miércoles, julio 29, 2009

Bipolares, por Carlos Vinacour, Parte 2


Esta es la segunda parte del artículo de Carlos Vinacour que empecé a publicar ayer. Los que quieran ver la primera parte vayan aquí.

El artículo se llama "La bipolaridad como enfermedad de las pasiones"

Quien sostenga que los estados depresivos invitan a bucear en las profundidades más insondables del alma y son la musa inspiradora de los poetas, es porque nunca ha transitado por los laberintos de una enfermedad tan severa.

Me resulta difícil pensar que los más bellos escritos de Virginia Woolf o los más sublimes acordes de las obras de Gustav Mahler hayan sido escritos en pleno estado depresivo. Resulta más razonable sostener que están inspirados en sus momentos sombríos, pero seguramente fueron creados luego de que la desestabilización anímica remitiera.

Durante las etapas de depresión los pensamientos se vuelven lentos y la capacidad de concentración es escasa. Tan marcadas son estas características que difícilmente alguien pueda estar con sus capacidades creativas intactas.

En el polo opuesto la exaltación a veces es colorida y atrayente, pero sólo de lejos, de cerca es turbadora, agotadora y extraña, no invita a seguirla. Si además se acompaña de irritabilidad, es ciertamente amenazante.

La felicidad, por el contrario, es un estado que invita a ser compartido. Colorido, pero sin esa tendencia a encandilar. Es un estado empático y agradable.
Las pasiones de las personas con manías o hipomanías son exultantes. La persona deja de ser la que era, se transforma, es otra. Enérgica en exceso, locuaz, impulsiva y con una extraña capacidad de mantener su dinamismo aún cuando sus horas de sueño son escasas.

Tan exagerado es su ánimo que, a veces es difícil seguir sus acciones y acompañar sus pensamientos, que surgen a borbotones y por momentos sin lógica.
La persona que padece una manía no está feliz. Se siente grandiosa, es algo más que felicidad, es una pasión arrolladora de grandeza. Nadie que no haya pasado por un estado semejante puede entenderlo, en un sentido amplio del término, se puede razonar, intuir, pero lejos estamos los más o menos estables del ánimo de saber con exactitud de qué se trata semejante efusión.

Es un estado pasional de omnipotencia, poderío y superioridad. Tan intensa son las vivencias, que cuando cesa, muchos la añoran, la extrañan y a veces hasta la buscan. La felicidad es exigua a su lado.

Vuelve a surgir aquí el tema de la creatividad, ¿puede una persona en estado de manía desarrollar un hecho creativo? La respuesta parece ser afirmativa, ya que alguien que a pesar de tener un pensamiento acelerado y a veces hasta disgregado, con su capacidad de atención disminuida, con infinidad de ideas que aparecen y desaparecen con tal rapidez que es imposible a veces sostenerlas, puede de todas maneras, desarrollar algún tipo de experiencia creativa consistente. El ámbito de la estética y el del rigor deductivo se mueven por carriles diferentes.

En el mundo de la poesía, por ejemplo, hay enorme cantidad de fraseos con sentidos oscuros pero sonoridades mágicas, metáforas con cadencias atractivas y gracia deslumbrante en donde prima el sentido estético y no necesariamente el lógico. La estética y la lógica pertenecen a terrenos diferentes.

Desde luego el mundo de la pintura es el otro gran terreno apto para ello. Supongo que, sin ser un experto, algo similar ha de darse en la música.
Quiero volver sobre el tema de la irritabilidad en la manía. Me he detenido mucho en describir una forma de manía, aquella que cursa con pasiones desbordantes pero casi sin irritabilidad. Hay otras formas en donde lo central es la furia. Un estado de enojo desbordante, irrefrenable e impulsivo. Una pasión que asusta porque aquí la falta de límites linda con la tragedia, en el sentido más oscuro del término.

En cualquiera de los estados descriptos, la desdicha puede estar presente. El suicidio, el accidente no querido, la imprudencia fatídica. Pero es en las formas más violentas de la manía en donde claramente el límite con la inseguridad es amenazante.

Como sea y a manera de conclusión quiero recalcar que manía y depresión son fuertes estados pasionales de cualidades absolutamente diferentes a esas dos emociones llanas y cotidianas llamadas tristeza y alegría, y por ende son estados inequiparables.


Dr. Carlos Alberto Vinacour. 21 de Julio de 2009

12 comentarios:

Anónimo dijo...

buenísimo, estaba deprimido y ahora estoy exaltado, mucha terapia en el medio, seré feliz en el futuro?

Anónimo dijo...

Alguien pregunta… ¿seré feliz? Me pregunto… ¿tan importante es la felicidad? Ese efímero y frágil estado del ánimo. Prefiero preguntarme si puedo y me arriesgo a ser libre y desde mi libertad a vivir. Libertad para decidir que quiero y actuar en consecuencia. Libertad para tomar mis propias decisiones sin ataduras. La libertad es, a mi entender, un estado más pleno y más consistente que la felicidad.

El Paradojista dijo...

"Me resulta difícil pensar que los más bellos escritos de Virginia Woolf o los más sublimes acordes de las obras de Gustav Mahler hayan sido escritos en pleno estado depresivo. Resulta más razonable sostener que están inspirados en sus momentos sombríos, pero seguramente fueron creados luego de que la desestabilización anímica remitiera".

Este me parece un párrafo completamente desacertado, que más tiene que ver con quien lo escribe que sobre lo escrito.

Es increíble que aún se pretenda hacer ciencia desde el lugar de las suposiciones sin contrastarlas con la realidad. “Me resulta difícil pensar…seguramente fueron creados…”, la utilización de esas palabras indican que no interactuó con ningún artista que conociera esos estados.

Obviamente no podría hacerlo con los artistas mencionados, pero existen cientos de casos de artistas consumados y artistas no conocidos que han atravesado o salido gracias al arte de estados terriblemente deprimentes, y también increíbles artistas que no han podido salir y terminaron suicidándose y sin embargo, nos legaron grandes obras de arte; y todos crearon a través de esos estados, no luego de que las aguas se calmaron.

No se crea sólo a través de estados de alegría ni sólo a través de estados de tristeza, eso es un reduccionismo dualista. La creación viene en cualquier momento o estado.

Creer que sólo se puede crear desde un estado ideal es eso: un idealismo. Los artistas no pueden esperar a que aparezca un estado ideal, porque quizás ese estado no aparezca.

Con ello no estoy diciendo que este profesional no sepa sobre la bipolaridad sino que no ha dialogado lo suficiente con artistas que crean desde cualquier estado en el que se encuentren (o gracias al estado en el que se encuentran).

Este texto me hace acordar a las incoherencias que escriben los antropólogos sobre culturas que desconocen, escribiendo desde su etnocentrismo, desde su ideología, desde su “método científico”, sin hacer un verdadero trabajo de campo, sin escuchar, sin observar, sin preguntar, sin dialogar con las personas a las que estudia, todo desde la suposición, sin integrar perspectivas de otros métodos y sin darse cuenta de cuanto influencia su subjetividad en el relevamiento de su objeto de estudio.

Un abrazo,
Pablo

Anónimo dijo...

Estimado Pablo.
Me parecen realmente muy acertadas sus reflexiones. Es cierto,no he hecho un verdadero trabajo de campo, lo que vuelve tal vez un poco endebles a mis reflexiones.
He leido a fascinantes autores que han terminado su vida en suicidios. Nuestra Alejandra Pizarnick a la que he releído no hace tanto, Marai ha quien estoy leyendo actualmente y Hemingway, por supuesto, que tanto me ha acompañado hace ya años, por nombrar solo unos pocos. A todos los gozamos, pero a ninguno de ellos los salvó el arte, lamentablemente.
Me interesó escribir este artículo y sobre todo discutirlo fuera de ambientes médicos porque los creo demasiado sesgados. Pero sobre todo me ha interesado reflexionar sobre esto, por la cotidianeidad con la que veo tantas personas que padecen cuadros depresivos muy graves y por la incapacidad en la que están inmersos. Incapacidad que a veces linda con la tragedia.
Creo que las tristezas profundas, los estados de fuerte desolación, las terribles angustias existenciales, que a veces acosan a mentes muy brillantes, creo digo, están teñidas de un cierto halo romántico, pero lejos están de la depresión como enfermedad médica.
Puede que esté equivocado, y tal vez lo esté. Pero me place discutirlo con gente que se prenda en el tema.
Una última cosa, de la que estoy convencido, el arte no cura, ayuda a drenar, pero no cura y sigo pensando que el único espacio que da la enfermedad, es el del padecimiento, lo demás queda afuera.
Pero sigamos dialogando, me gusta su agudeza.

laura dijo...

qué hay de genético en toda esta historia?

Anónimo dijo...

...o crean, a ¨pesar del estado en el que se encuentran¨, que no es lo mismo que pensar, como mucha gente piensa, que para ser creativo, o un artista, hay que estar atormentado por las depresiones y los descensos al mundo de la locura.
Flor

Anónimo dijo...

Laura:
El TB es una patología probadamente genética. Esto significa que algunas personas poseen una carga genética que ayuda a que la enfermedad aparezca. Pero siempre deben darse condiciones en el medio para que esto suceda. Si las condiciones del medio no se dan la predisposición no se ilumina. Lo genético no es de por sí determinante, como muchas veces se cree.

Ximena dijo...

CAV, me gusta lo que decís de la felicidad y la libertad, muy claro y real.

perogrullo dijo...

Uno siempre habla desde uno, aunque haga ciencia y la ciencia parte de hechos, no de supuestos.

Voy a hablar desde mi, es decir, de mi representación de lo que significa escribir, sin ser escritor.

Entiendo que para un escritor una hoja en blanco representa lo que para cualquier ser humano es, "un problema".

Cuando accionás, esto es, cuando escribís, ya lo estás solucionando. Ese momento es de satisfacción, de entusiasmo, aunque el resultado finalmente no sea el esperado. Eso es harina de otro costal. Hay un producto, un resultado de la acción.

La acción mata al juicio. Lo transforma en experiencia.

Lo que puede deprimir es la inacción (la hoja en blanco) o convencerse de que uno no puede mejorar el resultado obtenido. La frustración.

Este post me recuerda al amargado de Sábato que se pasó, según él, quemando originales. Como si los escribiera justamente para éso.

Un amargo. Y no se suicidó (hecho). Por el contrario, creo que todavía no se murió (hecho) y nació en 1911.

¿Para qué vive un onanista (con todo respeto) intelectual que publicó (5 libros?) en toda su larga vida?

Para mi es un exitoso vendedor de amargura.

(Sólo lo tomé como ejemplo para demostrar mi hipótesis de que el entusiasmo puede adquirir vestimentas exóticas).

Creo.

Respecto de la felicidad, recomiendo la película de Will Smith "En busca de la felicidad" y la declaración de independencia de los EUA, redactada por Thomas Jefferson que CAV a sintetizado estupendamente.

Porque la libertad parte de una declaración de deseo. El secreto es aprender a mantener la visión del destino "elegido" y aceptar los desafíos que presentará el camino hacia élla, sabiendo que "nadie", que no sea un psicópata, un mentiroso, puede declarar que garantiza el resultado, como, por ejemplo, lo hicieron los constituyentes de nuestra CN de 1994 cuando reformaron la declaración de derechos y garantías.

Anónimo dijo...

Dr Carlos Vinacour:


Usted dice, en el caso del TB: "Creo que la vieja dicotomía mente cuerpo ha sido largamente superada",etc etc, y ofrece sus argumentos.
Lo que me sorprende, y no sólo en usted, sino en muchos psiquiatras, es ese aire de superioridad característico con que ustedes afirman estas cuestiones. Teniendo en cuenta de que no pueden curar un solo paciente.
YO no ponga en duda las predisposiciones genéticas que tienen las personas. Lo que me llama la atención es de donde sacan tanta altivez, sabiendo que por ahora no pueden curar un solo paciente.

MArcelo

Anónimo dijo...

Los casos de Pizarnik y Heminguay me parece que habría que analizarlos bien. Hay que ver si ellos hacían algúin tipo de tratamiento...

astroboyesgay dijo...

El DSM IV dictaminó para mí: Depresión Mayor con Recidivas y Trastorno Límite de la Personalidad.
No es TB pero ese diagnóstico tentativo estuvo flotando por mucho tiempo.
La enfermedad mental imposibilita la concentración, el hacer y la realización están restringidos.
No creo que nadie haya creado en esos estados porque esos estados me llevaron a la guardia de un hospital y no a la computadora. Creo que si hubiéramos estado cerca de los artistas que se mencionan en el artículo o en los posts, los hubiéramos visto crear previo a la caída o en un punto de recuperación.
Los momentos en que la enfermedad mental te invade con su agudeza son momentos en los que uno se vuelve un todo a proteger sin saber cómo ni a qué precio y no hay otro trabajo mental ni otra alternativa.
Libertad, salud y felicidad son conquistas que acontecen cuando podemos aferrarnos al deseo de recuperación que, a veces, irrumpe.

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