de los guerreros. Warrior Politics es el título original.
Esa familiaridad con la antiguedad la explica Kaplan desde el inicio del libro. El título del capítulo 1 es "no existe un mundo moderno", donde dice q el mundo"moderno" es la continuación del antiguo. Para K (Kaplan, claro) los grandes hacedores de la política exterior fueron gente realista y no idealista. Y además, gente con profundos conocimientos de la historia antigua. Recuerdo (mi gran memoria, que es Intenet, me ayuda) que cita a George Marshall, el autor del plan Marshall:
"I doubt seriously whether a man can think with full wisdom and with deep convictions regarding some of the basic international issues of today who has not at least reviewed in his mind the period of the Peloponnesian War and the Fall of Athens."Como no tengo el libro a mano, saqué la cita de http://econ161.berkeley.edu/movable_type/2003_archives/002995.html
¡Es todo lo mismo, viejo! Así que seguiremos con esa sensación de familiaridad ante libros como estos. Siempre.
Saludos,
Emilio de EFINews
El libro de Kaplan lo leí, me pareció buenísimo. Lo tengo que releer. Gracias
Pase de curioso y me encontré con esto de Alejandro, y me hizo acordar de una anécdota de Einstein cuando un profesor le comenta que el bien no existe en el mundo, y el haciendo una analogía con la física (su mundo) le hace entender que lo que en realidad pasa es que si existe el bien, pero es como la luz. Digamos, en la oscuridad en si, no existe, sino lo que existe es la aunsencia de luz en la habitación "oscura" y asi le dió varios ejemplos de existencia y no existencia del bien y del mal.
En fin, con esto queria decir que la escencia del mal no es el mal en si mismo sino la falta de amor, amistad, bondad, solidaridad, etc etc etc. En consecuencia en donde está el "mal" en realidad no hay bien.
Lo tengo sobre la mesa, en breve lo empezaré. Me apunto lo de Robert Kaplan. Y creo que el bien y el mal conviven, incluso en una misma unidad de cosas, como se trata del ser humano. La maldad intruye la bondad y a la inversa, de momento pienso eso dejando lugar a la duda, por supuesto. Un saludo y más que nunca necesitamos a los clásicos.
Publicar un comentario