martes, junio 09, 2009

Dalí escritor 5


Dalí, surrealista integral, que abogaba por una ausencia total de constreñimiento estético o moral, animado por una voluntad de dominio nietzscheana, afirmó que toda experiencia podía ser llevada a sus límites extremos, sin solución de continuidad. Yo reclamaba el derecho a hacerle crecer a Lenin nalgas de tres metros, de empenachar su retrato de gelatinas hitlerianas, incluso trufadas si se presentaba el caso, y de catolicismo romano. Cada uno era libre de transformarse en pederasta, coprófago, virtuoso o ascético en el trance de sus trastornos digestivos. El pervertido poliforme que yo había sido durante el período de mi adolescencia alcanzó un cenit histérico; mis mandíbulas trituraron a Gala, yo me enamoré de los anos podridos, cuando más trascendentalmente amoniacales mejor. Los olores del cuerpo se convirtieron, por supuesto para mí, en litúrgicos. Los sentimientos humanitarios me vedaban la eclosión de hediondeces y de éxtasis anales, limpios o secos… Por encima de todo se alzaron los semblantes de los gloriosos y grandes masturbadores preñados de saltamontes con ojos de comunistas, con barrigas napoleónicas, con muslos hitlerianos afeminados que se pegaban a mi boca

Lo moral para Dalí es un límite a la captación dramática de las cosas. Su camino es exactamente el contrario, en vez de moralizar él buscaba desmoralizar las cosas. Utilizaba la percepción moral para hacerla estallar, no apoyándose en su sentido explítico sino usándola como un estímulo para un juego artístico. En algún sentido puede decirse que una visión moral limita la sensibilidad y el sentido de las cosas. Liberarse de una apreciación moral implica pasar a captar un nivel más profundo del sentido de la existencia. Es correcto que la moral domine nuestras acciones sociales, pero en el arte y en el pensamiento es también correcto que podamos ponerla a veces entre paréntesis.

Usaba imágenes de Lenin o de Hitler pero no buscaba con ellas censurar las muertes sembradas por la ambición de estos personajes, buscaba en ellas más bien lo que era capaz de producir una exaltación sensible.

El ejemplo de los anos podridos es claro: la máxima tensión es la que encuentra al hacer de ellos elementos litúrgicos.

1 comentario:

Natanael dijo...

Qué son los anos podridos que hablás al final?
Alguna pintura surrealista?

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