jueves, octubre 16, 2008

¿Nunca es tarde para cambiar?

Empiezo a responder las preguntas que me hicieron en este posteo:

¿Hasta cuándo se está a tiempo de generar en uno un cambio de 180 grados, adquiriendo entre otras, la capacidad de pensarse? ¿Es verdad que nunca es tarde?

Las personas nunca dejamos de crecer emocionalmente. Aun en el proceso de morir hay aprendizajes y crecimiento. Tenemos que entender que toda la vida está llena de cambios y de metamorfosis imprevistas. Tal vez no sea posible producir cambios que nos transformen en otros de los que somos, pero seguro podemos generar cambios que nos coloquen en situaciones completamente nuevas y distintas a las ya vividas, como lo expresa la idea de un viraje de 180 grados. Aunque no parezca posible. Aunque uno crea que no lo va a lograr. La que lo cree así es la personalidad a ser superada, la posición a ser abandonada, que no ve mucho más allá de sí, y defiende su posición como única posible. La nueva forma es desconocida y su potencia puede hasta parecerle milagrosa a la personalidad anterior, o a la parte nuestra que se aferra a lo conocido. Conviene, para pensar estos procesos, imaginarse a sí mismo como un conglomerado de partes, como una compleja estructura de personalidades en movimiento.

Pensarse puede ser un valor, una vía de elaboración, pero es la expresión de algo siempre más profundo, es decir, de un deseo, unas ganas, que son el principal motor del cambio. Además, no se trata tanto de cambiar por el cambio mismo, sino de acceder a formas de ser que logren satisfacer nuestras necesidades y deseos. El modelo para representar este movimiento es más el del crecimiento que el del cambio. Crecer es cambiar hacia delante, hacia más, hacia la plenitud y la fuerza, hacia la capacidad y el contento. La pregunta encarna también el temor del que quiere y trata de hacerle espacio a su querer. Ese temor no es un límite definitivo, es la emoción que acompaña a un paso que se está produciendo. Claro que se puede.


La imagen es de Faile.

7 comentarios:

goolian dijo...

Sólo lo que cambia está vivo.
Lo estático es lo muerto.
Eso vcale también para los proyectos, los pensamientos y las opiniones.
La base de la vida es el perpetuo cambio, el perpetuo aprendizaje, la perpetua adaptación.

Nada más muerto mentalmente que un fanático.
El psicoanalista W. Bion habla de los fanatismos como "necrotizaciones" de sectores de la psiquis.

Taoísmo puro.

Anónimo dijo...

Gracias! Solo eso

Ricardo Armando dijo...

Nunca es tarde para nada, mucho menos para cambiar.
Pero ciertas mañas son complicadisimas de sacarselas de encima.

Diego dijo...

Un poco tiene que ver con este posteo y otro con aquellos en los que preguntás que estamos leyendo.

Me gustaría recomendarte un libro que creo te va gustar. Genera mucho entusiasmo. Se titula "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", del Dr. Olvier Sacks.

Aquí te dejo un link con el pdf para que lo chusmees:

http://www.psicojack.com/archivos/021007b.pdf


Saludos, Alejandro.

Maisa dijo...

Coincido: prefiero el concepto movilizador de crecer más que el de cambiar. No sé por qué, pero cambiar me suena más a una especie de impostura, de posibilidad de reincidencia. Crecer me parece más osado, más real, más comprometido. Es un proceso conciente que demanda cierto esfuerzo; es más evolutivo desde lo emocional.
Saludos

Anónimo dijo...

-un cambio de 180º,o dos de 90º,o tres de 60º,o doce de 15º.

-ir poniendo lo que haria en lo que hago,dice Peters.

-gracias,annonimus bosch.ciaoo

Anónimo dijo...

Ale, gracias por responderme.Tuve problemas para dejarte un comentario.
Gracias en serio. Es así. Todo. Pero me impacto la idea de crecer. Es lógico lo que decís, pero yo pensaba que debía cambiar.
No es tanto lo que cambié, sino que crecí. Aún sé que me falta mucho. Pero gracias. Me ayudo muchísimo
Matias
matiasmierez.blogspot.com

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