miércoles, abril 22, 2009

Fragmentos de mi libro “Hijos sin dios”: [DOS] Alejandro


En realidad no soy ateo. Parece raro que lo diga después de tantas explicaciones, pero lo que quiero decir es que yo no me defino a mí mismo a partir de mi posición en ese tema. Ser plenamente ateo quiere decir que el tema de dios y de la religión no te resulta tan importante. Y por eso el tipo de crianza que nosotros queremos desarrollar (sobretodo porque queremos formar bien a nuestros adorados nenes y porque en ese proceso buscamos también nosotros vivir lo mejor posible) no tiene por qué llamarse atea a no ser que estemos hablando con personas religiosas y surja la cuestión.

Si hubiera que ponerle un adjetivo a la crianza que queremos diríamos, supongo, algo tan sonso como crianza amorosa, o crianza para el crecimiento, el desarrollo, el entusiasmo, el despliegue del ser, para la felicidad, el contento, la independencia, la creatividad. Boludeces, digamos, cosas de esas que dichas ya quedan un poco excesivas o retóricas pero que son fundamentalmente ciertas y sentidas.

También podríamos llamarle a esto una crianza filosófica, pero no sirve, porque uno imagina a los chicos leyendo a Hegel y es una imagen horrible. Tampoco me veo sacándole tema a Andrés, nuestro hijo mayor, para intentar definir qué es el amor, etc., avasallándolo con una actitud reflexiva pretenciosa y fea. Y eso que yo escribí un libro sobre la filosofía para chicos…No creo que haya que ponerse especialmente filosófico.

En realidad, nuestro planteo tiene que ver con que los chicos son espontáneamente máquinas de querer pensar y entender, y no con querer ponernos serios. La filosofía –bien concebida- no tiene que ver con el pensamiento consciente, sino con la imagen o visión del mundo que cada uno elabora complejamente a través de sus experiencias.

Lo cierto es que desde la perspectiva no religiosa la crianza puede tener todo el sentido que queremos darle y que sintamos que debe tener. Esta perspectiva permite revalorizar la tarea de la crianza. Para los que pudimos hacernos cargo de nuestras vidas, superar la inmadurez afectiva que muchos de nuestros padres nos hicieron padecer, la crianza tiene que ser una aventura, la posibilidad de hacer algo valioso, de trascender nuestro origen desorientado y acceder a un nivel de claridad y potencia superior.


Link: "Hijos sin dios" en Bienvenidos a mí.
Link: Librería Capítulo dos.

3 comentarios:

delivery post-crucifixión dijo...

Yo trato de ser creyente (que no es fácil). Está muy bien lo que decís, coincido. Creo que lo peor son las posturas extremas y cerradas.

Saludos!

R.P.

Pep dijo...

Está bien esta explicación y todavía mejor la idea. Buscaré ese libro.
Y os deseo suerte, porque también hace falta que ella concurra cuando uno ya no da más de sí. Aunqe si no se la espanta, suele aparecer casi siempre.
Mis mejores deseos.
PepCastelló

Anónimo dijo...

8-9 años....nene o nena, no importa, y sale la pregunta: papa, dios existe?

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